La última Navidad de Marta

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Es una noche negra y fría, en esta fecha solíamos celebrar una festividad conocida como navidad, pero hoy es un mundo distinto y el panorama es menos alegre que como era años atrás. La luz eléctrica es apenas solo un recuerdo en las pocas ciudades que van quedando y la mortandad ha llegado a limites alarmantes, tanto así que no es raro ver cadáveres regados por las calles. La muerte ronda libre por el mundo y se ha encargado de matar a millones de personas. Todos desconfían unos de otros y no hay ánimos de celebrar nada en esta fecha. En una casa una anciana pone paños húmedos sobre la frente de su esposo quien se encuentra gravemente enfermo recostado sobre un desvencijado sillón.

-Por favor, Isaías, no te mueras...- dice la anciana mujer entre sollozos.-¿Quién cuidará de mí en este mundo tan oscuro?

Pero el anciano no puede articular palabra alguna, apenas y logra respirar con mucha dificultad en un estado de semi-consciencia. La mujer coge una fotografía en la cual aparece un muchacho de 13 años, sonriendo en medio de una pareja joven. Se trata de Alex, el hijo de ambos en una fotografía tomada décadas atrás cuando el chico aún estaba vivo.

-¿Recuerdas a Alex? Mi niño... nuestro niño. No quiero quedar sola, Isaías. Por favor... no te mueras...

La anciana acaricia los blancos cabellos de su esposo y continúa arrodillada a su lado hasta que finalmente se queda dormida.

De pronto un seco golpe en la puerta de madera la despierta. La mujer, asustada, de inmediato se pone en estado de alerta. Observa a su esposo y comprueba que aun respira.

-Isaías... alguien llama a la puerta.- dice la anciana cogiendo una de las velas encendidas.- No voy a abrir... puede ser un bandido que me va a matar por un poco de comida.

Los golpes en la puerta se repiten y esta vez una voz se logra oír.

-¡Por favor, necesito comida!- exclama una voz de adolescente- ¡Hace mucho frío afuera!

-¡Vete, delincuente!- le contesta la anciana con dureza.-¡Tengo un arma y no dudaré en usarla!

Aunque sea mentira, la anciana mujer cree que con eso puede ahuyentar al invitado no deseado.

-¡No, por favor!, ¡solo quiero pasar la noche en un lugar cálido!, ¡moriré aquí afuera de hambre y frío!

La mujer camina con cautela y se acerca a una de las ventanas que meses antes su esposo había tapizado con maderas para impedir el acceso de cualquier individuo. A través de una apertura echa un vistazo hacia el exterior y allí a través del reflejo de la luz de la luna puede ver a Alex, su hijo, temblando de frío ciñéndose una delgada chaqueta.

-¡Isaías, es Alex!... ¡Está afuera!, ¡nuestro hijo ha regresado!- le dice la mujer a su esposo.- ¿Debo abrirle?...

La anciana casi de forma automática va hasta la puerta y quita todos los picaportes y seguros para poder así dejar entrar al muchacho. Abre la puerta solo unos centímetros y ahí puede comprobar que se trata de su hijo, tal como a los 13 años de edad, él la observa y sonríe.

-Hola, mamá.- dice el chico.

La mujer aun shockeada deja entrar al muchacho y vuelve a cerrar la puerta.

-Debo estar loca...- dice de pronto la mujer y se acerca a su esposo.- Isaías... dime, ¿ya me volví loca?

-No, mamá ¿Cómo dices eso?- le interrumpe Alex.- ... a todo esto ¿Qué hay para cenar?

Al cabo de un rato se encuentran en una sucia mesa a la luz de las velas. El muchacho se sirve comida enlatada recalentada mientras que la anciana lo mira con cierta ternura.

Miedo y Terror ¿Te atreves?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora