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Los ojos de Sara se abrieron.
Sudaba.
Se incorporó y comprendió que todo había sido un sueño. Se aseguró de que no hubiera nada ni nadie en su habitación y alargó el brazo para tomar el vaso de agua que había dejado en la mesita esa noche. Como solía hacerlo, recordó su sueño; era como si su cerebro rebobinara una imaginaria cinta grabada en su mente.
Estaba en la oscuridad. Abrió los ojos, pero seguía sin poder ver su mano frente al rostro. El terror y el desconcierto se apoderaron de ella y comenzó a correr sin saber muy bien por qué, al fin y al cabo ¿Quién huye de la oscuridad? Sara se detuvo un momento y buscó a tientas alguna pared, algo que pudiera darle una pista acerca del sitio en el que se encontraba, pero no halló nada, solo más y más espacio, entonces se le ocurrió una idea: Se hincó y llevó su mano al talón, al bajarla al nivel de la planta de su pie (en donde debería estar el suelo) descubrió que, como había sospechado, no había nada, al igual que lo demás, todo era un inmenso vacío al que ni siquiera se colaba la luz. Alzó el pie como si fuera a dar una patada y fue grata la sorpresa de que pisaba firme, al levantar el segundo pie se preparó para lo peor, pero la gravedad de repente se invirtió y ahora lo que estaba segura de que la perseguía estaba andando sobre la nada a sus espaldas, así que aprovechó el poco tiempo que había ganado y echó a correr de nuevo, sin saber cómo ni por donde, a veces cambiaba de suelo para variar el recorrido, pero sobre todo para escapar de la horrorosa bestia que la perseguía (porque aunque todavía no la hubiera visto, estaba segura de que era terrorífica)
Volvió en sí, aterrorizada de nuevo, ni siquiera tuvo tiempo para pensar cuando, agotada por la experiencia, cayó dormida sobre la mullida cama.

A la mañana siguiente, Sara intentó recordar sus sueños; obteniendo solamente vagos recuerdos de la oscuridad y el terror en respuesta. entonces un agudo dolor detrás de su oreja le recordó que el día anterior había salido del quirófano.
-¿Mamá?- Llamó al pisar la cocina con su pantufla verde menta
-¿Qué sucede, cariño?
-Los efectos de la operación tardan unos días en notarse... ¿No?
-Pues... deberías notarlos inmediatamente, adormecieron una parte de tu cerebro, no son pastillas para adelgazar- de repente, su rostro se transformó de la calma plácida casi pegando en alegría pura a la preocupación- ¿Por qué lo preguntas, nena? ¿Sucedió algo anoche?
-No, má... Para nada.- Dijo Sara forzando una enorme sonrisa -Todo está yendo estupendamente bien.
Se sentó en la mesa y se recogió la larga y pesada mata de cabello negro azabache en una coleta justo antes de que su madre le pusiera delante un plato con un par de huevos y esperó a que ella se sentara para comenzar . Mientras comían, conversaron un poco acerca de la remoción del terror, una operación algo complicada que adormecía parte del núcleo instintivo del cerebro para disminuir el miedo y erradicar el terror.
-No creo que esto de verdad funcione... habrá que ver
-¿Y si no crees que funcione, por qué te dejaste operar?
-Pues, tú estabas muy emocionada y yo quise experimentar, así que... pues vamos a probarlo, Igual podemos elegir no estimular los electrones en... tres, cuatro... febrero, un período de prueba de seis meses, ¿vale?
Antes de que la madre de Sara pudiera responder, una pequeña niña de melena negra y ojos azules entró corriendo a la cocina.
-Vale- Dijo Su madre en un susurro recogiendo ambos platos y sirviendo un tercero con un solo huevo.

-Hola- Dijo la pequeña con una enorme sonrisa que la hacía ver adorable -¿Tú eres Sara?
-Pues... ese es mi nombre ¿Y el tuyo?

La pequeña dudó un momento, como si no lo recordara, y miró a la madre de Sara. Esta asintió, pero la niña le miró con unos ojos con los que le preguntaba algo.
-Alondra.- dijo Mar -Su nombre es Alondra
-Sí, eso.- Continuó la niña con un aire de superioridad cómicamente exagerado. -Ya sabía- Sara comenzó a reír y luego se dio cuenta de que había una niña pequeña que no conocía comiéndose la comida de su cocina.
-De igual manera... ¿Quién eres tú?
-¡Pero si ya te lo dijeron! Soy Alondra
-Bueno, sí, pero... ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué se traen ustedes dos?
Al darse cuenta de la situación, Mar intervino
-Ella es tu nueva hermana, Sara

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