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Historia corta de año nuevo.

Los equipajes y jaulas para mascotas iban y venían de un lado a otro en los compartimentos correspondientes, era viernes por la mañana y tal pareciera que ese preciso día, los residentes de Acapulco se les había dado la gana de salir o regresar de dicha ciudad, aquel sitio era algo grande, la capacidad se apreciaba en los miles de pasajeros en distintas terminales, sin contar el inmenso calor que se sentía allí adentro.

—Te juro que voy a vomitar, tengo revuelto el estómago, ya no aguanto más — se quejaba aquel chico de cabello alborotado y ojos café claro —No vuelvo a recibir la comida tan espantosa que brindan en los vuelos, está asquerosa.

—Nadie te obligo a comértela, Alfredo, ahora cállate que tengo asuntos más importantes que resolver.

Le respondió con hastío el chico pelinegro y de grandes pestañas, no quitaba su vista del área en donde recibían las maletas del viaje mas, este no obtuvo éxito alguno, llevaban cerca de 30 minutos esperando por su equipaje sin respuesta.

—Para mí que nuestras cosas ya se perdieron, llevamos años aquí y ya no aguanto el calor. Está insoportable.

—Suelo decirte exagerado respecto a tus quejas, pero esta vez tienes razón — mencionó el más bajo para después pasarse la mano por el rostro, eliminado rastros de sudor por su frente —El próximo vuelo ya saldrá y nuestro equipaje sigue ahí metido, apenas alcanzaremos a llegar al hotel para registrarnos y...

—Calmate, Jos, eres peor que una mujer cuando está en sus días se burló el chico de rizos —La fiesta es mañana por la tarde, tenemos tiempo de sobra para todo eso que dices.

—Ya no aguanto más esto — mencionó firme el ojimiel ignorando por completo a su amigo, para después tensar la mandíbula y caminar justo en frente.

—¿Puedo ayudarlo en algo, Joven? — cuestionó la señorita tras el mostrador de color blanco.

—Dudo mucho que pueda hacer algo, la competividad de este servicio es claramente muy mala.

El tono que usó Jos no fue el más adecuado, después de todo, la chica solo era una empleada más.

—Disculpe, no logro entender el problema, ¿Me podría explicar con más detalle?

—Llevo más de medía hora esperando a que mi equipaje salga por ahí — señaló al lugar en donde anteriormente se encontraban su amigo y él  —Y no entiendo si las maletas no llegaron o esto es un estúpido juego por parte de la aerolínea.

Freddy llegó justo a unos instantes, Jos podía ser un tanto explosivo a veces, por lo cual, no era recomendable dejarlo solo en ese estado.

—Por supuesto que no es ningún juego, somos una empresa sería y responsable — pronunció en tono ofendido sin titubear —Respecto a su equipaje yo misma veré el problema, no tiene porque portarse de esa manera. Digame el nombre de usted y su acompañante.

—Me llamo José Miguel Canela, y este de acá es José Alfredo Pacheco.

—Yo soy el este de acá — asomó la cabeza Freddy mientras sonreía y levantaba la mano, para que la señorita pudiera verlo.

La chica asintió mientras apuntaba los nombres en un pequeño papel, acto seguido se fue a la parte trasera.

—Hey, calmate, ella no tiene la culpa — resopló el rizado.

—¿Y qué pretendías que hiciera?, parece ser que soy el único de los dos que está preocupado por sus pertenencias.

—Yo también lo estoy, pero insisto en que debes calmarte, si sigues como vas a los 25 años te comenzaran a salir canas — rió ligeramente su amigo.

Miracles in December ♣ Jalonso ♣ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora