Capitulo 2: Ataduras

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         La voz había resonado por toda la habitación, provocando que se les erizara la piel. El viento columpiaba las ramas de los arboles haciéndolas chocar contra las ventanas de la habitación. El ambiente se había vuelto mas frió que antes y una constante sensación de observación se hacia notar.

         —Todo estará bien —decía mientras aquello seguía de pié, tras ellas —nadie te va a lastimar —se giró lentamente solo para ver que ya se encontraban solas.
         —¿Se fue? —Susurro la niña
         —Así parece.
         —¿Que fue eso? ¿Que quería?
         —Quien sabe. Por ahora, no hay que darle mas vueltas al asunto. Intenta dormir aunque sea difícil.
         —¡No te vallas! No me dejes. —La pequeña, aun asustada, la había tomado de la mano
         —No me iré a ninguna parte, yo estaré en la habitación de invitados y te dejaré la luz del pasillo y tu jirafa de noche encendidas, así te sentirás más segura. Si me necesitas, yo vendré.
         —No me deje, por favor —ella ya había comenzó a sollozar, por lo que no hubo más remedio que acercar una silla a un costado de la cama.
         —Esta bien, Aquí me quedaré hasta que puedas dormir ¿Si?
         —¡Idara asintió, para luego recostarse y cerrar sus ojos.

         Ya había amanecido cuando el despertador marco las 06:45. Isabella estaba retrasada con la preparación del desayuno, y aún la tenia que despertar para llevarla a la escuela antes del regreso de sus padres. Por lo que se apresuro a la cocina a preparar rápidamente un poco de chocolatada y cortar una gran porción de aquel bizcocho de limón que habían horneado la noche anterior, no era un gran desayuno, pero por hoy funcionaria. Acto seguido, fue directo a la habitación.

         —¡Arriba cariño! Ya se hizo tarde —La pequeña se levanto con dificultad y mucho sueño — hay que vestirse rápido, que un lindo desayuno te esta esperando
         —Umm... —ella asintió y al cabo de un rato se oyeron sus pasos en las escaleras.
         —Buenos días.
         —¡Buen día cielo! ¿como dormiste?
         —Bien. Gracias —respondió dejando escapar una pequeña sonrisa
         — Me alegra oír eso
         —¿Y usted como durmió? —pregunto mientras tomaba su vaso de leche.
         —Yo dormí bien. Gracias por preguntar. No era necesario mencionar había pasado la noche en aquella silla por lo que todo su cuerpo lo sentía bastante adolorido.
         Acabado el desayuno, la Sra le coloco un sweater polar, unas botas de goma, y con un paraguas y 20 minutos de tiempo antes de las 08:00, partieron hacia el jardín* mientras que desde la ventana del segundo piso, alguien las observaba alejarse de la casa.

10 de Septiembre de 2001

         Los días transcurrieron y aquel inconveniente no se volvió a repetir. Él gran día había llegado y su familia le tenía preparada una pequeña fiesta, realmente nada ostentosa, que se llevaría a cabo en el mismo patio de la casa.
         Una pequeña mesa redonda con un mantel plástico se había colocado a un costado de la cerca que rodeaba el hogar. El árbol lateral y su hamaca fueron vestidos con pequeños triángulos de papel previamente pegados a un trozo de hilo; y en el centro del patio, un largo tablón era la mesa principal, dónde los 15 invitados se reunirían a celebrar.

16:30 pm

         —Ya llegamos. Ahora entra a bañarte y alistate para esta noche mientras yo ayudo a tus padres con los preparativos ¿Si?
         —Idara asintió y fue corriendo hacia su cuarto.
         Un mes había transcurrido desde que la Sra Fernandez se convirtió en niñera y en una parte más de la familia. Los Morrell la apreciaban bastante por lo que ella formaba parte de la lista de invitados.
         La velada había dado comienzo y los familiares empezaban a llegar, uno por uno, con bolsitas de papel y algún que otro platillo casero para contribuir con la cena. A escondidas, Isabella realizó un gran pastel rosado, lo suficientemente grande como para que los invitados pudieran probar, repetir y llevar.
         Los platos se encontraban sobre la mesa y los invitados en sus correspondientes lugares, pero aun faltaba el invitado especial. En medio de la noche, el timbre de la casa sonó repentinamente y un silencio invadió el lugar por un breve instante.
          — Prosigan, yo ire a ver quién toca —Antonio había dejado su asiento para dirigirse a la entrada.
         —¿Quién es? —Una sombra se hizo notar claramente tras los cristales de la puerta, el salón se sentía tenso. Al abrir, un niño con una bolsa roja se encontraba parado frente a él, y a su lado, una hermosa mujer castaña. —Idara esta afuera —Susurro, y acto seguido, el pequeño corrió con dirección al patio.
         —Disculpe la demora, mi hijo no encontraba el regalo que quería traer.
         —No te disculpes Louisa. Adelante, la mesa ya esta lista y los estábamos esperando
         —¡Oh! muchas gracias, y nuevamente disculpe la demora.
         — ¡Que no pasa nada!  —El hombre dejó escapar una risa. La fiesta era un gran éxito; con música, bailes, regalos, un fabuloso bufet y rodeada de familiares y amigos que la amaban.
         —Feliz cumpleaños Idi.
         —Pensé que no vendrías —replicó
         —Se me hizo tarde por que no encontraba el regalo que quería darte, y sin eso no iba a asistir.
         —¡Oh gracias! ¿Y que es?
         —Lo deje en la mesa junto a los demas regalos. Cuando vallas a abrirlos, elije primero el mio, es el unico rojo —susurra Adiel quien se sentó al lado de Idara en la mesa.
         La apertura de regalos había iniciado. Veinte bolsas se habían apilado sobre la pequeña mesa del fondo, y como lo había prometido, ella inicio con el regalo de su mejor amigo. Un pequeño retrato enmarcado en un cuadro de palitos de helado era lo que vió. Una fotografía que había sido tomada hace 3 meses, en un picnic cerca del río.
         —Tuve que comer muchos para juntar esa cantidad, espero que te guste  —Exclamó mientras esbozaba una gigantesca sonrisa de victoria acompañada por las carcajadas de los demás invitados.
         —Gracias, lo voy a cuidar mucho.
         —¡Feliz cumpleaños!  —ella lo abrazo mientras los aplausos resonaban entre continuas risitas.
         — Y este es mi regalo —la abuela le hizo entrega de una gran caja cubirta de papel amarillo —Espero y te guste, aunque siempre se puede cambiar —Al abrirla se encontró con un abrigo polar bastante gordo, para el invierno
         —Pfff — el niño intentó disimular la risa con sus manos mientras ella se probaba el abrigo.
         —¡Gracias abu, me encanto!
         —Feliz cumpleaños mi rayito.
         Los regalos fueron pasando de uno en uno, hasta que solo quedo una gran bolsa blanca sobre la mesa, junto a una etiqueta gigante que decía:

"No es fácil para nosotros el no poder darte todo lo que necesitas, aunque aveces amaríamos el poder hacerlo, eso y mucho más por vos. Pero sabíamos que querías esta fiesta y que necesitabas un par zapatillas nuevas, así que Feliz Cumpleaños angelito."
                                                                                                                                                  Con amor mamá y papá

         El interior, para sorpresa de todos, fue bastante surtido, pues contenía, un cuaderno de dibujo con 12 crayones, un par de zapatillas blancas y una pequeña jirafa de peluche. La pequeña se habia puesto tan feliz que se abalanzó sobre sus padres y los abrazo con fuerza. Varios aplausos y algunas lagrimas no se hicieron esperar cuando las luces se apagaron por completo.
         —¿¡Un apagón!? —Gritaron algunos
         —Tranquilos, parece que solo se fue la luz. Seguro no tardara en volver. —dijo Louisa en un intento por mantener a todos en sus sillas. En ese momento, Isabella aparece con el gran pastel de cumpleaños adornado con una velita del número seis
         —¡Tranquilos, que solo es hora de cantar el cumpleaños feliz! —La vela había iluminado los rostros avergonzados de algunos invitados que habían hecho una ronda alrededor de la mesa para comenzar a cantar al unísono mientras la pequeña permanecía inmóvil, sin saber que decir o hacer ante esa situación.

         — Pide seis deseos...

         Idara miro a su alrededor y siguió las instrucciones. Ella tuvo, por un breve momento, la misma sensación de estar siendo observada desde la oscuridad. Al momento de apagar la vela, las luces volvieron mientras todos aplaudían.
         —Toma, vi esto tirado y fui por el —su amigo le habia traído, desde la mesa de regalos, una pequeña muñeca.
         —¿Y eso?
        —Creí que quizás se te había caído al momento de tomar algún presente y no lo notaste por qué habían muchos mas encima.
        —¡Que bonita! La muñeca era de plástico y su cabello ondulado y rubio. Traía puesto un vestido verde a cuadros, un pequeño abrigo rojo y unos calcetines blancos a juego con sus pequeños zapatitos plásticos tambien de color blanco.
         El festejo fue todo un éxito. Los invitados ya se retiraban y Kristine repartía porciones de pastel, colocados en platos plásticos y cubiertos por servilletas de papel para que los invitados puedan llevárselos. Isabella llevaba los vasos y platos a la cocina mientras que Antonio ordenaba el patio e Idara se despedía de la gente junto a su mamá.
         —¡Nos vemos mañana, adiós!
         —¡Que tengan buenas noches y gracias por venir! — Ella agitaba sus brazos, mientras su amigo se alejaba del lugar.
         La casa volvía a estar limpia, la Sra. se despidió de la familia y la pequeña se preparó para ir a dormir.
         —Hoy fue un gran día Bernie. Me regalaron muchas cosas, mucha ropa y Ad me dio esa foto de ahí —Señala hacia su mesita de luz. —¡Estoy muy feliz! — Grita mientras se deja caer sobre su cama. —¡Ah! y también tenemos nueva amiga —Estira su brazo para agarrar a su nueva muñeca. Se llamara Adrienna, pero mañana los presentare bien. Ahora es hora de que nos vallamos a dormir los tres —besó a su oso y a su muñeca y acto seguido apagó la luz. —Buenas noches Bernie, buenas noches Adrienna.

—Buenas noches Idara.


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Nota de autor:
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* El jardín de infantes vendría a ser el kinder

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2021 ⏰

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