En el que Naruto expresa sus sentimientos con fango verde

60 4 2
                                    


Naruto NO SALIÓ AQUEL DÍA, ni tampoco los siguientes. Sakura se sentaba para pensar en silencio en su silla junto al hogar. Se dio cuenta de que, por mucho que Naruto lo mereciera, había centrado su rabia contra el castillo cuando en realidad estaba enfadada con la bruja del Byakugan. Y, además, se sentía un poco incómoda por encontrarse allí disimulando sus verdaderas intenciones. Puede que Naruto creyera que le caía bien a Kurama, pero ella sabía que el demonio Kitsune solo había aprovechado la oportunidad para hacer un trato con ella. Además, pensó que le había fallado a Kurama.

Aquel estado de ánimo no duró mucho. Sakura descubrió una pila de ropa de Konohamaru que había que remendar. Sacó un dedal, hilo y tijeras de su bolsa de costura y se puso a coser. Aquella tarde se sintió lo bastante animada como para unirse a una canción tontorrona de Kurama sobre sartenes.

— ¿Contenta con tu trabajo? —preguntó Naruto sarcásticamente.

—Necesito más cosas que hacer —dijo Sakura.

—A mi traje viejo le vendría bien un remiendo, si buscas algo con que entretenerte —dijo Naruto.

Parecía que ya no estaba enfadado. Sakura sintió un gran alivio, pues aquella mañana casi había tenido miedo. Era evidente que Naruto todavía no había conseguido a la chica que perseguía. Sakura oyó cómo Konohamaru le hacía preguntas directas al respecto y cómo Naruto se escabullía hábilmente y no contestaba a ninguna.

—Se escurre como una anguila —murmuró Sakura a un par de calcetines de Konohamaru —. No puede aceptar su propia maldad.

Vio que Naruto estaba inquieto, sin parar de hacer cosas para ocultar su descontento. Sakura lo entendía perfectamente.

En la mesa, Naruto trabajaba con mucha mayor intensidad y rapidez que Konohamaru, ejecutando conjuros de forma experta, aunque un tanto atropellada. Por la expresión en el rostro de Konohamaru, casi todos los hechizos eran inusuales y difíciles de hacer. Naruto dejó un conjuro a la mitad y subió corriendo a su habitación a vigilar algo secreto, y sin duda siniestro, que estaba pasando allí; luego salió a toda velocidad al patio a trastear con un gran conjuro que se traía entre manos. Sakura abrió la puerta un poco y quedó sorprendida al ver al elegante mago, arrodillado en el barro con las largas mangas atadas en un nudo por detrás del cuello para que no le estorbaran, mientras llevaba con cuidado una pieza de metal grasiento hasta una estructura extraña.

Aquel conjuro era para el Rey. Otro mensajero peripuesto y oloroso llegó con una carta y un discurso largo, larguísimo en el que preguntaba si sería posible que Naruto le dedicase algo de su tiempo, sin duda ocupado en otras muchas cosas, para concentrar su poderoso e ingenioso intelecto en un pequeño problema que afectaba a Su Real Majestad: concretamente, cómo podría el ejército hacer pasar sus pesados carros por un terreno pantanoso e irregular. Naruto ofreció una respuesta elocuente y maravillosamente educada, pero dijo que no. Después, el mensajero habló durante otra media hora, al cabo de la cual ambos hicieron una reverencia y Naruto accedió a hacer el conjuro.

Me da mala espina —le dijo Naruto a Konohamaru cuando se hubo marchando el mensajero— ¿Por qué se tendría que perder Nara en el Páramo? El Rey parece creer que yo le serviré en su lugar.

—Él no era tan inventivo como tú, eso está claro —dijo Konohamaru.

Soy demasiado paciente y demasiado educado —dijo Naruto en tono sombrío—. Debería haberle cobrado mucho más.

Naruto era igual de paciente y educado con los clientes de Porthaven, pero como Konohamaru señaló preocupado, el problema era que Naruto no les cobraba lo suficiente. Aquello fue después de que Naruto hubiera escuchado durante una hora las razones por las que la esposa de un marinero no podría pagarle todavía ni un penique, y de que le prometiera a un capitán un conjuro de vientos a cambio de una minucia. Naruto eludió los argumentos de Konohamaru dándole una lección de magia.

El castillo vagabundoWhere stories live. Discover now