③.

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El miércoles llegó y YoonGi no podía odiarlo más. Le tocaba una hora de Educación Física antes y después del almuerzo con el profesor más odioso de la escuela.

YoonGi suspiró cansado. Quería tirarse a descansar, pero los pitidos del silbato no lo dejaban.

—Hey, hyung —llamó HoSeok, con un balón de baloncesto en los brazos—. ¿Juegas? —YoonGi sólo sonrió. Él era uno de los mejores jugadores de baloncesto del instituto, y lo sabía muy bien. Tenía varios trofeos en su habitación de campeonatos,  los cuales eran su mayor orgullo.

Jugaron hasta que la campana sonó, indicando que el almuerzo había comenzado. YoonGi encestó los últimos puntos, ganando con  veintiún puntos. Sonrió victorioso y caminó hacia los vestidores, estaba sudando demasiado.

Se duchó y se vistió, y esperó un poco a que los pasillos dejaran de tener tanta gente, entreteniéndose con su celular. Después de unos minutos, salió y fue a su casillero a recoger su mochila, pues la dejaba ahí cada vez que le tocaba Educación Física; no confiaba en sus compañeros.

Tratando de sacarla, salió otra nota. YoonGi sacó su mochila y recogió la nota, abriéndola.

«YoonGi, te vi jugar cuando estabas en Educación Física. ¡No te estoy acosando, lo juro! Sólo volteé a ver, y boom. Estabas jugando tan bien, ¿dónde aprendiste? ¡Eres tan, tan genial!

PJM»

YoonGi no pudo sentirse más halagado por eso. No era como si no se lo dijeran seguido; él sabía de su potencial. Sin embargo, ¿por qué se sentía así al venir de aquella persona, si ni siquiera la conocía? YoonGi no sabía. Quizás era la necesidad de saber quién era lo que le hacía especial. ¿Qué más podía ser?


[ anónimo ; yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora