Resistencia mental

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Los días pasaron muy rápido y se sentía un aura oscura en el ambiente.

La mayoría ya estaban preparados para la guerra, que sin darse cuenta ya había empezado hace tiempo.

El plan de Inglaterra se retrasó unos días gracias a una especie de barrera extraña en la frontera de Italia, al igual que en la de Alemania; la cual despertó muchas dudas al respecto.
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—Dime que aceptarás aliarte conmigo, Alemania.—El rostro del italiano era iluminado por unas cuantas farolas encendidas.

—¿Porqué debería?—Alemania no se sentía inseguro, sino más fuerte, más decisivo.

—Me encanta que preguntes—rió—a tu nación y a ti les conviene aceptar, ¡pronto tendré en mis manos a todo el mundo rindiendo a los pies del 'gran neo-imperio Romano'! Y si no quieres perecer, es mejor que te unas a esta causa.

—Espero obtener lo que deseo también, si no es así...—El alemán suspiró.

—Cree en mi, todo lo que desees será TUYO.- Italia pasó una de sus manos por el rostro contrario mientras lo besaba cálidamente, primero empezó lento hasta tomar la confianza del alemán que correspondió al final. Sus lenguas jugaban en los adentros calientes de sus bocas y se sepraron por la falta del maldito aire.

Me gusta esa idea...Respondió el agitado alemán para dar otro beso en su mejilla.

Los dos se retiraron siguiendo diferentes caminos, a la perdición...

•••

Frontera italiana.
Fecha errónea.

Las tres naciones se encontraban frente a la frontera de Italia, tratando de entrar o soltar cualquier cosa dentro.

—¡Maldición!— gritó cansado Estados unidos.—A este paso nunca podremos obtener su territorio.

—Calma, mon chérie, ya verás como resolvemos esto.—Francia revolvió el cabello del estadounidense.

Inglaterra trató de cavar un agujero en el suelo, tal y como había hecho cuando Alemania lo había aprisionado en Italia.

Pero aún así la barrera lo desechaba.

Hey, cejotas, ¿porqué no lanzas uno de tus hechizos mágicos para poder entrar?—rió atontado Estados Unidos, recibiendo un puñetazo de respuesta.

—Maldito, y cuando lo haga no te dejaré entrar.—Inglaterra se acercó un poco más a la barrera y desplegó sus labios para recitar un hechizo en latín.

Esperó unos segundos pero tampoco funcionó.

—¡ESTO ES EL COLMO!—Inglaterra se arrojó al piso maldiciendo.

—Oye Inglaterra, creo que ya descifré esto.—Francia le consoló.

Los demás, dispuestos a escuchar, le rogaron por una explicación.

—Esa barrera nos impedirá pasar a menos que nos unamos con Italia, lo mismo con Alemania.

—¡ESTÁS LOCO! Mejor ve a comer caracoles o ranas, yo que sé, pero déjanos pensar en otra cosa.—Respondió molesto el inglés.

—De hecho, es la única explicación lógica...—dijo Estados Unidos convencido.

—¡MALDICIÓN!—gritó Inglaterra.

Todos sus planes fueron en vano, debían aliarse con esos dos a menos de que quisieran terminar muertos.

—Está bien, tengo una mejor idea.

Los soldados no caenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora