Si me pidieran describir esta universidad con una sola palabra sería: Perfecta. La estructura debe estar hecha por las manos de mil ángeles, es increíble. Es incluso más preciosa de lo que se ve en las imágenes de Internet. Deseaba esto más que nada, y ahora que estoy aquí, no lo puedo creer. Qué ironía
Tía Lisa pide indicaciones para llegar a la Oficina de becas a un hombre mayor con un chaleco que dice "seguridad" y nos encaminamos hacia allá. Realmente no sé si tengo algo malo en mi ropa o a las personas sólo les gusta mirar con soberbia. La mayoría de las chicas son altas y delgadas con cuerpos esbeltos y cortas faldas. Vale, yo traigo unos leggings de gatitos, pero eso no me hace un bicho raro.
Tomo la mano de Lisa cuando siento muchas miradas en mí y la obligo a caminar más rápido hasta que entramos al edificio. Encontramos la oficina, nos acercamos y detrás del escritorio hay una mujer pelirroja probablemente de unos 30 años, se ve bastante agradable.
—Sí, ¿en qué puedo ayudarlas? –Nos mira con una sonrisa de oreja a oreja y no me equivoco, es bastante amable.
—Hola, soy Lisa Gray, venimos por una beca otorgada a Athalia Gray, trajimos todos los requisitos y llenamos el formulario de la página. –La mujer pide los papeles y se los entrego en una carpeta marrón.
—Tomen asiento por favor, completaré los datos que faltan y te asignaré una habitación en el edificio de becados. Felicidades –Me guiña el ojo y sólo sonrío y bajo la mirada.
Por favor, que no me toque con una persona tan callada como yo.
—Siéntate cariño, iré enseguida.
Tomo asiento en una de las sillas del fondo y veo a mi tía diciéndole algo con mucha cautela a la mujer. Ambas me miran, pero la mujer lo hace con lástima y me siento pequeña. Sé que me pongo roja al instante. Lisa se acerca, toma mi mano y me sonríe.
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Hacer qué?
—No respondas mi pregunta con otra pregunta –cruzo los brazos.
—Te ves tan tierna haciendo pucheros –me aprieta las mejillas y arrugo el entrecejo- Está bien, sé que estuvo mal hacerlo, pero ya te ves bastante asustada y no quiero que un cuarto lleno de niñas parlanchinas te hagan retractarte de tomar esta decisión.
—Sí, pero ambas sabemos que un cuarto sola no me ayudará a superar esto tampoco.
Lisa iba a responder pero la mujer pelirroja nos llamó.
—Tengo buenas y malas noticias, las dejo elegir –hace una mueca graciosa.
—Las buenas –decimos al mismo tiempo y suelto una pequeña risa.
—Tendrás una habitación con sólo una persona –su sonrisa me permite saber que la siguiente noticia será más mala de lo que pudimos pensar. —Pero, el edificio de chicas becadas está totalmente lleno, tengo entendido que el Director de la institución hizo una excepción por tus excelentes notas, pero aun así todas las habitaciones tienen sus ocupantes –se detiene y me mira alarmada- Athalia, estás perdiendo el color.
—Tranquila, continúe –dice mi tía bastante seria y aprieta mi mano.
—Así que tendrás una habitación en el ala norte. -Por un momento pensé que perdería la beca- Es dónde están los niños de mami y papi que pagan para estar aquí –sé que lo hizo para hacerme reír y lo logró. —No dejes que te intimiden, no son tan creídos como todos piensan. Al menos no la mayoría, aun...
—Veo que estás hablando de más Nancy. –un hombre bastante alto y castaño de ojos azules la interrumpe y ella enrojece. El hombre voltea hacia mí. —Hola, tú debes ser Athalia Gray, te estábamos esperando, entras con notas espectaculares a tu facultad. Soy Tom Holt, el director –me tiende su mano y no tardo ni un segundo en tomarla. —Me alegra bastante que estés aquí.
—Gracias señor, es un placer para mi estudiar en una universidad tan prestigiosa como ésta. –Le sonrío y mi tía me mira estupefacta. Yo tampoco sé de dónde salió eso y, para desviar su atención de mi cuando me doy cuenta de lo mucho que hablé, digo- Ella es mi tía Lisa Gray.
—Veo que la belleza se hereda –toma la mano de mi tía, la besa con delicadeza y ella sonríe. Conozco esa sonrisa. Ayuda, que está pasando aquí. — ¿Está lista la habitación de Athalia, Nancy?
—Sí señor, aquí está la llave. ¿Seguro que quiere que esa sea la habitación, señor? –lo mira insegura y Tom asiente- Entonces tome –le da la llave y me susurra un 'Buena suerte'. Me despido de ella con la mano y sigo al director que está bastante entretenido hablando con tía Lisa.
El camino hacia mi habitación es bastante largo. Amo estar aquí pero detesto volver a pasar por esto. Los murmullos, las miradas, todo me recuerda a la secundaria. Y es tan agobiante. Bajo mi mirada y apresuro el paso. De reojo veo una especie de parque con muchos bancos alrededor y al mirarlo bien noto que hay una gran fuente en medio de un lago. Es encantador y se ve tan pacífico, sólo hay un par de chicos sentados ahí. No entiendo cómo es que no hay más gente, es tan apetecible para estar y pasar el rato leyendo. Tal vez si soy un bicho raro.
Después de una caminata infinita, entramos al edificio. Ésta parte del campus está menos poblada y de no ser por un grupo de chicos sentados en un tipo de estancia viendo el fútbol diría que no vive nadie aquí.
Esa es otra de las cualidades de la Universidad, tiene dentro de ella todo lo que puedas necesitar; minimarket, tiendas de ropa, librería, salas de estar, salón de juegos e incluso un restaurante de comida rápida. Los sábados hacen actividades interactivas en las que sé que voy a apestar, y los domingos son libres para salir, cosa que no creo hacer a menos que tía Lisa me recoja y lleve a casa con ella.
—¿Suele perderse en su mundo muy a menudo? –salgo de mis pensamientos al escuchar al director y siento vergüenza.
—¿Dijeron algo?-miro a Lisa y luego a Tom y tiene una sonrisa graciosa en su rostro, me doy cuenta que hemos llegado a un elevador. ¿No es mucho para ser una universidad?
—Nada, señorita Gray. –el elevador llega y él marca el número 13, último piso.
Al abrirse las puertas de éste, inmediatamente hay otra puerta de metal. Tom marcó un código y se abrió dejando paso a un largo piso lleno de hermosos mosaicos con una mezcla de colores entre blanco, negro y gris y paredes verdes manzana con 10 habitaciones, 5 de cada lado, pero con un extenso espacio de por medio.
—Cierra la boca o tu baba empapará los pies del director –susurra Lisa y la miro expectativa. Me dedica una mirada de orgullo y besa mi frente. —Te mereces todo esto, pequeña.
—Bueno señorita Athalia, su habitación es aquella del final –señala una puerta y me tiende las llaves — ¿Quiere hacer los honores? –asiento y tomo las llaves; puedo sentir mis ojos picar y la sonrisa más grande que en estos dos años he podido tener. Hacía tiempo que no me sentía tan feliz.
Abro la puerta y me quedo petrificada. Jesús, que sea un sueño.
Tapo mis ojos con mis manos y me pongo nerviosa. Empiezo a sudar y mi ritmo cardíaco se acelera, puedo escuchar los latidos de mi corazón, no miento. He visto hombres, sí. Tratado con alguno, no mucho. Y semidesnudos, menos.
— ¿Quién eres? –sale como un susurro casi inaudible de mi boca
—Yo debería preguntar eso. Soy Hunter Holt, ¿qué mierda haces en mi habitación?-dijo con una voz brusca pero atractivamente masculina, lo admito.
— Yo..eh..esta es.. -destapo mis ojos y mi mente queda en blanco al ver sus profundos ojos mirándome fijamente como si pudieran atravesar mi cabeza. Soy consciente de que mi corazón palpita aún más rápido y mis manos comienzan a temblar. Mi pecho se oprime y mis piernas se tambalean.
No ahora, no, no, no.
— Oye, ¿te encuentras...? Oh, mierda
Hasta aquí llegue y lo único que vi antes que mis ojos se cerraran fue al tal Hunter acercarse rápidamente.
ESTÁS LEYENDO
Demonios Cruzados
Teen Fiction¿Cómo describirlo? Exactamente cómo se puede describir el sentimiento más jodido del mundo. El dolor nos ha dado a todos una golpiza alguna vez. De esas que te dejan totalmente hundido en el piso sin ganas de mover ni un músculo para no sentir algo...