Quién quiere

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Al verse en el espejo frunció el ceño, pues aún no se acostumbraba a lo que el reflejo le deparaba. Un él más grande, fuerte y con ojos totalmente verdes, era aterrador. Se daba miedo el solo porque tenía al menos una idea de lo que aquello significaba.

Recordaba la historia de su padre cuando su madre se liberó en aquel incidente, el color que los ojos habían tomado y la fuerza y sangrerío que su mamá hizo con sólo cuatro humanos. Parecía ser que él había heredado mucho de esa alteración de ADN, además de tener genes tan fuertes como los de su papá.

Ahora que lo pensaba, sus padres eran los únicos en ser de la misma especie, león, ¿eso significaba mucho?

— ¡Deo, ya nos están esperando! – bien, era hora de dejar las preocupaciones.

Abrió el botequín, extrayendo un pequeño frasco. Lo abrió y tomó la pupila artificial de color azul, colocándoselo en el ojo derecho y al verse en el espejo de nueva cuenta, se sintió un poco más normal.

Dejo el baño para dirigirse a la sala de estar, en donde se encontró a su hermana, que a diferencia de él era pequeña y menuda, se parecía mucho a su madre a pesar de que era gemela de él.

— ¿Lloraste? – cuestiono Dora, frunciendo el ceño.

— No.

— Tienes rojo los ojos. Lloraste.

— Se me metió algo al puto ojo, ¿sí? – abrió la puerta de la entrada, permitiéndole a ella salir primero.

— Eres un grosero caballeroso, ¿te lo habían dicho?

— ¿Sinceramente? No, eres la primera. Parece ser que mi padre junto con Jericho me han pegado algo.

— ¿Algo? – Dora le vio sobre el hombro cuando él cerró la puerta al salir.

— Sí, el repelente para hembras y personas.

Dora estalló en carcajadas, divertida ante el comentario de él, quien sólo se sonrió y negó divertido con la cabeza. Adoraba a su hermana, ella siempre estaba ahí para él aunque no fuera obligatorio, decir cosas como: "Algo me decía que tenía que venir."

Era absurdo, pero lo atesoraba.

El día era calmado, las nubes moradas adornaban al cielo, pero sin amenaza de lluvia, además de que no hacía nada de frio o viento, era un clima encantador aun para alguien que preferiría mejor el frio.

Su hermana, por otro lado, parecía asustada por el cielo... Eso le hizo sonreír, eran tan contrarios a pesar de sus siete minutos de diferencia.

— ¿Crees que Trey y Breeze vayan a darnos el entrenamiento hoy?

— No sé, pero no importa. Para mí será fácil. – Dora le dio un leve empujón.

— Sé que tú la tienes fácil, idiota, pero yo no. Sigo sin poder disparar.

— Eres de medicina, ya te había dicho.

— Pero no puedo ser la única ahí tras de ustedes que arriesgaran sus vidas, eso no va conmigo.

— Bueno, no serías la única si Damara no se hubiera ido.

— Es verdad. – se voltearon a ver, él frunció el ceño cuando la vio sonreír. – No debería estar feliz, ¿verdad?

— Yo lo estoy.

— Eres cruel, te amo.

Ambos se rieron, chocaron los cinco y él la atrajo a un abrazo, pero también para desordenarle el cabello.

Deo (Fanfic Nuevas Especies #13 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora