En el que Sakura deja el Castillo en varias direcciones a la vez

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A LA MAÑANA SIGUIENTE, Sakura comprobó aliviada que Kurama  ardía radiante y alegre. Si no estuviera harta de Naruto, se habría sentido casi conmovida al advertir cuánto se alegró el mago al ver Kurama.

—Pensé que esta mujer había acabado contigo, vieja bola de fuego —dijo Naruto, arrodillándose junto a la chimenea con las mangas de la camisa entre las cenizas.

—Solo estaba cansado —dijo Kurama— Parecía que el castillo se resistía, nunca lo había llevado tan rápido.

—Bueno, pues no permitas que te obligue otra vez —advirtió Naruto. Se puso de pie, sacudiéndose con elegancia la ceniza de su traje gris y escarlata— Empieza con ese conjuro, Konohamaru. Y si viene alguien de parte del Rey, le dices que estaré fuera por asuntos privados hasta mañana. Voy a ver a Ino, pero no hace falta que se lo cuentes.

Cogió su guitarra y abrió la puerta con la mancha verde hacia abajo, hacia las amplias y nubosas colinas. El espantapájaros estaba allí otra vez. Cuando naruto abrió la puerta, se lanzó hacia él de lado y lo alcanzó en el pecho con la cara de nabo. La guitarra emitió un horrible tañido.

Sakura  soltó un gritito de terror y se agarró a la silla. Uno de los brazos de palo del espantapájaros estaba moviéndose para agarrarse al marco de la puerta. Por la forma en que Naruto  había afianzado los pies, estaba claro que le estaba empujando con mucha fuerza. No había duda de que aquella cosa estaba decidida a entrar en el castillo.

El rostro azul de Kurama asomó por la chimenea. Michael estaba paralizado un poco más lejos.

— ¡Era verdad lo del espantapájaros! —dijeron los dos a la vez.

— ¿Ah, sí? ¿En serio? —Naruto jadeaba. Apoyó con un pie contra el marco de la puerta y empujó. El espantapájaros salió volando de golpe hacia atrás y aterrizó con un ligero crujido sobre los brezos, unos pasos más allá. Enseguida se puso de pie y se acercó a saltos al castillo. Naruto dejó apresuradamente la guitarra en el suelo y saltó para encontrarse con él.

—No, no vas a entrar, amigo mío —dijo levantando una mano— Vuelve al lugar de donde hayas venido.

Avanzó despacio, todavía con la mano levantada. El espantapájaros se retiró un poco, saltando lenta y temerosamente hacia atrás. Cuando naruto se detuvo, el espantapájaros también lo hizo, con su pata plantada entre el brezo y los brazos harapientos moviéndose de un lado y a otro como una persona preparada para luchar. Los jirones de tela ondeaban al viento sobre sus brazos y parecía una imitación disparatada de las mangas de Naruto.

— ¿Así que no te quieres ir? —preguntó Naruto.

Y la cabeza de nabo osciló de derecha a izquierda. No se iría.

—Me temo que tendrás que marcharte —dijo Naruto—Le das miedo a Sakura, y cualquiera sabe de qué será capaz si está asustada. Y ahora que lo pienso, también me das miedo a mí.

Naruto  movió los brazos pesadamente, como si estuviera levantando un gran peso, hasta elevarlos por encima de la cabeza. Gritó una palabra extraña, que quedó medio oculta en el restallar de un trueno repentino, y el espantapájaros salió volando por los aires. Se elevó hacia arriba y a lo lejos, con los harapos ondeando y agitando los brazos a modo de protesta, hasta que no fue más que una mota en el aire, y luego un punto que se desvaneció entre las nubes y se perdió de vista.

Naruto  bajó los brazos y se acercó a la puerta, secándose la cara con el dorso de la mano.
—Retiro mis duras palabras, Sakura —dijo, jadeando— Esa cosa era alarmante. Puede que estuviera frenando el castillo durante todo el día de ayer. Poseía una de las magias más  poderosas que he visto nunca. ¿Qué era? ¿Lo que quedaba de la última persona a la que le limpiaste la casa?

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⏰ Last updated: Sep 28, 2018 ⏰

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El castillo vagabundoWhere stories live. Discover now