Que ni la muerte nos separe

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"Ilusiones perdidas, recuerdos perdidos, recursos perdidos, enseñanzas, temores, creaciones pérdidas. Colores, esperanzas, sueños, vidas perdidas.

¿Y que ganan?

Una bomba daría de comer a 2000 personas, pero no, prefieren matar. Ese chico que mataron podría haber inventado la cura contra el cáncer, pero no, prefieren matar. Ese grupo de jóvenes que asesinaron podrían haber hecho una campaña contra las drogas y evitar muertes, pero no, prefieren matar.

¿A cambio de que?

Esa chica que mataste podría ser el amor de tu vida y ese hombre que secuestraste el padre de tus hijos, ese señor por ahí sea el abuelo de tus sobrinos y esa chiquita la mejor amiga de tu hija.

¿Como matarlos?

Tu conciencia, tus remordimientos, esos arrepentimientos que te siguen toda la vida. ¿Hacen falta? Si no queres avergonzarte de tu pasado, hace las cosas bien en el presente.

Es tu gente, es tu ciudad, es tu país, es tu mundo, es tu vida, esa gente es parte de la vida y vos, tan insignificante como ellos, no tenes derecho a arrebatarlos. No tenes derecho a vivir a costa de la muerte de otros, no tenes derecho a nada después de sacarle el derecho de vivir a otro.

Basura, desperdicio, eso sos. La gente si supiera lo que hiciste correría lejos, te temerían, te odiarían y hasta algunos intentarían matarte.

Basura, desperdicio, eso llegaste a ser. Haber tenido una mala vida o haber tomado una mala decisión no te da derecho. Nada te da derecho a matar, a robar, a quitar y a hacer sufrir.Tu vida no mejora arruinando la del otro.

No te deseo el mal, ya hay mucha gente que te quiere muerto y espero que tu conciencia se encargue de hacerte pagar todo el daño que hiciste.

¿Por qué?Porque prefieren matar a asumir sus errores, a aceptar a los demás, a ser humanos."

Tenía la misma sensación de soledad que cada tarde, esa sensación de estar incompleto, de que te falte algo. Es que cuando uno sabe lo que es estar lleno, es difícil volver a estar por la mitad. Es como una personas vidente pierde la vista, seguro sufre más que la persona que nació sin poder ver.

Yo estuve lleno algún día, hace mucho, y duele como nada que haya sentido antes saber que ahora volvía a estar solo. Y por culpa de gente que no merecía ni siquiera vivir en este mundo.

No sé qué fue de ella, de esa mujer que supo completarme hace tantos años. ¿Tendrá una familia? ¿Se habrá enamorado de otro? ¿Estará viva? Simplemente no sabía, y eso me mataba cada día.

Me vestí y fui rumbo a la fundación "Ni un día de Olvido" donde contaría mi experiencia dentro de esa guerra que solo supo traer tristeza y soledad. Fueron batallas que no solo pelaron los soldados que se opusieron, fue una guerra que cada persona que perdió a alguien querido, que sufrió algún abuso o que fue discriminado lucho. Porque todos pelearon, tal vez con en defensa propia, en defensa de otro, contra sus propios pensamientos, contra la necesidad de decir lo que pensaban sin miedo a las consecuencias. Todos pelearon y no todos lograron ganar la batalla.

Yo no supe ganarla, no supe defender a la mujer de mi vida cuando debí hacerlo. Y ahora cumplía la condena por ello, no haber crecido junto a ella definitivamente es una condena digna de gente demasiado mala para merecer algo en esta vida.

Llegue al lugar y me posiciones para contar mi historia frente a toda esa gente, algunos más jóvenes, otros más ancianos, algunos que compartieron conmigo ese sufrimiento en el campo de concentración y otros que solo querían saber cómo había sido.

-Hola a todos, me llamo Yosef Jaim, estuve en el campo de concentración de Varsovia. Mi vida era normal de un chico de 17, una familia unida y amorosa, amigos con quien compartir chistes y malos momentos y una novia preciosa a quien amaba como a nadie, cuando empezaron todas aquellas prohibiciones que terminaron en una catástrofe mundial. Estaba con mi novia, Sara, en una plaza cuando unos soldados nos vinieron a buscar para llevarnos a algún lugar que no conocíamos. Ambos estábamos asustado aunque yo intentaba no demostrarlo por ella, le sonreía y le dije q todo iba a estar bien. Nos pusieron al final de una fila enorme con miles de otras personas que no conocíamos.

Estaba preocupado. Por Sara, por mi amigos, por mis padres, por mi hermana pequeña. No sabía qué era lo que iba a pasar con nosotros.

Avanzamos hasta que unos soldados para nada amables nos recibieron. Le dijeron a Sara que se ponga en una fila que había más adelante mientras otro le decía que me quedara en la que estaba.

No iba a dejarla sola con esta gente. Me opuse aún sabiendo que ellos estaban armados y sufrí por mi "falta de respeto" hacia ellos.

Le prometí que la amaba y que la iba a encontrar sea como sea, que la iba a sacar de este lugar horrible. Ella me prometió que me iba a esperar y me repetido que me quería como a nadie. Sonreí en un intento de inspirarle confianza y la deje ir. Sigo arrepintiéndome de ese error. Pase mucho tiempo en ese campo sin verla, buscándola desesperado, escuchando historia de gente que desaparecía y volviéndome loco por encontrarla. Le había prometido algo e iba a cumplirlo. Aguante todos los golpes, el hambre, el dolor, todo por volverla a ver. La promesa que hice me mantuvo vivo. Soy consciente de que sobreviví por eso, por ella. No sé que habrá pasado con Sara. Nunca la encontré, nunca cumplí la promesa.

Pero lo intente hasta el cansancio, hasta hace unos años seguí buscándola por el mundo, enfrentándome con gente que podría saber algo de ella.

A veces pienso que tal vez ella falleció y me ayudó a sobrepasar lo que fue esa horrible guerra. Sea como fuera, si algún día escucha esto, te quiero agradecer Sara. Por salvarme y por mantenerme cuerdo en los peores momentos. Y te pido perdón, por no salvarte a vos, por no cuidarte como te prometí tantas veces, por no encontrarte como debí haber hecho. Te ame, te amo, y siempre te voy a amar Sara. Estés donde estés. Hoy te prometo una cosa más que sé que voy a cumplir, no te prometo un "hasta que la muerte nos separe", te juro que ni la muerte nos va a separar.- termino de hablar con lagrimas corriendo en mis mejillas.

Una mujer se levanto de su silla en el mismo estado que yo, llorando a mares.

La observe, cabello rubio, ojos celestes como el cielo y una cicatriz que recorría su ceja derecha. La misma que tenía la hermana de Sara desde que se cayó de su bicicleta de más chica.

Mi corazón latió a una velocidad que no sentía desde hace 79 años y las lágrimas salieron más fuerte de mis ojos como una canilla abierto.

Pero esta vez eran de felicidad.

Era ella. No podía no serlo. Camine hasta ella al tiempo que ella caminaba hacia mí como si de una película romántica se tratara. Necesitaba saber que había sido de mi mujer.

-Iósi- susurró sorprendida

-Por favor Decime que paso con Sara- suplique

-Ella escucho que iban a matarte un día, lucho contra el soldado y la asesinaron en ese momento.- me contó

-Se sacrifico por mi- susurre

-Ella te amaba

-Yo la amo- afirme- Gracias por contarme

Intente abrasarla cuando escucho un sonido sordo, un disparo. Gire a ver qué ocurría cuando vi una bala dirigida hacia Rajel, mi cuñada. Sin dudarlo la tape de la línea de fuego y sentí como la bala me golpeaba. Escuché gritos lejanos que gritaban mi nombre.

Y por primera vez desde hace mucho, sonreí. Sonreí feliz, con ganas, con alegría, lleno de esperanzas. Faltaba poco para volver a ver a mi mujer, lo sentía.

Ya había cumplido mi papel en este mundo, ya había transmitido mi memoria y había salvado a la hermana de Sara. No había cumplido mi promesa, pero había logrado salvar algo que tenía relación con ella. Solo eso necesitaba para estar listo.

Ahora solo me quedaba cumplir mi mejor juramento. Y sabía que iba a lograrlo, no iba a ser ningún problema amarla hasta la eternidad.

Para viajar lejos, leeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora