Kyle ahogó un gemido desde lo profundo de su garganta, tapando su boca y arqueándose ligeramente hacia adelante, mientras su mano libre apretaba con fuerza la parka naranja en busca de estabilidad. Su respiración era pesada y algo cortada por los incesantes sonidos que necesitaba dejar salir, y que con mucho esfuerzo lograba matar en medio del acto. Se contrajo una vez más al sentir la húmeda sensación recorriendo partes que ni siquiera pensó que produjeran bajo ningún concepto tanto placer. La capucha de la parka de Kenny comenzó a resbalarse por los rubios cabellos del chico a causa del vaivén que se provocaba con entusiasmo entre las piernas del judío.
El sonido de un chapoteo obsceno murió dentro de las estanterías, y una sonrisa se posó en los labios de quien estaba de rodillas. Sus azules ojos enfocaron la mejor escena que la vida podría brindarle, y en seguida sintió como su sexo cobraba temperatura y tamaño dentro de sus blancos calzoncillos.
—¿Te gusta, Kyle?—preguntó mirando hacia arriba. El judío, aturdido por la situación, se dignó en entablar su mirada con él solo cuando pudo calmarse ligeramente.
—Eres un hijo de puta, Kenneth.—su voz salió esforzada y profunda, alterando los nervios del rubio. Bien sabía que cuando todo eso terminara, iba a recibir la paliza del siglo. Pero no le importó un comino, como siempre. Sonrió ladino y tomó el miembro palpitante entre sus manos. El pelirrojo gruñó por lo bajo y se aferró con más fuerza al hombro de Kenny.
—¿Por qué no piensas en otra cosa? Piensa que soy Rebecca, o Heidi. —sugirió, empezando sin falta ni retraso con una masturbación rápida y animada. Aun y con ello, Kenny no apartó los ojos de Kyle, y su vez, éste no pudo apartar la mirada de Kenny. Kyle frunció el ceño y susurró un par de incoherencias en tono tan bajo, que Kenny se odió por no poder escucharlas. Aun si fueran maldiciones escuchar la melosa voz de su amigo excitado le estimulaba en gran medida.—Vamos Kyle...— sonrió, parando con el proceso. Kyle respiró con algo de alivio, y el rubio se maravilló al notar como el pecho de su amigo subía y bajaba con rapidez. Quizás estaba cerca del clímax. Sin haber apartado su mano del miembro, y clavando sus curiosos ojos en el rostro del pelirrojo, besó "tiernamente" ( si es que así se podía llamar a tan obsceno gesto) el glande, provocando que Kyle cerrara los ojos. No por excitación u otra causa. Quizás la sola imagen de Kenny haciéndole un oral era demasiado para su mente. El rubio se decepcionó un poco ante eso, pero no desatendió la excitación entre sus manos. Comenzó a repartir pequeños besos por toda la extensión, tomándose el descaro de masajear sus testículos sin pudor alguno. Aquello fue demasiado para el judío, quién sin poder soportarlo, gimió ronco y estrangulado, tan guturalmente que la piel de McCormick se erizó de gusto y orgullo.
—¿Quién está haciendo ruido?—se escuchó vagamente a lo lejos. Kyle se tensó al instante abriendo los ojos con terror puro. La bibliotecaria los asesinaría si los encontraba. Sin un rastro de delicadeza, trató de alejar a Kenny de su cuerpo, sin embargo éste solo se removió en su sitio y mordió ligeramente su entrepierna, a un lado del falo, como un pequeño berrinche y muestra de que no se alejaría. Kyle, que no se esperaba tal cosa, se quejó con rabia, pellizcando la oreja de Kenny.
—¡No me muerdas, hijo de puta!—susurró con mal disimulada excitación, tironeando de la oreja de Kenneth con más fuerza. El rubio bufó y decidió llevar ambas manos a los glúteos del pelirrojo, en un fuerte y desvergonzado agarre, para evitar que se alejara de él y su boca. Presionó con fuerza la zona, haciendo que por reflejo Kyle se arqueara hacia delante. Kenny aprovechó la oportunidad, y con maestría obtenida mediante la práctica, comenzó a juguetear con su lengua toda la extensión, llegando incluso a succionar ligeramente la zona del glande, base y sí, testículos.
Aquello era demasiado. Kyle intentó clavar las unas en el rostro de Kenny, pero no lograba controlarse a si mismo como para coordinar sus manos temblorosas. El vaho de su aliento le indicó, para su sorpresa, cual caliente se encontraba. Su mirada se perdió entre los miles de libros que los abrigaban de la presencia de la bibliotecaria, que al parecer se había tomado la molestia de comenzar a buscar al causante del disturbio en la zona. Las manos de McCormick masajeaban sus glúteos sin vergüenza alguna por sobre la tela, acentuando el calor sofocante de su cintura para abajo. Maldijo a Kenny y su puta lengua experta, se odió a si mismo por no poder reaccionar y partirle la cara de un golpe, y sobre todo se odió por estar disfrutando tanto una mamada que jamás pidió, creyendo sinceramente que el rápido palpitar de su corazón solo era producto del rechazo, y no de otro marica sentimiento. Pensó, entre sus borrosas conjeturas y reflexiones dispersas, que tenían suerte de haberse sentado tan lejos de la entrada, en la sección vieja de libros de aritmética, donde ni siquiera la encargada se dignaba en visitar.
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Imposible, mi amor
Fanfiction-¿Te gusta, Kyle?-preguntó mirando hacia arriba. El judío, aturdido por la situación, se dignó en entablar su mirada con él solo cuando pudo calmarse ligeramente. -Eres un hijo de puta, Kenneth.-su voz salió esforzada y profunda, alterando los nerv...