La charla con Baba

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Sentado en esa humeda casa rodeada por funestos arboles, Tia Baba resolvia lo que yo me estuve preguntando varios meses.

Durante casi una estación numerosas cartas llegaban al orfanato de la villa de Kaiyu donde dormia la mayoria de noches rodeado de niños huerfanos, desamparados viviamos rodeados de un muro repleto de hiedra, que ni el mas aventurado se atreveria a cruzar, pero ahi estoy  yo, cada mañana, aprovechando la cantidad de niños que residen en el edificio me escabullia  por un punto ciego en la parte  este del muro, donde un arbol callo hace años cuando un rayo impacto en su anciana corteza, mi nombre no figura en los documentos oficiales del orfanato, soy un fantasma que se mueve entre las apagadas caras de los niños abandonados, cada mañana cogia el tren de la ruta elemental para perderme en mis pensamientos, ver el sol, pensar que las cosas pueden ir mejor rodeado de paz.

Cada dos semanas aproximadamente una carta llegaba a mi nombre al puesto de correo de la villa, los sobres contenian dinero, bienes que podia cangear en el pueblo o cosas del estilo, en las cartas no habia remitente, ninguna pista que seguir hasta esa persona que tanto se preocupaba en mi bienestar. Pero hace dos semanas la carta que habia a mi nombre metido en ese casillero de metal del puesto de correo no era normal, no habia ni pan, ni monedas, una direccion en la Llanura de Aridia, donde me esperaba una cabaña hecha de paja, que el tiempo habia abandonado sin reparo, una cama destrozada y muebles de madera, eso fue lo unico que vi cuando entre en la casa, los tablones de madera chirriaban con cada paso, como si fuera un ultimo aliento de aquella morada, que en el pasado era un hogar, en las paredes habia dibujos de hombres y fieras, en uno de ellos vi unas letras que decian:

-Mira dentro.

Dandole vueltas a la cabeza consegui descubrir que detras de los tablones que portaban esa  pintura un compartimento pequeño resguardaba un sobre negro por la suciedad, con un lacre oscuro como la noche que abri sin pensarlo impulsado por la emocion, ahi fue cuando lei una de las cartas que mi padre dejo aqui.

 La tia Baba me conto que fue ella la que enviaba esas cartas, conoció a mi madre, una chica pelirroja, con las ideas claras, lastima que acabara tal y como acabo.

-Pero hay una cosa que debes saber.  Corto Baba 

-Igual que yo sabia de la existencia de la carta que encontraste en Aridia, tu padre dejo dos sobres mas para que tu abrieras cuando llegara el momento, y el momento ha llegado, busca pistas, cabos sueltos en la historia de tu vida Yokai, se que dentro de ti algo se esta moviendo, estas resentido, has vivido todo este tiempo solo, la gente te alejaba de ellos, un niño solitario que crecio sin nadie, solo tu puedes entenderlo Yokai, encuentra esos sobres y aclara todo. Pensaras que solo soy una pobre vieja delirante, yo no puedo hacer nada mas por ti...

Un sonido en las afueras corto la coversacion... Baba cambio su expresion y su cara se covirtio en pura incertidumbre, y unos golpes ensordecedores tomaron la puerta de la casa. 

-Yokai, vete de aqui, no puedo hacer mas por ti, corre niño. Sus nervios afloraban en el rostro palido, abrio una ventana de lo que parecia un cuarto en la parte trasera de la casa y me pidio que saliera de ahi sin hacer preguntas, que corriera a traves del pantano sin dejar de mover las piernas y que no mirara atras, yo lo hice sin pensarlo dos veces, comence a moverme entre los tenebrosos arboles y no deje de hacerlo durante un buen rato mientras alejandome de la casa, escuchaba golpes y todo tipo de violentos choques, me perdi en la densa bruma.

Cuchilla PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora