Misión

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Se dulce, se dulce. Se repitió una y otra vez, mientras besaba a Lua con toda el hambre que sentía. Meses, habían sido meses sin tocarla, sin besarla y estaba que se volvía loco por estar volviéndola a probar.

Le sujeto las muñecas, colocándolas sobra la cabeza y se abrió paso entre las piernas de ella, hasta estar acunado en ese delicioso sexo cubierto odiosa tela. Gruñó, ajando una sola mano para comenzar a retirar el pantalón, pero se detuvo completamente al escuchar un quejido de parte de Lua.

Abrió los ojos, enderezándose e hizo una mueca al ver las muñecas rojas y un pequeño rasguño en el vientre. Mierda. Lo había vuelto a hacer, la había lastimado y...

— ¿Por qué te detienes? – la pregunta de Lua le hizo verla a los ojos, los cuales brillaban cual cielo nocturno lleno de estrellas. Era la primera vez que los veía de esa manera. – Deo.

— Yo... – frunció el ceño, apoyándose en sus rodillas para retirar su peso. – Te lastime.

— No.

— Lua, te rasguñe. – señalo el vientre de ella, donde era más que notorio el rasguño. – Demonios, no puedo tocarte sin hacerte daño.

— ¿Y eso está mal? – él abrió los ojos sorprendido. – Ese es tu problema. – se sentó quedando entre sus piernas y apenas llegando a la altura de su pecho, siempre le había encantado la poca estatura de ella. – Me gusta, no me duele. Me modificaron para no sentir dolor, Deo, y me gusta.

— ¿Eres masoquista?

— ¿Qué es eso?

— Que te gusta esto. – le pellizco con un poco de fuerza el pezón derecho, Lua gimió y las mejillas se le sonrojaron, él sonrió de lado. – Vaya chica tan perfecta para mí.

Le tomó el rostro entre las manos, bajando para poderle besar los labios y se sintió hinchar cual gallo, cuando sintió las manos de Lua acariciarle la espalda y le sorprendió un poco al sentir uñas. Su gatita no era de uñas, ¿o sí?

La recostó en la cama, ayudándola a quitarse la ropa y después pasar a la suya propia, claro que con eso batallaron mucho. Ahora sí podía odiar su gran altura.

Lua le mordió el labio y le asusto un poco, los colmillos de su gatilla estaban un poco más grandes que la última vez que estuvo con ella. Aunque eso no lo detuvo, se colocó a un lado de la hembra, llevándosela junto con él y la sentó en su regazo, comenzando a repartir pequeños mordiscos en parte del hombro y cuello, mientras sus manos le tomaban los pechos.

Su pequeña muñeca gimió, comenzando a menearse sobre su erecto miembro y él no pudo evitar gruñir, se sentía tan bien volverla a tener.

— Lo siento. – susurro Lua, abrazándose él. La piel se le puso de gallina. – Aquella vez, cuando te dije que me lastimabas, no me refería a algo físico.

— Tranquila, ya lo sé. – le beso el medio de los pechos.

— También lo siento por haberte hecho enojar tanto.

— Lo superaré.

— Y no volver a tiempo.

— ¿Disculpa? – le dio un pequeño mordisco a ese rosado botón. – ¿Cómo que no volver a tiempo?

— Cuando pusiste tu canción, intente volver antes de que amaneciera una vez me había ido, pero Greco tuvo una pesadilla y me quede con él. – Lua bajo la mirada, aquel cabello rubio le cubrió la cara y él se enterneció. – Platique un poco con él, ya sabes: a veces los críos son buenos en estas cosas. Me dijo que era muy ciega como para ver lo mucho que sentías por mí y que tú eras muy mudo para decir las cosas.

Deo (Fanfic Nuevas Especies #13 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora