- c h a p t e r f o u r -

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     Los años pasaron con rapidez pero la relación entre el joven muchacho y el guardián, no se había deteriorado ni un poco, es más, se había fortalecido con el pasar del tiempo.

     A pesar de que HoSeok crecía a más velocidad de la que el peliblanco estaba dispuesto a aceptar, éste no desperdiciaba ni una sola oportunidad para salir a jugar con él, el moreno siempre disponía de tiempo para hacer muñecos de nieve, oír sus historias y acompañarlo en sus aventuras.

     Por muy mayor que se hiciera, siempre lo haría sentir como un niño.

     El chico de tez acanelada, había logrado despertar ciertos sentimientos en el interior del guardián, sentimientos que ni siquiera había tenido en su vida anterior, sentimientos que, aunque no sabía identificar con claridad, no quería dejar de tener.

     — ¿Prometes colocar la estrella junto a mí cada Navidad? —Jack mantenía la vista en los labios de un HoSeok ya casi a las puertas de la adultez—. ¿Jack? ¿Jackie? ¿Lo prometes o no?

     — Oh, ah... Sí, lo prometo.

     Una sonrisa apurada se formó en la pálida tez del chico de pelambrera blanca y ojos azules, la mirada de éstos últimos, recayeron sobre las manos del ajeno, que sostenían con delicadeza una frágil estrella. Los recuerdos de aquella noche en la que se conocieron, florecieron en la mente del guardián.

     — ¿Listo?

     — ¡Claro que sí! —contestó el muchacho rezumante de alegría e ilusión.

     — ¡Allá vamos! —exclamó el mayor.

     Los pies de ambos se despegaron del suelo de forma paulatina sus cuerpos, unidos casi en un abrazo, levitaron hasta llegar a la altura de la parte superior del árbol, ya decorado con multitud de adornos, y un pequeño toque de nieve.

     — Vamos, colócalo —dijo Jack sin perder su sonrisa.

     — Hagámoslo juntos, los dos —pidió HoSeok.

     El peliblanco lo miró dubitativo durante unos segundos, sus ojos habían quedado encadenados a los de él. Sus rostros se veían atraídos como si de dos polos opuestos se trataran, la distancia entre sus labios se hacía ínfima por cada segundo que pasaba, hasta que éstos se unieron en un helado beso lleno del amor más puro y cálido jamás sentido por nadie.

Jack Frost | YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora