XXXVII: Sus alas rotas.

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Sus alas rotas

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Sus alas rotas

Llegó ese momento
donde tenía que abrir sus alas para volar,
desnuda,
porque él se lo había llevado todo.

Llegó ese momento
y cuando saltó de ese lugar
con sus alas abiertas,
cayó,
sus alas estaban rotas de tanto soportar
aquellas pequeñas cosas que le dolían.

Cayó de un precipicio,
y cuando su cuerpo impactó en el suelo
ya no podía levantarse, le dolía el cuerpo
y era obvio, había caído del lugar más alto.

Un lugar donde estaban aquellas ilusiones
y promesas, aquellas expectativas...
parece que eran muchas,
y todas estaban rotas.

Así como ella, y sus alas.
Quizás por eso cayó.

Cayó porque ya no había lugar para ella
porque todo aquello lo ocupaba,
quizás por eso cayó...
porque todo eso ya la estaba alejando
cada vez más
hasta que no cabía en ese lugar.

Cayó de ese precipicio para ir a un lugar
donde solo había oscuridad,
conforme pasaba el tiempo
se iba iluminando.

Sola se encontraba, o eso pensaba...
suelta con sus pensamientos,
cada vez brillaba un poco más.

Porque había aprendido a arreglarse sola,
y brillar por su cuenta.

Ya sus alas no estaban rotas,
podía volar sin problema,
sentir el viento en la cara
y aquella libertad...
que cada vez la ahogaba más.

Pues necesitaba a aquel
que había dejado atrás,
lo necesitaba a él y a aquellas promesas
que tanto los definían,
necesitaba aquellas espinas que él tenía,
quizás porque extrañaba
pincharse con ellas
y sangrar.

Extrañaba aquellas cosas que se encontraban arriba de ese precipicio,
lo extrañaba a el y tomar su mano...
y quizás no habían razones que lo justifiquen.

Quizás solo le gustaba caer
para arreglarse y volver con él.

Boulevard | poemario ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora