Capitulo 1: Visitas Inesperadas

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         Una semana había transcurrido desde aquella pesadilla y las cosas parecían haberse normalizado. En un mes Idara cumpliría 6 años y sus padres planeaban prepararle una hermosa fiesta de cumpleaños que, debido a su situación económica, no podían costear completamente por lo que decidieron tomar trabajos de medio tiempo y dejar a su amada hija al cuidado de una niñera.
         La tarde del 07 de Agosto, el timbre sonó en casa de los Morrell; una mujer de unos 69 años los visito para ofrecerse como niñera.
         —¡Sra. Fernández! —Exclamó Kristine —¿Qué la trae por acá?
         —Vi su aviso donde solicitaban una niñera —extendió el papel que tenía entre sus manos —Y estaría encantada de poder cuidar voluntariamente de su pequeña mientras ustedes no están.
         Ellos ya la habían conocido anteriormente y sabían que era una buena mujer y podían dar fe de ello. Por lo tanto, la aceptaron.
         Al día siguiente los rumores no se hicieron esperar. Varios vecinos se acercaron a la vivienda para advertirles que esa persona no era apta para cuidar a ningún niño. Entre los rumores que recorrían el vecindario destacaban algunos tales como: que sus hijos se habían casado y se habrían ido, y tiempo después su marido falleció dejándola sola en aquella casa. Ciertamente, era algo en lo que la mayor parte de la gente estaba de acuerdo, pero otros afirmaban que estaba loca, que por las noches solía decir que veía espíritus, por lo que su marido e hijos decidieron marcharse y abandonarla. Sea cual fuere la situación, los Morrell sabían que ella no estaba loca y que se sentía muy sola por lo que la compañía de su hija le caería muy bien.
Fue así como el 09 de agosto a las 14:30, Idara comenzó a pasar las tardes en casa de su vecina.
         —¡Bienvenida! —Exclamó sonriente mientras extendía su mano invitándola a entrar.
         —¡Wow! su casa es muy grande y hermosa señora Fernández.
         —Muchas gracias cielo, pero puedes llamarme Isabella.
         —Idara sonrió y prosiguió a entrar.
         —Hasta que tus padres vuelvan vamos a pasar las tardes juntas, ¿Te gusta la idea? —esta vez fue ella quien sonrió, como si no pudiese contener la alegría que sentía al tener nuevamente  a alguien con quien poder hablar, mirar la TV, o solo compartir una chocolatada mientras pasa la tarde. Aunque solo sea por unas horas.
         —Antes de tu llegada estuve preparando unas galletitas con chispas de chocolate, ¿te gustaría probarlas con un poco de leche?
         —¡SI! —Afirmó la pequeña mientras se apresuraba hacia el living. Allí, un hermoso arreglo floral de rosas y concador resaltaba sobre un florero de vidrio tallado que decoraba una mesa ratona de caoba y cristal. En frente, un televisor de pared colgaba sobre una chimenea de piedra que daba un toque rustico a la habitación y sobre un estante, una foto familiar. Esto último le llamo la atención.
         La señora Isabella, quien volvía de la cocina, retiró el florero y colocó en su lugar una humeante bandeja de galletas con chocolate sobre la mesa.
         —Que linda foto. ¿Esta mujer junto al señor es usted?
         —Sí. Y ese hombre que ves ahí, era mi esposo.
         —¿Y dónde está ahora su familia? —Preguntó Idara mientras se llevaba a la boca una galleta
         —Es una larga historia que no quisiera recordar en este momento.
         —¿Por qué?
         —Porque recordar eso me pone triste.
         —¿Pero por qué?, Mi mamá siempre me dice que recordar es bueno.
         —Este tipo de recuerdos no es del todo bueno —dijo mientras observaba la foto
         —¿Pero por qué? —la niña insistió dejando ver aun mas su curiosidad.
         —¡OH!, veo que olvide traerte tu vaso de leche, no me tardo.
         El lugar quedo en silencio por un breve momento. Isabella se encontraba calentando un poco de leche cuando la niña volvió a insistir
         —Los vecinos dicen que usted está loca y por eso su familia la abandono en esta casa hace años.
         Ese comentario la dejo perpleja, ¿Cómo era posible que los vecinos pudieran hablar tan mal de una persona y mas aún, frente a una niña? Un silencio invadió el lugar y el sonido del microondas dio el aviso de que la leche ya estaba lista.
         —I...Idara ¿Crees que soy una mala persona o piensas que podría hacerte algún daño?
         —No. Mí papá dice que usted es una persona muy buena y que se preocupa por los demás.
         —Ya veo. Quieres saber por qué vivo sola en esta gran casa?
         —Idara asintió con la cabeza sin emitir sonido alguno.
         —Isabella retiro el vaso de leche del aparato y lo acerco hacia donde estaba la pequeña —Verás, a los treinta la vida me dio la maravillosa oportunidad de ser madre de un hermoso varón, pero mi marido se negaba a aceptarlo. Cuando Anthony llego a nuestras vidas, ambos estábamos muy emocionados y supuse que eso lo habría hecho cambiar de opinión pero más tarde supe que el motivo de su felicidad se debía a otra persona y no al nacimiento de su hijo, por lo que al tiempo se marchó. Un año más tarde mi hijo enfermo y cinco meses después, el también me dejó.
         El lugar se había quedó en silencio y solo se oía el sonido de la TV que transmitía un programa infantil.
         —Perdón por haberle preguntado señora —la niña dejo su silla para abrazar a Isabella.
         —No te preocupes corazón — decía mientras se secaba los ojos —discúlpame a mí, ahora mismo te preparo otro vaso de leche y te lo traigo.
         —Idara asintió y se quedo en silencio sentada en el sillón.
         Las horas siguientes se la pasaron jugando cartas, a las escondidas, viendo películas y en un abrir y cerrar de ojos ya eran las 20:00 y su padre había pasado por ella.
         —Hasta mañana mi cielo.
         —Señora, ¿Mañana podría volver a hacer esas ricas galletas para mí?
         —¡Por supuesto que sí cariño! —Dijo Isabela con alegría.
         —Qué pase buenas noches —Exclamó Antonio.
         Los siguientes días transcurrieron con normalidad, las chicas pasaban las tardes jugando, horneando galletas y pintando con las manos.
         El 25 de agosto. Los Morrell trabajarían hasta la madrugada ese día y le habían pedido a la Sra. pasar la noche en la casa para cuidar de la pequeña y del hogar en su ausencia. llegada la noche, los padres se despidieron de su hija con un beso, dejaron una lista con los números de emergencia por cualquier inconveniente y se marcharon. Al ingresar, Idara se recostó en el sillón más grande de la sala a ver TV mientras Isabella preparaba un bizcocho para acompañar la leche.
         El tiempo siguiente transcurrió con risas, juegos de mesa, dibujos y crayones esparcidos por todo el lugar.

         ¡Toc, Toc, Toc!
         —¿Quién es? —Exclamó en la absoluta oscuridad.
         —¡Toc, Toc, Toc!
         —¿Pequeña?, ¿Eres tu?, ¿Dónde estas?
         —¡Toc, Toc, Toc! 
         —Una destello comenzó a iluminar la habitación donde ella se encontraba —¿Idara?

         — ¿QUIEN ERES TÚ?

         Isabella despertó de repente y la habitación se sentía fría —ella soltó un suspiro —solo fue un sueño —dijo mientras revisaba su reloj. Eran las 23:00 —¿En qué momento me dormí? —Se preguntó colocando el control remoto sobre una pequeña mesa de madera situada a un costado del sillón y acto seguido se fue a preparar un té.
         —Cielo es hora de ir a la cama, yo recogeré tus juguetes y te llevare leche caliente a la cama
         —¡Si! —dijo la pequeña mientras apagaba el televisor y tomaba a su oso por la pata para subir hacia su habitación.

23:15

         —Bueno, los juguetes ya están en su lugar, la leche ya esta caliente, la sala y la cocina están limpias y las puertas y ventanas fueron cerradas correctamente. —Isabella había hecho un último repaso a su lista de comprobación mental antes de apagar las luces e irse a dormir.

         ¡Toc, Toc, Toc!

         La Sra. extrañada se volteo hacia la puerta y pudo ver una sombra que se vislumbraba por el vidrio de la puerta de entrada.
         —¿Quién es? —dejo la bandeja sobre la mesa de la sala —¿Quién puede ser a esta hora? —Se preguntó extrañada mientras se dirigía hacia la puerta. Un silencio se hizo presente seguido de un escalofrío que le recorrió la espalda.
         —Alguien te busca cielo... —susurró mientras abría la puerta para encontrarse con absolutamente nada. No había nadie allí. De inmediato cerró la puerta, coloco nuevamente todos los cerrojos correspondientes y se dirigió al cuarto de Idara.
         —¿Se encuentra bien?
         —Si cariño, solo ando cansada. Es hora de ir a la cama, así que toma tu leche y a dormir.
         —¿Me podría contar un cuento?
         —¡Claro! ¿Qué cuento quieres?
         —¡Uno para dormir! —Sonrío mientras terminaba su leche —¡Listo! —dejo el vaso sobre la mesita de noche para tomar a Bernie y oír la historia.
         Ya todo estaba en orden, Idara dormía, los vasos estaban limpios y ella ya se había instalado en la habitación de invitados para quedarse profundamente dormida. Las horas pasaron y el ambiente se comenzó a sentir cada vez más frió cuando el reloj marco las 03:15 A.m.

         —Giiiiiiiiii
         —¿Mamá?, ¿eres tú? —Preguntó con voz somnolienta, mientras extendía su mano para encender la luz. Sus ojos revisaron el cuarto dándose cuenta de que era diferente: la hermosa jirafa se había convertido en una lámpara estilo inglés color blanca y dorado, las paredes ahora eran beige y su cama, de roble oscuro. Los tres peluches gigantes se habían convertido en sillas llenas de ropa y en el techo, ese pálido rostro que la observaba no estaba.
         Ella ya no se encontraba dentro de su habitación, sino en una de sus pesadillas. Definitivamente sintió alivio de no ver a aquel rostro frente suyo, pero su miedo se intensificó cuando una pequeña cabeza se asomó por por el marco de la puerta.
         —¿Quieres verme? —susurro.
         —Giiiiiiiiii —La puerta se abría más y mas, mientras aquello avanzaba hacia el centro de la habitaciónIdara se cubrió completamente con las sabanas y grito.
         Unos pasos se aproximaban rápidamente a su encuentro. la puerta de la habitación se abrió por completo y la lámpara del techo ilumino todo el lugar.
         —¿Qué paso cielo?, ¿Todo esta bien?
         —Una niña estaba parada ahí en la puerta – Exclamó mientras lloraba
         —Ya paso, ya se fue y ahora yo estoy acá.
         Las luces se apagaron por completo y un ruido se escuchó detrás de Isabella. Las luces se encendieron nuevamente y aquello estaba detrás de ella.

         ¿QUIEN ERES TÚ? 

AdriennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora