34. El que faltaba

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Me tumbo en la cama y respiro tranquilamente, he decidido no estresarme, no puedo pasarlo mal, solo de pensar que mi bebe puede sufrir e incluso morir por culpa de ponerme mal…  si tengo que respirar cien mil veces lo haré.

-Vamos a ver.-tengo que hacer que entre en razón- No sé si te quedó claro que no me haces falta ¿verdad? Decidí tener este bebe sola.-La cara de Aitor es seria y mirándome fijamente, yo intento continuar - Creo que te hago un favor, no hace falta que te quedes.- Digo con una voz tranquila pero firme.

-¿Qué no hace falta? Si, si hace falta es mi hijo y como su padre tengo que estar cerca de él.

Se abre la puerta y llega una enfermera con mi desayuno. Aitor se acerca a la enfermera cogiendo el desayuno, me despliega la mesa y  coloca la bandeja.

Aitor se ve más relajado, ayer quizá estaba demasiado alterado. No me extraña, que no quiera tenerlo cerca no significa que no entienda como le ha podido sentar la noticia, lo he pensado mil veces, pensando en cómo podría reaccionar si se enterase, se me han pasado mil cosas por la cabeza y distintas reacciones desde no quiero saber nada, o decir como muchos hacen, ese bebe no es mío... hasta lo que está pasando ahora, que quiera entrar en la vida de mi bebe y de mí. Yo simplemente no puedo, no quiero…

-Te he dicho que no. Que te vayas.- Le digo señalándole la puerta.

Abro la tapa de la bandeja y veo una tostada, bueno, más bien se podría decir un bollo de pan, con un botecito de mantequilla y mermelada. ¿Pero qué desayuno es este? Encima hay una pieza de fruta y para mi buena suerte es un plátano.  La única pieza de fruta que no me hace ni pizca de gracia.

-No me pienso ir a ningún lado. Te guste o no, es lo que hay. Si no te lo hubieses pensado mejor al acostarte conmigo.

Adiós, tranquilidad….

¿Cómo? Será imbécil, como ha podido decir que hubiese acostado con él, como si fuese sido yo la única, que yo sepa es cosa de dos y no tengo culpa que hayan fallado las pastillas. Pienso enfadada. Será mejor aclarar las cosas con él, porque como sea lo que he pensado lo mando a la mierda en dos segundos. Suelto el pan junto con el cuchillo y lo miro.

-¿Perdona? ¿Habérmelo pensado mejor?-

-Sí, habértelo pensado mejor, en vez de dejarme como un gilipollas.

Eso no me lo esperaba… Esperaba que me dijese algo como protección, aborto, algo pero ¿dejarlo? Yo simplemente vi un error, seguí a mi cabeza, mi dignidad, pero… me equivoqué y  desde luego no lo dejé. No se puede dejar algo que no ha empezado ¿no?

-Yo no te dejé, que te quede claro, solamente no estuvo bien lo que hicimos.

-Yo no pienso igual. ¿No pensabas decírmelo nunca?

-No, no pensaba decírtelo nunca, me pensé mil veces tenerlo  o no, las pastillas no funcionaron por el tranquilizante…

-¿Pensaste en abortar?- Dice interrumpiéndome.

-Pues claro, ¿te haces una idea de lo mal que lo pasé al enterarme? No lo entenderías, tengo trabajo, responsabilidades y no estaba en mi mente tener un bebe. No esperaba que pasara lo que pasó, no esperaba lo de Carlos, no esperaba un bebe, no esperaba lo tuyo. No me esperaba nada. No quería tener un hijo s… -“calla, no la líes” Dice mi subconsciente tarde. Pero como siempre he tenido que hablar antes de pensar. ¿Cómo se me ocurre decirle todo esto? Sobre todo a él. Parto el pan y me unto la mantequilla, mientras le pego un sorbo a mi supuesto café… Que eso en vez de café era leche mala con sabor a café caducado… Miro el café con cara de asco. Pero como tengo tanta hambre empiezo a comer…

Mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora