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Hoy vino a mi mente una plática que tuvimos hace tiempo. La recuerdo, pues no sé qué más hacer en este día. Te contaré, aunque lo más seguro es que también tú la recuerdes. 

—¿Qué se siente ser libre? —te pregunté.

—Ser libre —dijiste —no se piensa, se es. Una persona libre sólo se sabe y se siente libre cuando tiene una limitación y repiensa en la libertad que tenía y que ha perdido por el impedimento o algo amenaza con limitarle, como ir a la cárcel; antes de eso ni siquiera repara en ese concepto. Es algo tan vano, tan natural que se da por hecho.


»Lo creas o no, tú eras libre antes de conocerme, no te cuestionabas nada. Vivías en tu mundo como yo en el mío, sin preguntarse cómo se sentiría ser otra persona o estar en otro lugar. Hacíamos lo que podíamos según lo permitiera el entorno. Cuando notas que algo se te dificulta hacer, porque el cuerpo no puede, porque existen castigos o porque te sientes mal al hacerlo, abres los ojos de pronto y te das cuenta de las celdas y cadenas que te encierran. El cuerpo es una cárcel, las reglas forman otra y la moral una más grande». 

—Por como lo cuentas, nunca has sido libre tampoco —te dije —. Supongo que en el lugar de donde vienes, tampoco tu cuerpo te dejaba hacer muchas cosas, había reglas y castigos por romperlas y eso de la moral, que todavía no entiendo mucho, algo debería afectarte, ¿no?


—Creo que la libertad es personal —respondiste —, si te sientes libre, eres libre... mejor dicho, si no tienes en mente la prisión, eres libre. Aunque a ojos de alguien más tengas limitaciones. Si tú no las ves, no eres presa de nadie ni de nada. En tanto se depende de algo, como de la tierra para sostenerte, no eres libre; pero en la medida en que esas limitaciones no te impidan hacer lo que te es natural, lo eres. Como el pez presa del mar, no es totalmente libre por los límites que el agua le impone; pero el pez puede hacer lo único que puede con el cuerpo que tiene y las necesidades que posee. Decir que no tiene libertad sería juzgar muy duramente al pez y muy estrictamente al concepto.

»No así tú, tampoco yo, que podemos hacer más que levantar piedras, agachar la cabeza y amarnos en secreto. Nadie dice que eso sea natural, que levantar y acarrear sea para el humano lo que nadar es para el pez. Tú conociste una libertad distinta conmigo. En mi mundo las personas que se aman se besan en las calles y presumen su amor, y al saberlo viste barrotes frente a ti, unos que yo ya veía porque me enseñaron que no deberían existir. Por eso, amor, quiero que mis últimos alientos sean lo opuesto a mi prisión actual. Deseo tirar barreras, levantar el rostro al cielo y amar libremente. Antes de conocerte huir serviría para ser libre, ahora sin ti la libertad no sería tal. Eres una nueva celda, una adorable y dulce celda».

Eso dijiste, yo pregunté más porque no entendía algunas palabras raras que usabas. Pero ahora creo entender mejor. En las lejanías no valoran lo que se hace aquí, me contaste. Incluso decías que hay personas que luchan porque las personas puedan hacer cosas por ellas mismas, sin que impongan con castigo su voluntad.

Si dudé por un momento que pudieras estar en lucha, recordar esas palabras me hacen pensar que debes estar ahí. Ese lugar protegido por barreras y en lucha con los amos, ese lugar con vista al cielo, donde seguro hay cadenas por ese defecto de la libertad de nunca ser total, pero deben ser más suaves. Debes estar ahí, lo suficientemente cerca para guardar una esperanza de mí. Hacia allá se alejan estas raíces que crecen de noche sin dejarme dormir, que casi duelen, me emocionan y me aterran.

Recuerdo con culpa todas las ocasiones en que me dijiste que huyéramos y yo me aterré. En ese entonces yo te até. Tal vez tú me odiaste entonces por mi necedad y tal vez sigas sufriendo aún por la misma causa. Más de un año de dudas. ¡Tanto tiempo desperdiciado!

Quien caminó una vez, desea volver hacerlo, porque sabe del impedimento que no te permite hacer lo que antes le era natural. Hablando de libertad, yo nunca aprendí a andar y hoy descubro que debo correr, pero por ti, haré lo imposible.

TIEMPO DE ESPERA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora