Jaehyun.
Estaba más que ansioso por la respuesta de Ten, lo sentía inerte y eso me asustaba; tal vez se estaba preparando para rechazarme de la manera más dulce, como siempre era de esperarse por parte de él.
Mark tenía razón, debía acercar a Ten y no alejarlo con mi mal carácter, así que ¿qué mejor que una cita? ¿O quizás debí decirle salida?
Los minutos pasaban y no había respuesta por parte del tailandés, su estación estaba cada vez más cerca y ninguno de los dos hacía un pequeño movimiento, lo que en cierta parte me agradaba, la posición en la estábamos dejaba a mi merced sentir el suave cabello de Ten con aquel particular olor a miel.―Ten. ―Lo volví a llamar mientras mi mirada estaba puesta en el frente.
―¿Mh? ¡Oh, sí sí! Acepto la cita, Jaehyun. Es que recordé que dejé mi cuaderno de cálculo en el instituto y entonces, JAJÁA.
―Una sonora carcajada salió entre mis labios por la manera en la cual Ten no sabia mentir, quitando mi propia cabeza de la suya y llevando mi diestra hasta mi boca, tratando de contralar mi escandalosa risa. ― ¿De qué te ríes, eh? ― Cuestionó mientras comenzaba a arreglarse para su bajada.
―Nada, nada. Es que, eres un tonto por olvidar tu cuaderno. ―Respondí entre pequeñas risas, mientras posaba mi mirada en sus mejillas color carmín que ahora traía.― ¿Te parece si nos juntamos en el Dunkin Donuts del centro comercial?
― Sí, no hay problema. ¿A las 8:30?―Comenzaba a levantarse de su lugar y dar pequeños pasos hacia la puerta.
―A las 8:30. ― Afirmé, mientras veía como éste se alejaba sonriente. Agité mi mano de manera suave en su dirección, obteniendo como respuesta el mismo acto de vuelta. Me sentía feliz, no había duda de eso.
Ten.
Me dolía la cara de tanto sonreír, pero la felicidad que sentía en ese instante era sublime. Las palabras de Jaehyun no dejaban de dar vuelva en mi cabeza "Tengamos una cita." No sabía que le pasaba a aquél chico, pero esperaba que fuera así a partir de ahora, el Jaehyun cálido de hace un rato debía persistir.
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― ¿Por qué estás tan feliz, cariño? Te noto más radiante de lo normal.― Cuestionó mi madre con una ligera risita, mientras me sentaba a un lado de ella en el sofá.
― Nada en especial.― Mentí, mientras encogía mis hombros y posaba la mirada en mi progenitora. Estaba extraña, algo "apagada" a mi parecer, como si algo estuviera ocultando.
―Chittaphon, hoy llamaron de la clínica y...
― No. No y lo sabes, mamá. ― La interrumpí, levantándome molesto del sofá, sabía que iba a llevar nuevamente el momento de tocar aquel tema.― ¿Por qué siguen llamando? ¿No fuimos lo suficientemente claros?
― Cariño, tú sabes mejor que nadie que no puedes seguir así, eres frágil.― "Frágil" odiaba con todo mi ser aquella palabra, más si la utilizaban para caracterizarme.
― No soy frágil, mamá, entiéndelo. ¿Cómo quieres que te lo demuestre? ¿Un trabajo? ¿Practicar algún deporte? ¿Volver al baile? ¡Bien, lo haré! Te darás cuenta que no soy frágil. Tú y todos esos estúpidos que sólo llaman para hacerte sentir mal.― Una bomba de tiempo. Eso era lo que me definía en momentos como esos, odiaba que metieran cosas en la cabeza de mi madre, más por mi culpa. Me comenzaba a sentir agitado, más de lo normal en algún punto; no era bueno.
― Chittaphon, cálmate. No es necesario que me lo demuestres.― Se levantó de aquel sofá y se posicionó frente a mi, tomando mi rostro entre sus manos y regalándome aquellas miradas tan dulces que sólo ella podía darme. ― Sólo piensa en qué sería lo mejor. ¿Qué haría yo sin ti?― Esa pregunta era la que destrozaba mi corazón en miles de pedazos cada vez la oía, la mirada dulce y a la vez nostálgica de mi madre dolía. Con suavidad posé mis manos sobre las de ella, quitando éstas con suavidad.
― Lo siento, mamá. Mi respuesta seguirá siento la misma que hace un mes.― Musité besando sus manos y tomando dirección hacia mi habitación. Odiaba terminar una conversación de aquella manera, no me gustaba dejar a mi madre así, pero no aceptaría jamás una quimioterapia.
Me tumbé boca arriba sobre mi cama, vagando en pequeñas lagunas mentales que me invadían cada vez más, hasta que la vibración de mi celular me distrajo.
Mensaje de: YoonOh.
8:30, Dunkin Donuts. 6:15.
Volví a sonreír, olvidando por completo la escena anterior y recordando nuevamente mi encuentro con Jaehyun. Tomé mi celular y tecleé.
Para: YoonOh.
Ahí estaré, YoonOh. 6:16.
Dejé el celular a un lado y me levanté, estaba decidido, nada arruinaría mi salida con Jaehyun. Me encaminé hasta el baño, deshaciéndome de mis prendas y dejando que el agua hiciera su trabajo, no fueron muchos los minutos que me tomó bañarme, pues, mi cuerpo era pequeño y sentía que cada vez se reducía más.
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―¡No puedo creerlo! Desde que eras un niño has sido come números. ― Habló sonriente Jaehyun, mientras bebía un poco más de su batido y escuchaba parte de mis logros en talleres matemáticos. Los hoyuelos que se formaban en aquellas mejillas siempre me lograban cautivar, estaba seguro que era una señal para saber cuando una sonrisa era sincera de parte del castaño.
―Bueno, no podría negarte eso.―Reí mientras apoyaba mi codo en la mesa y mi mejilla sobre mi mano, me sentía cansado. ― ¿Qué hiciste tú de pequeño?
―Tomaba clases de piano solamente, mi abuelo era mi gran maestro. ― Miró sus propias manos mientras jugaba torpemente con sus dedos.
―Deberías enseñarme, sería mi paga por enseñarte matemáticas, ¿no crees? Yo digo que es un trato justo.
― Claro, cuando quieras.― Su mirada subió hasta encontrarse con la mía y sonreí igual que la primera vez, estaba vez no me sentía incómodo, al contrario. Sentía que podíamos hablar con tan sólo mirarnos. ― Ten. ― Su mirada pasó de paz a preocupación, mientras mis párpados comenzaba a pesar. ― Tu nariz está sangrando, ¿te sientes bien?
―Llevé mi mano hasta mi nariz y efectivamente sangraba. ― Estoy bien, Jaehyun, no te preocupes.―Me levanté lo más rápido que pude y busqué con desesperación el baño del lugar.― No te vayas, ¿sí? ― Aquellas palabras no fueron necesarias, pues Jaehyun me siguió hasta el baño y se posicionó a un lado de mi mientras comenzaba a lavar la sangre de mi rostro, la cual no se detenía.
―¿Seguro estás bien? ¿Te golpeaste con algo? ― Sus suaves manos quitaron algunos de mis negros cabellos, mientras más sangre salía de mis fosas nasales y comenzaba a perder fuerza en mis piernas.
―Es-estoy bien, en serio. ― Mi cuerpo cada vez se apoyaba más del lavamanos, la voz no me salía con facilidad y perdí la noción del tiempo ―No hoy... ― Todo se volvió negro, lo último que logré sentir fue un golpe en mi cabeza.
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