Cliché 21: Sí.

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¿De dónde nace el miedo y la inseguridad?

Toda la mañana del veinticuatro de diciembre mis pensamientos rodaron en torno a Yuuri, a Yuuri y en el momento en que mi regalo llegue a sus manos. Desear ver su sonrisa y los ojos tan brillosos como en aquella ocasión me llenó de una inquietud tan grande que revoloteaba en mi estómago como grandes mariposas.

Esto de estar enamorado es un sinfín de sentimientos, emociones y experiencias que jamás conseguí imaginar. Va más allá de una simple expectativa, o de una ilusión formada por un estereotipo, no señores, esto se necesita vivirlo para comprenderlo. Las palabras no hacen honor al significado de la palabra amar.

Se viven ilusiones, decepciones, dolores, tristezas, alegrías, emociones, de muchas perspectivas y pocas realidades. Un vórtice de sabores ácidos y dulces que se deslizan de a poco por el paladar y llegan (no sé cómo) directo al corazón.

Toda la mañana pasé pensando qué ponerme, cómo actuar frente a él, recordándome cómo es una persona normal y, sobre todo, cómo hacer para no meter el pie como siempre.

Al mediodía, justo en la hora del almuerzo, un mensaje llegó a mi celular. Con cuidado de no ser descubierto por mi familia y que me reprendan miré el previo en la pantalla; se trataba de Yuuri.

"Hola, Viktor, es repentino y quizás tú..."

-¿Puedo retirarme un momento?—Miré a mis papás con súplica y ellos aceptaron.

Caminé hasta las escaleras y ahí me senté con el celular en mis manos, el mensaje me carcomía la duda, pues Yuuri no era mucho de redes sociales o algo por el estilo.

"Hola, Viktor, es repentino y quizás tú lo tomes por sentado pero...para mí no es justo dejarlo como algo sin importancia.

Quería saber, pues, si quisieras ir conmigo a la cena. Ya sabes, te pasaría viendo a las ocho por tu casa para ir a casa de Chris. Solo si quieres"

Mi corazón saltó tan fuerte que imaginé a mis padres gritando por el estruendo. Desde aquella ocasión, las veces que he salido con Yuuri han sido encuentros en el centro del pueblo, nada más. Pero que en esta ocasión pase por mi casa es algo....emocionante, feliz, jodidamente feliz.

Respondí tan rápido como mis dedos me lo permitieron y dirigí mis pasos al comedor con la intención de seguir con el almuerzo. Tal vez, la sonrisa en mi rostro se mantuvo por mucho.

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Revisé mi atuendo una vez más, un sweater crema cuello ancho y unos jeans oscuros. El cabello, que ligeramente empezaba a darme por los hombros, fue recogido por mi hermana en una sencilla trenza curveada hacia atrás y a la derecha. No tan ostentoso ni llamativo, únicamente para que el viento invernal no lo alborote.

De alguna forma mis mejillas tomaban color propio, y por ello Irina insistió a molestarme con sus indirectas sobre lo "lindo" que me veía.

-Un hombre no es lindo, es apuesto o guapo, pero no lindo—Murmuré frente al espejo en la soledad.

Imaginé a Yuuri diciendo lo bien que me asentaba el peinado o el color crema, y fue un boom de sentimientos. Tan solo imaginarlo yo...

-¡Viktor! ¡Yuuri llegó!

¡Carajo!

Mi billetera, las llaves de la casa y un "Es mejor prevenir que lamentar" llegaron a mi bolsillo trasero. Me di la última mirada al espejo y, tomando el regalo de Yuuri, salí presuroso para no hacer esperar a Yuuri más de lo necesario.

¡Quiero un amor cliché! [COMPLETO] [#PREMIOSKATSUDON2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora