Parte II

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Michael Gallo tenía el mejor par de papás en el mundo.

Mientras lamía tranquilamente de su helado de invierno sentado en un sofá de la sala, llegó a la conclusión de que papi Nicholas y papa James eran buenos tipos. Lo querían. No, lo amaban. Ellos se llevaban el mayor trabajo al meter todas las cosas de la casa en cajas selladas y Mika solo tenía la tarea de marcar con rotuladores de colores las tapas para luego no confundirse al llegar a la nueva casa.

La nueva casa estaba lejos de su escuela y del trabajo de papa James, pero era mil veces mejor que la casa que dejaban, pues era más grande. Tenía dos plantas, y su cuarto iría en el segundo nivel. Un cuarto con vistas al jardín, donde papi Nicholas había dicho que podrían tener un cachorro. Y Mika ya sabía cómo quería que fuese su cachorro, debía ser un perro hermoso, con mucho pelo y que le diera besos de amor.

-¡Nicholas! -James advirtió, pero nada impidió que las manos de Nick se resbalaran por los bordes del cuadro, cayendo estrepitosamente al piso y haciéndose añicos.

-¡Oh mi Dios! -Se quejó Nicholas. Se llevó las manos a la cabeza, luego a la boca, mirando mortificado a James. -Lo siento mucho, estoy... yo estaba distraído.

James se acercó a él con su cabeza negando.

-He notado eso.

-Lo siento, lo siento, soy un idiota. -Nicholas se agachó para recoger los pedazos de cristal desperdigados, el marco estropeado. James le retuvo por la muñeca, alzándolo de nuevo a su altura.

-No digas eso, -dijo con tono tranquilo. Se encogió de hombros. -es solo un cuadro. Mira, no le ha pasado nada a lo importante. -Él mismo recogió el título universitario que había estado en el cuadro, sacudiendo las esquirlas de él y enseñándoselo a su esposo. -Nada que lamentar.

Nicholas no lucía convencido, de modo que James le besó para demostrarle que todo estaba bien. Era una escena tierna, sobre todo cuando Nick consiguió relajarse y corresponder a la caricia de James, abrazándolo por la cintura.

El rostro de Mika se arrugó ante eso. Él amaba a sus padres, pero verlos besarse era simplemente asqueroso. Él no comprendía porque la gente mayor lo hacía.

-Iugh -dijo sin contenerse y fingiendo un escalofrío. -Adultos.

Sus padres se separaron con una risa, volviendo a su actividad anterior.

-Cuando seas mayor lo entenderás -James le indicó.

-No, yo no besaré a nadie. No señor. -Mika negó tozudamente.

Nicholas y James compartieron una mirada y dejaron el tema pasar. Era una charla regular con el chico. Sus padres solo podían besarle a él, no entre ellos.

-Será mejor que vayas a lavar tus manos para que nos ayudes con la mesa -Nick revolvió su cabello incitándolo a ponerse de pie. -Tenemos que tomar la merienda.

Feliz de tener algo que hacer cuando sus padres se buscaron para otro beso susurrándose cosas entre ellos, Mika obedeció. Lavó sus manos con el jabón de Spiderman que papi había comprado para él recientemente y luego volvió a la sala.

-La abuela vendrá por ti esta noche -dijo James entregándole tres pares de cubiertos junto a las servilletas. -Tienes que tener tu bolsa lista para pasar los días con ella.

Mika los ordenó sobre los individuales en la mesa.

-La abuela dijo que vamos a tener tiempo de calidad. ¿Significa eso que el abuelo y yo no podremos escaparnos para comer pasteles con azúcar?

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