Prólogo:

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En un momento de mi vida me encontraba caminando sola, lidiando con mis pensamientos y emociones. A mi lado no había nadie además de mi sombra, decidí seguir, y en el camino me encontré con personas que no hicieron más que tirarme piedras para que caiga.

Y seguí, sin importar cuánto tarde en encontrar a alguien que se quede permanentemente sin tratar de tirarme abajo. Alguien que se quede a pesar de que mis rosas tengas espinas, sin importar que mis pedazos rotos lastimen, y sin importar cuanto sangren mis heridas. Alguien que se quede para ayudarme a ser mejor persona y camine a mi lado agarrándome la mano; alguien que me ayude a levantarme cuando caigo y que tenga la confianza de mostrarme sus cicatrices y dejarme darle la mano cuando tropiece.

Y ahí fue, cuando caminando entre tantos escombros, entre tantas cosas rotas, que te encontré a vos. Pusiste mi mundo de cabeza, e hiciste que todo aquello que deseaba se haga realidad.

Pero en cada paso que daba, en cada palabra que decía aparecía algo que me hacía caer. Tengo moretones y heridas de cada tropiezo que tuve. Tengo cicatrices en mi cuerpo por cada decepción que sentí. Tengo un corazón roto tratando de arreglarse.

Y también tengo amigos que me hacen ver mis errores y mis logros, recibo abrazos por cada lágrima derramada y risas en momentos en los que las necesito.

Te tengo a vos, los tengo a ellos, ayudándome en cada paso, guiándome en el camino correcto.

Boulevard | poemario ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora