¡¡¡Atención capitulo 3!!!

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En el que Sakura entra en un castillo y hace un trato

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EN EL MURO HABÍA UNA PUERTA grande y negra y Sakura avanzó hacia ella, cojeando con energía. El castillo era todavía más feo visto de cerca. Era demasiado alto para su base y no tenía una forma muy regular. Por lo que podía ver Sakura en aquella oscuridad, estaba construido con grandes bloques que parecían de carbón y, como el carbón, todos los bloques tenían distintas formas y tamaños. Cuando se acercó, notó que desprendía frío, pero aquello no la asustó en absoluto. En lo único que pensaba era en sillas y chimeneas y alargó una mano anhelante hacia la puerta.

La mano fue incapaz de tocarla. Algún tipo de pared invisible la detuvo a un palmo de la puerta. Sakura la empujó con un dedo irritado. Como aquello no sirvió de nada, lo intentó con el bastón.

La pared invisible parecía cubrir por arriba toda la puerta hasta donde alcanzaba su vara y, por abajo, hasta el brezo que sobresalía por debajo del escalón de entrada.

— ¡Ábrete! —le dijo Sakura No sirvió de nada.

—Muy bien —dijo Sakura—. Pues encontraré tu puerta trasera.

Avanzó hacia la esquina izquierda del castillo, que estaba más cerca y ligeramente cuesta abajo. Pero no fue capaz de doblarla. La pared invisible la volvió a detener en cuanto llegó a la altura de la esquina irregular. Entonces, Sakura dijo una palabra que había aprendido de shion, que ni las ancianas ni las niñas pequeñas deben pronunciar, y avanzó a trompicones; cuesta arriba, en el sentido contrario a las agujas del reloj, hacia la esquina derecha del castillo. Allí no había ninguna barrera. Dobló la esquina y avanzó impaciente hacia el segundo portón negro situado en medio de aquella pared del castillo.

El humo negro sopló sobre ella y Sakura tosió. Ahora estaba enfadada. Era vieja, frágil, tenía frío y le dolía todo. La noche había caído y aquel castillo le había soplado humo en la cara.

— ¡Voy a hablar con naruto sobre esto! —dijo, y se lanzó con fiereza hacia la siguiente esquina. Tampoco allí había ninguna barrera. Era obvio que había que dar la vuelta al castillo en sentido contrario a las agujas del reloj. En aquella pared había una tercera puerta, mucho más pequeña y desvencijada.

— ¡Por fin la puerta trasera! —exclamó Sakura. El castillo volvió a moverse en cuanto Sakura se acercó a aquella entrada. El suelo tembló. Las paredes se estremecieron y crujieron, y la puerta empezó a moverse de lado alejándose de ella.

— ¡No, no hagas eso! —gritó Sakura. Corrió tras la puerta y la golpeó violentamente con el bastón—. ¡Ábrete! —aulló.

La puerta se abrió de golpe hacia adentro, mientras seguía alejándose. Sakura, cojeando furiosamente, consiguió poner un pie sobre el escalón. Luego saltó y se tropezó y volvió a saltar, mientras los grandes bloques negros alrededor de la puerta se movían y crujían a medida que el castillo cogía velocidad sobre la desigual ladera. A Sakura no le extrañó que el castillo tuviera una planta tan torcida. Lo que la maravillaba era que no se cayera a pedazos allí mismo.

— ¡Qué manera más estúpida de tratar un edificio! —jadeó mientras se arrojaba en su interior. Tuvo que soltar el bastón y agarrarse a la puerta abierta para no salir despedida hacia fuera inmediatamente.

Cuando consiguió recuperar un poco el aliento, se dio cuenta de que ante ella había una persona de pie, sujetando la puerta.

Era una cabeza más alto que Sakura, pero vio que era casi un niño, solo un poco mayor que shion. Y parecía que intentaba cerrar la puerta y echarla de la habitación que veía al otro lado, cálida a la luz de las lámparas, con el techo bajo de vigas descubiertas, para expulsarla otra vez hacia la noche.

El castillo vagabundoWhere stories live. Discover now