Night || Tradley Evanson

~ Hands ~

¿Volver a verse?.

Parecía realmente imposible pero no del todo, por algo en ese momento ambos chicos estaban tras la puerta del departamento en el que Tristan vivía ahora e intentando entrar en él.

"Solo ábrela ya." La voz del rizado sonó muy distorsionada gracias a la desesperación mezclada con el alcohol en sus venas.

El rubio obedeció e insertando la llave a tientas en la puerta logró abrirla.

La oscuridad los envolvía excepto por la pequeña lámpara en el pasillo principal del departamento que Tris siempre acostumbraba a dejar encendida. Bradley cerró los ojos al sentir la iluminación artificial pegar en estos y sonrió levemente al darse cuenta de que ese hábito que Evans tenía desde la universidad no se había ido.

Los brazos del rubio le empujaron torpemente dentro del departamento sacándolo de sus pensamientos. Bradley jadeó al sentir el fuerte y excitante impacto de su espalda con la puerta ahora cerrada gracias a Tristan.

"Creí que no querías verme nunca más." Dijo el rizado sincero, Tristan solo se dedicó a dejar pequeños besos y chupones en el cuello de su ex novio.

"Pensé que habías dejado de ser tan perra." Respondió.

Bradley sintió su corazón estrujarse, eso le había dolido en serio pero no dijo absolutamente nada al contrario ladeó su cabeza un poco para que el rubio pudiese comenzar a morder y succionar la piel de su cuello.

El menor mordió su labio inferior cerrando sus ojos una vez más finalmente dejándose llevar por las mordidas de Evans y por las caricias que este estaba dejando en su espalda por sobre la ropa.

"¿Por qué me trajiste aquí?." Preguntó el castaño elevando los brazos para que Tristan pudiese quitar el chaleco que llevaba en ese momento.

"¿Por qué mejor no te callas y dejas que tu ropa termine en el suelo?."

Bradley asintió lentamente. La lujuria podía observarse en los ojos de ambos chicos.

El rizado formó con sus labios una suave sonrisa, le había echado tanto de menos.

Sus labios volvieron a encontrarse, creando un vaivén tan hambriento y lujurioso, el beso era tan distintos a los de siempre. Se sentía muy extraño, como si estuviesen besándose por primera vez.

Como si ellos fuesen distintas personas.

Probablemente la ruptura los había cambiado.

Sus lenguas también se tocaron luego de esos largos cinco meses, Bradley soltó un pequeño quejido cuando Evans realizó un movimiento con su boca, absorbiendo su lengua y dejándola entre sus dientes.

Y es que maldición, los labios de Tris estaban hechos para besar.

Bradley suspiró,  se sujetó al cuello de Tristan y recargando el peso en la punta de sus pies logró un leve roce entre su intimidad y la del rubio. Un pequeño y casi inaudible gemido se escabulló de su boca.

Las manos de Tristan comenzaron a recorrer cada rincón de su cuerpo aún cubierto por la ropa.

"Vamos a subir." Dijo el mayor separándose de su ex novio, el cuerpo del menor tembló ante el tono de voz de Tristan, simplemente asintió y le siguió escaleras arriba.

Al entrar en el cuarto Bradley comenzó a arrepentirse de todo. Ese lugar le traía muchos recuerdos y no quería arruinarlos con una noche que podría ser la última.

No quería que lo que estaban a punto de hacer mañana no lo recordaran y menos que si lo hacían, luego lo tomaran como un error.

"Tris será mejor que no hagamos esto." Murmuró observando al rubio comenzar a desabotonarse la camisa.

Coincidentemente la camiseta que Tris llevaba puesta en ese momento siempre había sido la favorita de Bradley. "Sé que no quieres, probablemente estemos tan borrachos que..."

"Cállate." Ordenó el rubio interrumpiéndole y con un tono de voz completamente seco, sin dejar de bajar sus pantalones. "Quiero tu ropa regada por el suelo de mi cuarto y que dejes toda tu maldita mierda justo allí, en la puerta. ¿Podrías solo quedarte en silencio?"

El rizado suspiró y pensó unos segundos lo que estaban a punto de hacer, sin más se desnudo torpemente y se arrojó a los brazos de Tristan.

Se sentía tan ajeno todo y quería que volviera a ocurrir, Bradley le necesitaba mucho y en todo ámbito.

Lo había extrañado tanto que Tristan no podría si quiera imaginarlo, en serio necesitaba sentir que el rubio era suyo otra vez y más que nada que Tristan le hiciese sentir que seguía siendo solamente de él porque mierda, necesitaba olvidarlo todo y pensar que las cosas seguían siendo como antes por lo menos un momento.

Las caricias de Evans sobre su cuerpo antes de que su relación se terminara llegaron a la mente del menor, en serio quería que ocurriera otra vez. Necesitaba volver a sentir su cuerpo ser recorrido por las fuertes y prepotentes manos de Tristan, necesitaba a Tris susurrándole al oído que le pertenecía y que siempre sería el amor de su vida.

Y Bradley por su parte tenía que decirle qué lo seguía amando tanto e incluso más que el primer día en que ambos se habían entregado el uno al otro.

Sus respiraciones ahora se encontraban mezcladas, sus labios se movían sincronizadamente y con pasión, las manos de Evans sostenían la cintura del rizado mientras las de este se aferraban al cuello del mayor sin querer que este se separara de él ni un segundo porque estaba seguro de que no soportaría perderlo otra vez, incluso si lo que estaban a punto de hacer no significara que todos sus problemas se habían arreglado.

Bradley no lo sabía y Tristan tampoco pero lo único que ambos tenían claro era que no podrían detenerse y que se necesitaban mutuamente.

"Está bien, hagámoslo." Susurró el castaño sobre los labios del rubio. Tristan sonrió sancarronamente. "Hazme el amor."

El mayor dejó un último beso sobre los labios de Bradley para hacerlos caer en la cama y quedando sobre él sin aplastarle.

"Dime qué quieres." Tristan susurró causando un escalofríos en el cuerpo del menor.

Brad lo besó de vuelta, rápido, con prisa y con mucha necesidad pero aún así era un beso lleno de sentimientos y emociones mezcladas.

En realidad no necesitaban hablar porque hablar era una mierda y ellos necesitaban actuar, nada más. Ambos sabían que la mejor manera de arreglarlo todo era con acciones. Así que, cuando ambos se separaron de ese beso el menor guió sus labios al oído del rubio (tal y como sabía que a Tris gustaba), para finalmente murmurar;

"Quiero tus manos sobre mi, Tris."