Un golpe sonoro contra un vidrio hizo levantarme de repente, sentí el rebote de mi cabeza contra el cristal del auto. Me costó un poco para entender que mi cabeza había sido lanzada violentamente contra el cristal, automáticamente llevé mi mano a mi nuca sobándomela tratando de apaciguar el agudo dolor, solté un respingo junto con un gran grito; mis párpados se negaban a abrirse hasta que se los demande, entrecerré los ojos por un milisegundo haciendo una mueca de dolor, al abrir por completo mis ojos me vi obligada a volver a cerrarlos por el palpitante dolor y el hecho de que estaba consciente de que veía doble. Sin llorar por supuesto, solo quería devolverle el "agradable gesto" a la persona que me había quitado la almohada. Me giré aun con las manos en mi cabeza sintiendo el dolor palpitante.
—¡Mierda Emma! —le grité a la conductora que hizo un esfuerzo notable por no soltar una carcajada. Abrí la boca totalmente indignada viendo como Emma tenía mi almohada de Marilyn Monroe en su regazo. —¡¿De qué carajo te ríes?! —la risita de Emma se convirtió en una sonora carcajada; en el momento en que volteó a ver mi cara de nuevo, se hizo más fuerte.
—¡Deberías... ver tu cara! —apenas pudo decir entre risas. De alguna forma lograba controlarse para seguir viendo al frente y sujetar fuertemente el volante entre sus manos.
Mi cara se volvió tan seria como los labios fruncidos de Trump en una rueda de prensa, por otro lado, Emma parecía tener una sonrisa tan grande similar a la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Traté de encarnar una ceja hasta que me di cuenta de que ese mínimo movimiento no hacía más que empeorar la punzada en mi sien.
—¿Qué te da tanta risa? —pregunté anhelando el poder darle un manotazo. Sin embargo me contuve, no quería morirme por mi propia culpa ocasionado un accidente de tránsito. Emma trato de calmar su sonora risa que era música solo para sus oídos.
—Pregúntaselo al chichón que tienes en tu frente —dijo sonriendo con picardía ¡Estaba loca! —. Combina muy bien con ese suéter rojo que traes puesto... —apenas pronunció esa oración se echo a reír otra vez. Por mi parte seguía lanzándole miradas asesinas deseando que tuvieran efecto esa vez.
—Jaja, mira como me rio —dije sarcásticamente —. Ahora bien. Me puedes explicar ¿Por qué carajo me quitaste la almohada mientras dormía?
—Usted misma ha respondido su pregunta —respondió con convicción —. Te quedaste dormida tan cómodamente mientras yo estoy aquí, conduciendo... —su tono se volvió más severo y allí no pude evitar sonreír de nuevo —durante una hora y media ¡Todavía falta otra media hora! ¡Eso es una falta de respeto! —exclamó con una notable altivez achicando los ojos como un gesto natural. Solté una risita divertida.
—Eso pasa cuando haces que Nathalie Clarke se suba a un viaje en tren durante doce... DOCE horas cuando bien nos podríamos haber ido en auto y hubieran sido ocho. Fue tu idea —protesté cruzándome de brazos y hundiéndome en mi asiento haciendo mucho recalque en el Tu. Emma vestía una camisa de tirantes blancos con su suéter de lana gris favorito encima que dejaba a la vista sus hombros desnudos.
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Los Viajes que Alguna Vez Hice con mi Mejor Amiga.
Teen FictionUn viaje. Dos continentes. Veintiún países y cuarenta ciudades. Muchas personas sueñan con alcanzar sus metas, planean su vida desde el inicio hasta el final con el orden cronológico en que desearían hacer esas cosas. Me casaré a los treinta, tendré...