Parte III

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Tan pronto la puerta de entrada se cerró detrás de su hijo, Nicholas se recargó en esta mirando hacia James.

—Al fin solos —pronunció mordiéndose el labio.

Los ojos de James brillaron siguiendo el gesto.

—Por el único motivo que me pongo feliz de que Mika se vaya con mamá, es por tenerte solo para mí. —dijo acercándosele.

El estomago de Nick se volvió una fiesta de nervios. Odiaba y amaba a partes iguales escandalizarle a tal nivel por James. Ni el título de esposo, ni el paso de los años hacían nada por ayudarle a controlarse a su alrededor. Si no fuese porque ellos eran padres ahora, con un chico que entraba a su cuarto sin dar aviso, probablemente se la pasarían follando como conejos sin control.

Ahora tenían que hacerlo en silencio y con un oído atento a cualquier movimiento proveniente del otro cuarto.

—Ven aquí, —James llamó sacándolo de sus pensamientos. Si a Nicholas le importara, sería mortificante la rapidez con la que saltó a los brazos de James, como no lo hacía, solo sonrió obediente. Los brazos de James se enredaron en su cintura, calientes y fuertes. Sus labios bajaron para probar la piel de un costado de su cuello —voy a poder escuchar tus pequeños gemidos otra vez.

Nicholas gimió ante la succión de la boca de James. Eso iba a dejar una marca.

—Puedes colocarte un cuello alto —dijo James leyendo sus pensamientos. —No me pidas que me contenga ahora.

Se besaron y acariciaron con calma por un exacto de cinco minutos, luego de eso se transformaron en un juego fiero sin respiración, arrancando la ropa del otro a tirones y dejándola caer en cualquier lugar. La sala de estar se sofocó rápidamente, cayeron contra el sofá besándose como si se les fuese a acabar el mundo en cualquier momento.

Nick gemía sin control con James encima de él besando su piel con reverencia. Se sujetó a sus hombros como un salvavidas. Le enterró las uñas romas con los ojos cerrados, solo disfrutando ser devorado.

Amaba a su esposo. Amaba su paciencia, su dedicación, su esmero y su sensibilidad. Amaba que fuese un buen compañero y un excelente padre. Pero antes de conocer todas esas cualidades, Nicholas había conocido algo primitivo de James; su pasión. Y no había podido ser indiferente a ella.

James terminó de despojarlo de toda prenda. Besó desde su cuello sonrosado, sus mejillas sin rastro de barba pese a su edad, a su boca generosa y regordeta.

—James... —Nicholas se las arregló para pronunciar entre su mente nublada y atontada. La continuidad de esa frase, sin embargo, se perdió cuando su esposo le alzó del sofá dejándolo en sus rodillas y manos. James le cubrió desde atrás, sus labios pegados a su cuello. Su estomago plano contra su espalda.

Nicholas podía escuchas el susurro de las ropas apartadas. El envoltorio del condón ser abierto y la tapa de la botella del lubricante saltando. Los gruesos dedos que ya conocía tan bien se adentraron en él resbaladizos y perfectos. Nick dejó su cabeza colgando, viendo hacia atrás.

—Te he extrañado. —dijo a media voz.

—Yo también —James le besó.

No dejaron de besarse en ningún momento. James tragó los gemidos de Nick con su boca, meciéndose contra él, dentro de él, concentrándose en el placer del cuerpo del chico. En el amor que tenía por él. Lo amaba tanto.

Cuando las endorfinas del orgasmo se disiparon de su cuerpo minutos después, Nicholas se encontró recostado sobre el pecho de James. Estaban tendidos en el sofá, una simple manta de lana cubriéndolos. Nick respiró satisfecho, restregado su nariz contra el vello del pecho de James.

—¿Vamos a hablar de lo que encontramos ayer?

James se tensó en contra suyo. Su mano siguió subiendo y bajando, dibujando patrones en el brazo de Nick, pero su intención cambió.

—No creo que debamos.

Nicholas negó.

—Pues yo creo que sí. Mika no lo ha mencionado, pero obviamente le genera curiosidad si es que ha guardado la fotografía bajo su almohada. —Esperó a que James dijese algo, pero solo le respondió el silencio. Suspiró. —Quizás ha llegado la hora de hablar con él sobre ello.

—Nick... —James se apartó, sentándose para mirarlo.

—James, vamos, sabíamos que esto pasaría en algún punto.

—Pero no así, no de este modo.

—¿Y de qué modo entonces?

James alejó su mirada.

Mientras aseaban el cuarto de su hijo y metían en bolsas lo ultimo que dejaban atrás, se habían llevado la sorpresa de que Mika guardaba una fotografía bajo sus almohadas. Una muy vieja y roída, una que James ni siquiera recordaba que existía, pero que, al parecer, había sido relevante para su muchacho.

Hace muchos años que James no veía a su hermano Peter, desde aquel encuentro en donde casi lo pierde todo, donde Peter había atacado a Nicholas solo por saberlo gay y que vivía bajo su techo. James se cerró a él, negándose a saber más de lo necesario. Se había enterado de que fue cambiado de prisión cuando la corte lo declaró competente para asumir la responsabilidad de sus actos y que tras la rehabilitación se encontraba limpio de drogas.

Nada más allá.

Ahora, la fotografía le había enseñado a un Peter más joven, menos perdido y sin tanto peso en su espalda. Sin hundimiento en sus mejillas, ni locura en sus ojos.

—Pensé que me había deshecho de todo rastro de él —Se lamentó pasando las manos por su cabello. Nicholas se apoyó en su hombro, dejando caer un beso cálido.

—Aunque quieras, eso no puede borrarse. Es tu hermano.

—Lo sé, pero él no es una buena persona. —De solo pensar en lo que una vez había hecho, a James se le revolvían las tripas. No importa la cantidad de años que pasaran, él nunca olvidaría que de no haber llegado cuando lo hizo, no tendría a Nicholas a su lado. No tendría la maravillosa vida que tenía.

No sabía que sería de él, de no haber llegado cuando lo hizo.

—No entiendo cómo puedes hablar tan relajado del tema. —James dijo volteándose a mirar a Nick. Lo atrajo para sentir su calor nuevamente. Le sentó sobre su regazo. Nick siempre sería su pequeño chico. —Peter nos hizo mucho daño. A ti te lo hizo.

Nicholas se encogió de hombros.

—Supongo que lo dejé en el pasado. Te tengo a ti, y a Mika. No vivo de lo que una vez fue. Vivo mi presente. Quiero lo mejor para ti y para nuestro hijo, si eso significa hacer las paces con el tipo que creó una mala memoria en mí, lo haré. —Él se aferró al cuello de James, sus manos tomando sus lados para mirarlo fijamente. —No hay nada que no haría por ustedes.

—Eres tan... —James no halló la palabra perfecta. Quizás nunca existiría. Unió su frente con la de Nick, relajándose con él entre sus brazos. —Simplemente te amo.

Nicholas sonrió.

—Te amo también. 

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