Una rosa marchita

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Una silueta a lo lejos, algo borroso, parecía que el campo comenzaba a llenarse de niebla, el chico comenzaba a acercarse a dicha silueta poco a poco. El individuo comenzaba a tomar forma, era el entrenador. Tenía una flor en la mano y la olía, tan sólo miraba aquel hueco entre las nubes que reflejaba algo de luz entre tan frío cielo.

-Creo que le llevaré esta flor, ¿Crees que le guste?- El entrenador intentaba romper con el silencio, aunque seguía dirigiendo su vista al cielo, el chico se quedó sin palabras, no sabía qué contestar, no sabía qué estaba ocurriendo. El viento cada vez era más fuerte y más ruidoso.

Entonces le regresó la mirada, un rostro tan acabado que parecía estarse cayendo a pedazos, unos ojos amarillentos que emitían una tenue luz que podía representar peligro en cualquiera que pudiera verlos. Por la mente del chico sólo pasaba un pensamiento; "He de despertar ya, esto no es real, no es real, es tan sólo un sueño...No, esto es una pesadilla, Oh dios mío quiero despertar ¡Ya!".

-¿Qué haces aquí chico?- Preguntó. -El entrenamiento ha finalizado, hoy termina todo, es el fin, pequeño.-

Sin respuesta alguna, el niño sólo soltó un pequeño suspiro y quedó en silencio, el viejo entonces supo de su inocencia y siguió hablando:
-Es hoy, amigo mío. Hoy por fin despierta Samy. Ese golpe lo dejó en cama dos meses, creo que deberías estar feliz, pero ha llegado la hora, es hora de desaparecer.
-¿Golpe? ¿Dos meses? ¿De qué me está hablando? ¿Qué pasó?- Alzó la voz el chico
-No me sorprende que sigas confundido, verás, te explicaré hasta donde pueda; Samy ha estado inconsciente por dos meses desde aquel partido, todo lo que tú has estado viviendo es una repetición absoluta de una mentira sobre lo que pasó ese día, has vivido en este bucle por tanto tiempo que has olvidado por completo que tan sólo eres un ente salido de su amplia imaginación, pronto sólo quedaremos en el olvido, en aquellos recuerdos que nunca tuvo.

La flor comenzaba a marchitarse, el entrenador debía darse prisa.
-Samy lanzó esa pelota con todas sus fuerzas, se desgastó al máximo, pero esto no fue suficiente, le recibieron el lanzamiento y fue directo a su rostro. El golpe fue demasiado duro para un niño de su edad, lo dejó en un coma del que va a despertar hoy.- Dijo

El infante no podía asimilarlo, no quería creerlo, se negaba. El entrenador se despidió diciendo "Entre más rápido lo aceptes, menos doloroso será". Acto seguido comenzó a caminar hacia la niebla, mientras se perdía podía apreciarse cómo poco a poco se convertía en polvo que iba directamente al Sol, una flor marchita cayó al suelo.

Un final feliz (V2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora