Por la mañana, la señora Aubrey llamó a Chance por teléfono.
-Señor, acabo de ver los periódicos matutinos. Usted aparece en todos y las fotografías son estupendas.
En una está usted con el Embajador Skrapinov... en otra con el Secretario General... también aparece
con... un conde alemán no se cuánto. El Daily News trae una fotografía a toda página de usted y la señora
Rand. Hasta el Village Voice...
-No leo los periódicos -dijo Chance.
-Bien, de todos modos varias de las compañías más importantes de televisión lo han invitado para
aparecer en programas exclusivos. También las revistas Fortune, Newsweek, Life, Look, Vogue, House &
Garden quieren publicar artículos sobre usted. Llamó el Irish Times, así como el Spectator, el Sunday
Telegraph y The Guardian; solicitan una conferencia de prensa. Un tal Lord Beauclerk me pidió que le
informara que la BBC está dispuesta a pagarle el viaje en avión hasta Londres para un programa especial
de televisión; espera que usted se hospede en su casa. Las oficinas en Nueva York de Jours de France,
Der Spiegel, L'Osservatore Romano, Pravda, Neue Zürcher Zeitung, han solicitado entrevistas. Acaba de
llamar el conde von Brockburg-Schulendorff para decirle que Stern, de Alemania, lo sacará en la tapa;
Stern desea los derechos exclusivos sobre sus comentarios acerca de la televisión y aceptarán los
términos que usted proponga. L'Express, de Francia, quiere que usted participe en su mesa redonda
sobre el desafío de la depresión norteamericana: pagan los gastos de viaje. El señor Gaufridi llamó dos
veces para ofrecerle su casa cuando vaya a Francia. Los directores del Mercado de Valores de Tokio
querrían que usted inspeccionara una nueva computadora japonesa para la recuperación de datos...
Chance la interrumpió:
-No quiero conocer a esa gente.
-Comprendo, señor. Sólo dos asuntos más: el Wall Street Journal ha predicho su inminente designación
en el directorio de la Primera Compañía Financiera Norteamericana y querría que usted le entregase una
declaración. En mi opinión, señor, si usted pudiese darle ahora una prognosis, contribuiría enormemente a
valorizar las acciones de esa Compañía...
-No puedo darles nada.
-Muy bien, señor. El otro asunto se refiere a la Universidad de Eastshore; sus autoridades desean
conferirle el título de Doctor en Derecho honoris causa, pero quieren asegurarse de antemano que usted
aceptará.
-No necesito un doctor -contestó Chance.
-¿Quiere usted ponerse en comunicación con las autoridades de la Universidad?
-No.
-Entiendo. ¿Y qué hacemos con respecto a los periódicos?
-No me agradan los periódicos.
-¿Desearía ver a los corresponsales extranjeros?
-Los veo con suficiente frecuencia en la televisión.