Lauren Jauregui caminaba tranquilamente por el bullicioso pasillo mientras la música proveniente de sus auriculares invadía sus oídos. Ella era una chica popular e imponente que atraía las miradas de toda la escuela, algunos la admiraban y otros tantos la odiaban. Lo atravesó con pasó firme, hasta llegar a la puerta roja del salón 4F-480. A la vista se encontraban todos sus compañeros reunidos en pequeños grupos hablando y riendo. Entró y caminó directamente hacia la última fila, donde se encontraba el asiento del que se apropió el primer día de clases. Siempre junto a la ventana. Dejó su mochila en el piso junto a su asiento y giró la cabeza hacía la ventana, era un día nublado, demasiado para aquella época del año. La música continuaba reproduciéndose, mientras su mente se perdía entre las nubes oscuras que se extendían en el cielo.
De pronto un leve toque en el hombro la hizo salir de sus pensamientos. Normani Kordei, la bella morena que la había acompañado a lo largo de toda su vida desde que tenia memoria, se conocieron en el jardín de niños y desde entonces fueron inseparables.
-¿Por qué tan pensativa?-preguntó la joven mientras se acomodada en la silla.
-Por nada, tan sólo me preguntaba porque estaba tan nublado el día en esta época, cuando se supone que debería estar resplandeciente.
-¿Por qué siempre vas haciendo preguntas tan extrañas? Es un día nublado, siempre sucede, el clima es impredecible Lauren, no debería preocuparte tanto- dijo Normani intentando entender la rareza de su mejor amiga.
-Sí, bueno, supongo que estoy haciendo lío por algo tan simple, ya me conoces.
-Sí Lauren, eres rara, ya lo sé- interrumpiéndose a sí misma un segundo- por cierto, encontré a Dinah en la entrada, ¿sabes algo de Camila?, estuvo esperándola en el paradero de autobús pero no llegó, cree que se quedó dormida y quería saber si tu sabías algo al respecto.
Lauren permaneció en silencio por unos segundos intentando recordar la noche anterior, habían hablado por la noche, Camila había estado un poco extraña durante las últimas semanas pero el día anterior no había sido distinto al resto de la semana, simplemente había dicho que estaba cansada y necesitaba dormir.
-Ayer mencionó que estaba cansada, probablemente se quedó dormida, ya sabes cómo es su relación con las sábanas- dijo intentando dejar cualquier mal pensamiento de su cabeza- iré a buscarla a su clase al cambio de hora.
Normani estaba a punto de contestar, pero unos tacones se oyeron entrando a la habitación, una mujer de rasgos latinos, de cabello negro y ojos cafés, delgada que caminaba elegante hasta llegar a su escritorio- buenos días chicos.
-Buenos días Señorita Acosta- se oyó al unísono.
La señorita Acosta era una bella mujer cubana, que dictaba la clase de literatura. Sin embargo, Lauren la conocía por ser la madrina de Camila; sus padres la conocían hace muchos años y era como una segunda madre para la pequeña.
La clase comenzó con la misma seriedad de siempre, hablando sobre el Quijote. Lauren seguía pensando aún en el clima y en el porqué de su amenazante oscuridad; sus ojos atravesaban la ventana intentando escrutar las nubes y la forma en que avanzaba su ciclo, formando la lluvia que poco a poco comenzó a caer en el patio y a salpicar contra el vidrio frente ella. La música característica que creaban las gotas cayendo aceleradamente, comenzó a encontrar su camino hasta los oídos de la ojiverde, trayendo consigo una melodía conocida para su memoria, melodía que se traducía en el recuerdo de una preciosa Camila Cabello encogida bajo el tupido árbol del patio trasero de la escuela, en medio de espasmódicos temblores a causa del frio; el recuerdo de la desesperación que sintió al verla así, la manera en que intento protegerla y el posterior chispazo que se encendió aquel día lluvioso, dándoles un calor que solo sus corazones pudieron sentir.Flashback
Lauren se encontraba jugando softball junto al equipo en medio de gritos de aliento y algunos insultos de frustración por parte del equipo contrario. Lauren la bateadora estrella, estaba siendo, una vez más, el personaje principal de aquel partido de entrenamiento. Los minutos pasaban y poco a poco el día comenzó a tornarse oscuro, el cielo sobre ella comenzó a cargarse con mucha rapidez de lo que parecía ser, el vaticinio de una pronta tormenta. Lauren seguía concentrada en el juego que tenía frente a ella, en medio del campo, esperando ansiosa por el lanzamiento de su contrincante, que se preparaba para lo que sería el lanzamiento que definiría el marcador. De pronto el sonido del viento rompiéndose por la velocidad, advirtió a la muchacha del veloz movimiento de la pelota encaminándose hacia su dirección; un sorpresivo estruendo opacó el eco del bate chocando con fuerza contra la pelota. Así, casi en lo que pareció un pestañeo, las gotas comenzaron a caer pesadamente sobre la superficie, tan repentino y tan fuerte que todos olvidaron el perfecto golpe que lanzó a la pequeña pelota fuera de la jaula de bateo.
Los pequeños gritos comenzaron a hacerse comunes, mientras todos los presentes corrían buscando refugio. Lauren había observado su perfecta jugada, intentando buscar la bola a lo lejos, haciendo caso omiso a la tempestad que caía sobre su cabeza. No le molestaba la lluvia, de pequeña ella solía jugar en los días lluviosos, chapoteando por todo el patio de su casa, en medio de saltos y risas que solo ella podía comprender.
-¡Lauren! ¡¿por qué diablos sigues ahí?! ¡Ven aquí, dios santo!- dijo una chica pequeña desde un pequeño deposito de instrumentos deportivos en el que se refugiaba.
Lauren giró la cabeza hacia la joven que la llamaba- ¡Iré por la pelota Ally!- dijo en respuesta la pelinegra, restando importancia a la preocupación de su amiga.
-¿¡Estas loca!? ¡esta cayendo una maldita inundación! ¡te enfermarás!- gritaba la joven intentando convencer a su amiga.
-¡No te preocupes Ally, te veo en el salón de clases!- sin esperar mayor respuesta, Lauren se puso en marcha, atravesando el campo y saliendo de la jaula de bateo. Le gustaba como el agua caía sobre su rostro, cómo esta tenia el poder de purificar su cuerpo, llevándose las energías insanas que cargaban sus músculos, sus problemas y sus miedos. Caminaba pisando los charcos que se formaban a lo largo del pasto del campus, acercándose más al pequeño bosque que limitaba el terreno de la escuela, mientras buscaba con la mirada algún rastro de la pelota de beisbol que ella, con tanta destreza, había lanzado. Giraba la cabeza de un lado a otro, mientras las gotas caían dispersándose por su rostro, mojando su cabello y su ropa, pegando su camiseta al cuerpo húmedo que comenzaba a estremecerse a causa del frío.
Se acercaba más al limite del campus donde el pasto se hacía más alto, zona donde casi nadie iba, por la falta de cuidado del área. De pronto, vio un objeto blanco en medio de la maraña de hojas y hierba que se mojaba y se mezclaba con el barro que se estaba formando, a unos 20 metros a lo lejos. Caminó, aún con la misma calma que tuvo durante todo el viaje, hasta llegar al lugar en el que descansaba la bola casi enterrada a causa del fango que la rodeaba. La tomó con solo dos dedos, observando cómo había transformado su color a un marrón claro, con ligeros tintes de blanco. Frente a su rostro, focalizado su atención en el objeto que tenía en sus manos, observó una ligera mancha negra detrás, a lo lejos en la zona borrosa de su visión, se detuvo un minuto intentando acostumbrar sus ojos, entornándolos, a la nueva imagen que intentaba descifrar a lo lejos. Una chica, sentada abrazando sus rodillas con la cabeza escondida, apoyándose en el viejo roble que desaparecía detrás de la hierba.
Lauren conocía esa silueta. "¿Camila". Aún con la esfera en la mano, comenzó a dar pasos torpes, embarrando sus zapatos, atravesando las voluminosas plantas que se elevaban cada vez más alto. En ese momento, la lluvia dejó de resonar en sus oídos, el fango bajo sus pies, dejo de ser un impedimento que frenara sus pasos y el frio de su cuerpo comenzó a disminuir gracias a una honda de calor que se comenzó a extender desde el centro de su pecho hasta el resto de sus extremidades. Mientras más cerca estaba de ella, sentía como su corazón presionaba fuertemente, entre una mezcla de emoción y preocupación; dando paso a una angustia generalizada que hacía sus pasos más veloces. Cuando se dio cuenta, ya estaba corriendo para darle el encuentro a la chica que lloraba empapada bajo el roble en el que hallaba una ligera protección de la torrencial lluvia que caía. Le parecieron los segundos más largos de su vida y de pronto todo ese suplicio que creía que acabaría en cuanto llegara, aumentó cuando estuvo a pocos centímetros de ella.
-¿Camila?- dijo la ojiverde mientras sentía como su corazón se estrujaba al ver a la pequeña joven, sufriendo a solas en medio de la lluvia.
La chica se sobresaltó ante el sonido de esa voz diciendo su nombre; levantó la cabeza dejando a la vista su rostro húmedo y cansado, y comenzó a escrutar a la joven parada frente a ella, sin ninguna expresión, su rostro no transmitía nada al verla, tan sólo se observaba el profundo dolor que emanaba de sus ojos. Después de un momento de análisis, Camila volvió a bajar la mirada.
-Hola - dijo con un tono casi imperceptible. Seguía abrazando sus rodillas, temblando como si su cuerpo hubiese perdido el control.
-¿Qué haces aquí Camila?- se acercó suavemente a ella, agachándose hasta llegar a su altura, deslizó la mano hasta su hombro intentando calmar sus movimientos- estás al borde de una pulmonía, Dios...Tenemos que irnos Camila.
- No, ve tú, estaré bien, tranquila- su voz, completamente neutra, era inconsistente a causa del movimiento compulsivo su cuerpo.
- Estás demente ¿cierto? Vámonos- Lauren tomó su mano intentando arrastrar su cuerpo mientras se ponía de pie.
-¡No!- apartó su brazo con fuerza, acercándolo a su cuerpo y encogiéndose aún más como si estuviese frente a un terrible monstruo que la arrastraría a un pozo oscuro y profundo. Tal vez sí era cierto.
Los ojos esmeralda observaron la escena con profundo miedo y dolor. Realmente no entendía porqué le dolía de esa manera, sólo sabía que era real y que no podía dejar a la chica indefensa y vulnerable en medio de ese lugar; tenía que protegerla y cuidarla sea como sea. Se dirigió al costado de la pequeña, sentándose suavemente.
-¿Tienes frío?- preguntó intentando buscar la mirada color chocolate.
- No, estoy bien...- dijo suavemente.
-Tu cuerpo casi convulsionando dice lo contrario.
Camila sonrió ante la broma y levantó la cabeza dirigiendo sus ojos hacia los de su acompañante- Bueno, tal vez sí tengo un poco de frío- sus ojos se tornaron ligeramente brillantes.
-¿Qué tal si vienes conmigo, vamos a los vestidores del equipo, te secas y te presto algo de ropa que tengo ahí de repuesto?, yo personalmente no creo que necesite más baño del que estoy teniendo ahora mismo, así que luego podemos ir a tomar chocolate caliente - Lauren, había descrito sus propuestas con mucha emoción, su sonrisa, dejo ver esa real ansia que le había dado la idea de poder ir a tomar algo con Camila, no sabía porqué, pero algo le sucedía. Locura tal vez.
Camila la observó, realmente no tenía idea por qué es que la chica más popular de la escuela la quisiera salvar por tercera vez, pero le emocionaba de una manera poco usual y supremamente satisfactoria.
-Entonces... ¿Qué dices?
Algo en su sonrisa y en la manera en la que esos ojos verdes, brillantes como una aurora, la miraban, la habían cautivado y no podía negarse- Esta bien, vamos.
Lauren y Camila se levantaron y casi como un instinto, en el que la más pequeña simplemente sentía como el calor de la ojiverde era el amanecer de una noche sin estrellas, se acercó buscando protección. Sintió como un brazo la rodeaba con fuerza y en ese preciso momento supo que había encontrado su lugar.
Caminaron en medio de la lluvia, hasta llegar al edificio de la escuela. El pasillo estaba vacío y oscuro, para la chica de ojos cafés, ese pasadizo se había convertido en una pesadilla y ahora, probablemente, después de mucho tiempo podía sentirse segura. Siguió los pasos de su acompañante, girando hacia la derecha e izquierda incontables veces hasta que llegaron a una puerta roja al final de una de las alas del lugar.
-Pasa- dijo la más alta mientras abría con delicadeza la puerta, haciéndose a un lado cediendo el paso a su acompañante. Camila, entró temerosa, observándolo todo en aquella gigantesca habitación iluminada por muchos focos de luz amarilla con casilleros que formaban hileras de pasillos hacia ambos lados y asientos alargados que hacían las de contenedores de toallas sucias.
-Lo sé, es un desastre- dijo una voz desde atrás sacándola de sus pensamientos- pero es más seguro que ahí afuera.
Lauren la tomo de la mano y delicadamente la dirigió hacia uno de los costados, hasta llegar al que parecía ser su casillero. Soltó su mano y comenzó a mover la manija hasta que se abriera, comenzó a rebuscar entre las cosas sacando una camiseta y un pantalón holgado de deporte, junto con una casaca que le hacían juego.
-Esto es para ti, está limpio- dijo mientras se detenía un segundo a pensar- pensaba ponérmelo yo pero usaré lo mismo con lo que vine a la escuela.
- No te preocupes, no es necesario, yo puedo ir a casa así- su voz se cortaba en cada palabra haciéndola tartamudear.
- Estás loca ¿cierto? Ve a ponértelo ya, normalmente nos vestimos todas frente a todas pero puedes ir al otro lado del pasillo, no hay nadie.- sonrió.
Camila recibió la ropa y miró a Lauren por última vez con una sonrisa de agradecimiento antes de girar y dirigirse hacia donde le había indicado.
-Si necesitas algo me llamas.
Lauren sacó su mochila del casillero, y de allí extrajo más ropa, comenzó a desvestirse dejando su cuerpo libre de cualquier atadura, tomó una toalla y comenzó a secarse.
Camila ya se encontraba vestida y decidió salir de su escondite para ir al encuentro de la ojiverde. Caminó tan sólo un par de pasos volteando hacia el lugar en donde ella se encontraba y pudo observarla, desnuda, secando su cuerpo perfectamente contorneado, impregnado su imagen en la retina café para siempre. Sus músculos se congelaron ante la vista, dándole una sensación de hormigueo que recorrió cada milímetro de su piel, "es perfecta" pensó.
Lauren sin percatarse de la presencia de aquellos ojos que la observaban a lo lejos, continuó y tomó prenda por prenda colocándosela con total tranquilidad hasta estar completamente vestida. Tomó sus cosas y giró.
-¡Oh! Ya estás lista- sonrió dulcemente haciendo que la pequeña saliera de su trance.
-Sí, ya... estoy lista- los nervios se apoderaron de su delgado cuerpo, ¿qué había hecho? ¿estaba espiando a Lauren Jauregui?¿qué tenía en la cabeza?
-¿Nos vamos?
-Sí
Ambas chicas salieron del edificio y se dirigieron al estacionamiento, donde Lauren tenía aparcado su auto. Presionó el botón de las llaves desbloqueando las puertas, mientras se oía el pitido. Caminó hacia la puerta del acompañante, abriéndola para que Camila pudiese subir. "¿Por qué haces todo esto Lauren?". Cerró la puerta y se dirigió hacia la del piloto, sentándose e ingresando la llave para encender el auto.
-Y bien... ¿A dónde vamos?- preguntó girando su cabeza para mirar a Camila.
- No lo sé, creo que es mejor que vaya a casa- sus ojos se habían perdido en las manos que se movían nerviosas sobre sus piernas.
- Nada de eso, te prometí chocolate caliente y eso te daré- silenciándose a sí misma un segundo- vamos a mi casa, pediré que nos preparen algo.
Sin más, Lauren movió la manija de cambios y se hecho a andar.
El camino lo pasaron en silencio, tan sólo atentas a la carretera por la que se conducían. Camila observaba por la ventana como superaban una casa tras otra, alejándose cada vez más de la ciudad.
-¿Falta mucho para llegar a tu casa?- preguntó
- No tanto, en realidad estamos relativamente cerca.
-¿Relativamente?- miró a la chica en el volante con incredulidad- No debí venir, no sé cómo volveré a casa.
Los ojos verdes se posaron sobre su rostro intentando entender si su expresión era de enojo o de preocupación - Descuida, yo te llevaré a casa, yo te traje, yo te llevo de vuelta.
Los minutos transcurrían y cada casa era más grande que la anterior, llegó un momento en el que comenzaron a separarse por enormes rejas que se elevaban intentando ocultar la majestuosidad de las casas que estas resguardaban.
Camila observaba incrédula el camino intentando descifrar si estaban gastándose una broma o sí Lauren realmente vivía en esa zona de la ciudad.
Después de unos minutos, que parecían eternos en medio de todas esas lujosas mansiones, sintió como el auto bajo la velocidad dirigiéndose hacia un gran portón de madera tallada, que lucía un bello escudo con un jaguar de grandes ojos verdes y dos serpientes que lo adornaban a los costados; estacionándose frente a él.
Bajó las lunas del auto y presionó un botón en el intercomunicador que se conectaba con una cámara que vigilaba todo el área.
Segundos después, el portón comenzó a moverse lentamente abriéndose, y dejando dilucidar una gigantesca estructura que se erguía frente a sus ojos a varios metros a lo lejos. El auto comenzó a moverse nuevamente por un camino de piedras pulidas que brillaban, contrastando su pulcritud con las coloridas flores que se lucían a sus costados, en un campo verde con pequeños adornos de piedra tallada que adornaban el jardín de entrada de la casa. De pronto pudo observar un gran pileta tallada con el mismo escudo que había visto hace unos minutos. Y por último, la deslumbrante mansión de estilo barroco que se elevaba majestuosa frente a sus ojos.
-Llegamos
Camila salió de su asombro y observó la simpleza con la que Lauren la miraba.
-¿Vamos?- sin esperar respuesta, la chica de ojos esmeralda bajo del auto y comenzó a caminar hacia las escaleras que se dirigían a la puerta de entrada de la casa. La más pequeña, bajo presurosa intentando alcanzarla.
- Lauren, yo...- de pronto la puerta se abrió interrumpiéndola.
-Señorita Jauregui, buena tarde-dijo la joven que había salido a recibirla, para luego observar con detenimiento a Camila.
-Buena tarde Andrea, ella es Camila Cabello, una amiga de la escuela, será frecuente verla aquí de ahora en adelante así que por favor ten la amabilidad de atenderla como en su casa - Lauren vio como Camila miraba anonadada toda la escena que se estaba creando- pasa Camila.
Ella tan sólo siguió las indicaciones y se adentro en el aquel lugar que frente a sus ojos era un palacio.
-Sí señorita- giró nuevamente hacia la más pequeña- buena tarde señorita Cabello, ¿desea algo de beber o comer?
- No, gracias, yo sólo...
- Por favor prepara dos tazas de chocolate caliente con malvaviscos y súbelas a mi habitación- dijo Lauren interrumpiendo el temeroso tartamudeo de Camila.
-Acompáñame Camila, te mostraré mi habitación.
Estaban en medio de la gran recepción, desde ahí se podía observar cómo, al parecer, el fondo de la casa se extendía mucho hacia atrás. Observó como a los costados de aquella sala se elevaban dos anchas escaleras que dirigían al segundo piso; hacia donde Lauren comenzó a caminar, subiendo grada por grada velozmente por la derecha. Para la joven de ojos chocolate, mientras más se adentraba en ella, se hacía todo gigantesco. Al llegar al segundo piso, observó a cada lado, pasillos llenos de puertas de madera blanca, todas talladas y pulcras. Lauren continuó caminando adentrándose en la puerta más grande que se situaba, abierta, en medio de ambas hileras. Entraron a otra recepción aún más pequeña que lucía un bello piano de cola negro, resaltando por sobre todo lo demás en la habitación, gracias también, a la luz que se colaba en gran medida por los ventanales instalados en toda la pared de enfrente dejando ver el paisaje de la casa en el patio trasero. Camila comenzó a escrutar anonadada cada detalle, percatándose que este otorgaba un bello cúmulo de árboles que se extendían por un terreno basto y amplio.
-¿Por qué te detienes?
Camila salió de su trance, dándose cuenta de lo maravilloso que era aquel lugar.
-Lo siento, es que tu casa es muy hermosa.
Lauren se encogió de hombros como si las palabras realmente no tuviesen sentido.
-¿Seguimos?
Giraron y vio, que al igual que en piso de abajo, dos escaleras dirigían a un tercero. Subieron nuevamente y encontraron dos hileras más, con menos puertas. Caminaron por la derecha, hasta el final del pasillo, en donde Lauren se detuvo, sacando de su bolsillo una pequeña llave que tenía el diseño del escudo que ya había observado con anterioridad. La introdujo en la hendidura de la puerta, abriéndola y dando pase a que sus ojos se maravillarse aún mas.
Camila entro en la habitación, que lucía como una pequeña sala de estar, con sillones de terciopelo negro, todo ello haciendo juego con cada mueble que se encontraba en el lugar. Una gran mampara que daba hacia una terraza, dejaba entrar la luz e iluminaba todo la habitación. De pronto Lauren interrumpió nuevamente sus pensamientos moviéndose hacia el costado, dirigiéndose a una escalera de estilo moderno que llevaba a otro nivel.
-Espérame un segundo, me cambiaré la ropa... siéntate estás en tu casa- dijo la ojiverde, con una sonrisa, subiendo rápidamente.
"¿Su habitación tiene dos pisos?, esto es más de lo que esperaba..." pensó.
Se dirigió hacia uno de los sillones y continuó con su análisis del lugar. Era una habitación distinta al resto de la casa, a pesar de que conservaba el estilo barroco, tenía bastantes toques modernos que le daban un calor especial, mirándose claramente el sello de Lauren.
Gran televisor, equipo de sonido, mesa de centro, adornos, estante lleno de libros Y una bella lámpara de araña hecha de cristal.
De pronto escucho los pasó de la joven bajando las escaleras.
-¿Estas cómoda? Tenía que cambiarme, estaba sucia y no tolero sentirme así- dijo acercándose a ella con total naturalidad y una sonrisa muy hermosa- bueno... en realidad sí lo tolero, ya sabes, el deporte y eso, me hace estar sucia y lo disfruto mucho, pero creo que es extraña mi actitud al respecto. Es decir, lo tolero cuando estoy con el uniforme, pero con ropa casual, no puedo- dijo riendo para sí misma.
Camila sonrió ante tal análisis.
-Lo sé, estoy loca- dijo riendo aún más- ¿Quieres hacer algo? ¿Pongo música o una película?
-Lo que desees, sorpréndeme- dijo Camila intentando sonar divertida.
-Bien...- se detuvo a pensar un segundo- ¿te gusta la comedia?
-Sí - respondió animada.
-Un clásico, ¿te parece? Este cuerpo no es mío ¿la has visto?
-Sí y me gusta mucho así que me parece una buena elección
-Genial- Lauren se dirigió al televisión y en uno de los estantes comenzó a buscar entre las cajas de vídeos. Encontró lo que buscaba y comenzó a colocarlo en el lector de DVD, de pronto se escuchó el sonido de la puerta.
-Adelante- la puerta se abrió y observó a la joven de momentos atrás con una bandeja con dos tazas grandes de las que se salía humo y un olor delicioso y dulzón. Además, traía consigo pequeños platos con bocaditos. Acercándose con suavidad colocó la charola en la mesa de centro.
-¿Desean algo más señoritas?
- Nada por ahora, gracias Andrea.
-Esta bien, permiso - la muchacha salió de la habitación tan silenciosa como había entrado.
-Sírvete, el chocolate que hace es delicioso- Lauren tomó asiento, siempre sonriendo a Camila como si ella fuese un bello y constante regalo.
El tiempo fue pasando, tan rápido que casi no lo sintieron, entre risas y conversaciones profundas que las alejaron de la temática de la película. Ambas sentadas cómodamente en el mismo sillón, observándose mutuamente. Luego de un momento, vio como afuera todo ya había oscurecido.
-Debería irme ya a casa- dijo la pequeña.
Lauren cayó en cuenta de lo tarde que se hacía, sobresaltándose ligeramente, saliendo de su zona de confort que extrañamente había encontrado junto a Camila.
-Tienes razón, ¿vamos?
- Descuida, puedo ir sola, no te molestes.
-¿Bromeas, cierto? Te dije que te llevaría a casa, además es tarde y no pienso dejarte ir sola. Vamos, coge tus cosas.
Ambas chicas siguieron el mismo camino por el que habían subido hasta llegar al patio de entrada. De pronto un hombre alto con traje, se dirigió hacia ellas.
-Buena noche, Señorita Jauregui, ¿desea que la lleve a algún lado?
-Sí por favor, trae el auto.
