El tiempo pasaba con la prisa que sólo la felicidad proporciona. Circe y yo nos amábamos o eso creía yo. Compartíamos la cama, la comida, el placer por el placer y nuestros celos. Él cada vez destacaba más en su arte, y se convirtió al principio de su tercer año en el Conservatorio en el pianista principal de la Orquesta y empezó a viajar.
En cuanto a mí, pronto me recibiría del instituto y aunque no es un logro comparable al de mi amante me hacía muy feliz.
Gracias a mis ahorros y mucha tenacidad en casa puse un pequeño micro emprendimiento, hacía comidas caceras, sándwich y ensaladas de frutas para varios comercios del lugar. Circe me había ayudado con los primeros dos clientes, que eran conocidos suyos y luego gracias a la seriedad y responsabilidad que le puse al trabajo fui ganando más. Esa actividad me tenía entretenido mientras Circe no estaba en casa.
Cuando él estaba, la casa y mi corazón eran una fiesta. Él cumplía con mis caprichos más tontos, me traía chocolates y ropa de sus viajes. Yo cocinaba a cambio sus comidas favoritas.
Nuestros celos eran distintos, yo los tenía espaciados mientras que Circe cada dos meses.
Sin embargo, en septiembre para mí asombro nuestros celos coincidieron. Recuerdo el placer, el calor, el haberme despertado sin saber cómo había pasado un día completo. Cuando lo mire él dormía de espalda plácidamente con todos mi dedos y uñas marcados en su espalda, y al intentar levantarme de la cama mi cuerpo se sentía adolorido. Di un par de pasos hacia el baño, y una gran y sorprendente cantidad de semen se escurrió entre mis piernas. El reflejo que proyectaba el espejo mostraba una gran cantidad de chupetones en mi pecho y una mordida en mi nuca con sangre seca, digna de un alfa y no del Omega dormido plácidamente con una sonrisa adorable. Me bañé sin darle importancia a la marca. Ambos continuamos con nuestras vidas con normalidad.
En octubre empecé a sentirme enfermo, la comida me caía mal, vomitaba, estaba muy sensible a los olores. Yo le echaba la culpa a algún alimento en mal estado que podría haber ingerido. Se lo oculte a Circe, ya que él estaba preparando un solo que debutaría en una gira de la orquesta en EEUU y sólo faltaban unos pocos días para que se fuera. Estaba como loco por la emoción iba a ser la estrella principal del concierto. Practicaba día y noche. Para quitarle un poco de presión, por mi parte, decidí ir al médico después de que el emprendiera el viaje.
Lo despedí en el aeropuerto y de ahí me fui directo al hospital. Me atendió un médico clínico, que escuchó de mis labios los síntomas que había sufrido durante esos días, sin tentarse a darme su opinión personal, me hizo hacer algunos exámenes de sangre. Al otro día me entregaron los resultados: estaba embarazado.El médico, un alfa de unos 50 años, primero fue muy amable, pero cuando vio mi cara de consternación me hizo la fatídica pregunta: “¿hijo tienes un alfa en casa?” A lo que contesté la verdad: no. Entonces su sonrisa se borró de su cara, y dio comienzo a un largo discurso sobre los Omegas Libertinos que no se cuidan ni usan protección y no piensan en las enfermedades y los embarazos no deseados. Para rematar dijo: “que un Omega era demasiado débil para tener un niño por sí sólo, por que no pueden sostenerse económica y mentalmente”. La solución un aborto. Para ese momento, yo lloraba calladamente, pero, cuando escuché que quería matar al bebé, me levanté y le grité que era un idiota, que no me conocía, y le iba a demostrar que podía criar a ese niño mejor que cualquiera, y que fuera lo que fuera lo haría feliz.
Se quedó tan sorprendido que no atino a decir nada más. Salí del hospital decidido a criar al niño.
Pase dos noches sin dormir pensando en cómo se lo diría a Circe, tal vez deberíamos ocultar que es hijo de los dos, ya que el niño al ser hijo de dos omegas cargaría con demasiados señalamientos sobre sus hombros.El día de su regreso me vestí con lo más bello posible, y apenas cruzó el umbral dije:
- “Tengo una noticia”,
- “Yo también y es maravillosa, dime primero la tuya”.Lo vi tan feliz que me negué a ser primero. Con una sonrisa alegre y llena de convicción gritó mientras me abrazaba.
- “Me contrataron en la Sinfónica de Nueva York. Me iré en 10 días, y como tú has sido mi más querido amigo eres el segundo en saberlo. He podido cumplir uno de mis sueños. Ya hablé con mi madre te pagará todos los meses que restan del contrato y buscará el piano”.Su alegría me deshizo, sus palabras me desconcertaron, nunca use la palabra amigo para referirme a él, yo lo amaba. Y por ese sentimiento, me guarde el secreto del bebé. Era un ángel, un ángel cruel y no podía cortar sus alas. Pregunto qué quería contarle, y le contesté con evasivas.
Tuvimos sexo un par de veces más, mi corazón se despedía de él, lo sé, no de una manera sana o digna. Era como recibir migajas de felicidad.
El último día antes de su partida, con claridad le dije que no volviera más, que no lo quería ver más en mi casa. Le desee éxitos y mucha felicidad, él cruzo la puerta con sus valijas y ni un beso me dio ni tampoco se dio la vuelta para observar el cómo ya mi estomago estaba algo abultado. Cuando apenas lo perdí de vista me autoricé a llorar, lavar mi alma y así intentar volver a ser fuerte para el bebé que estaba esperando.Los meses pasaron y mi niño nació, según mis lecturas las probabilidades de que sea un Omega son altas. Es bellísimo como un jazmín blanco, de ojos celestes y pelo color azabache un pedazo de primavera que me permite seguir viviendo.
Mi pequeño será feliz ahora, es el eje de mi existencia, y yo seré feliz de una forma extraña, pero maravillosa.
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Omega + Omega - Alfa
Werewolf"Cuando un alfa unido a un omega muere, lo habitual es que el omega muera. Sentenció ese sicologo alfa como si fuera una afirmacion veraz y contundente. Eliseo ahora se encuentra solo. No desea después de su violento matrimonio ningún nuevo alfa a...