El hombre dio una vuelta y desapareció. Minutos después un auto de lunas polarizadas les dio el encuentro estacionándose frente a ellas. De la puerta del piloto salió el mismo hombre, abriéndoles la puerta trasera. Ambas chicas entraron y cerraron la puerta.
-¿A dónde vamos?- preguntó el hombre.
Camila dio las indicaciones y el auto se puso en marcha. Lauren busco junto a la puerta un botón, presionándolo y haciendo que una luna oscura se levantará separando la cámara del conductor de la de los pasajeros; dándoles más privacidad.
El camino se la pasaron conversando profundamente sobre diversos temas, riendo y filosofando. A medida que las palabras fluían, los sentimientos comenzaban a florecer tan rápido como si la primavera hubiese llegado con Camila Cabello y sus grandes ojos, tan dulces como el chocolate. Lauren sentía un calor extraño y especial cada vez que estaba junto a ella, de una forma inexplicable algo se elevaba hasta su cabeza estremeciéndola y dibujándole una sonrisa constante. ¿Por qué toda esta atención e interés exacerbado en Camila? ¿Por qué le importaba tanto? ¿Por qué pensaba en ella desde aquel día en la playa? ¿Por qué no dejaba escapar esa sonrisa de su cabeza?
Ambas chicas habían acomodado, inconscientemente, sus cuerpos de tal forma que terminaron abrazadas, con la cabeza de Camila apoyada en el pecho de Lauren. De pronto el auto se detuvo lentamente, y se escucho una voz saliendo de los parlantes de la puerta "Señorita Jauregui, llegamos" ambas se sobresaltaron sentándose ligeramente, mientras Lauren buscaba un botón en la puerta "Esta bien, espera un momento".
-Demasiado moderno para mi gusto- dijo la pequeña chica mientras arreglaba su cabello.
-Lo sé, pero tiene ventajas- Lauren observó a Camila, percatándose de la corta distancia que las separaba. La joven Cabello levantó la cabeza y encontró sus ojos con el color esmeralda de su acompañante. Algo en el ambiente empezó a cambiar la temperatura, provocando más calor del que había hace unos minutos. Ninguna de las dos atendió el hecho de que estaban sintiendo exactamente lo mismo, la aceleración de su palpitar comenzó a crear latidos sincronizados reproduciendo una música que sólo sus corazones pudieron percibir.
-Supongo que es momento de despedirse- Camila observó inconsistentemente los ojos esmeralda para luego pasearse hasta llegar a los labios rosas de Lauren, haciendo arder sus mejillas.
-Sí, eso creo- los ojos verdes observaron como la mirada de Camila se posaba en su boca. Comenzó a sentir la efervescencia que se expandía por su piel. Algo dentro de ella la atraía como un imán hacia los labios de la delgada joven frente a ella. Ambas estaban envueltas en otro tiempo, estático y eterno. Sin saber cómo, sus cuerpos se condujeron solos, acercándose lentamente, terminando con la distancia que tanto habían reprimido. Sus labios se encontraron, al principio tan sólo con un suave roce, que las hipnotizó con tanta fuerza que, sus bocas comenzaron a danzar lentamente en un beso dulce y electrizante.
- ¿Señorita Jauregui? ¿busco un mejor lugar para estacionar? El portero solicita que salgamos de la entrada.
La voz rompió la escena, causando en ambas un ardor intenso en sus mejillas.
-Es mejor que suba ya- dijo Camila evitando los ojos de Lauren.
-Sí, entiendo, te veré mañana ¿cierto?- busco el rostro de la pequeña.
-Sí, eso creo... adiós Lauren- buscó la manija de la puerta abriéndola.
- Adiós Camila- sonrió observando como la joven salía y cerraba con un sonido seco.
Presionó el botón del intercomunicador.
-Vámonos.
********Tardé en subir capítulo porque estaba demasiado saturada con trabajos de la Universidad, aún lo estoy pero necesitaba entregar nuevo capítulo ya.
Gracias por leer *.*
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Angel's Tears
FanficCamila Cabello vivió siempre bajo las sombras y la desesperación, hasta que unos bellos ojos verdes la salvaron. Lauren Jauregui la rescató para luego convertirse en su perdición, aquella mujer que a pesar de salvarla, también la llevo al abismo. Ah...