Redescubriendo la belleza

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La siguiente semana fue ajetreada para mí. Entrevisté a varios prospectos de inquilinos, entre ellos a un par de alfas que definitivamente no aceptaría. Demasiado escándalo moral y peligro sería vivir con uno de ellos, mas estando yo en mi nuevo estado de soltería. Hubo una chica beta que estudiaba arquitectura la cual casi saca el boleto de entrada a la casa, salvó por el extraño hecho que sucedió una iluminada mañana de miércoles. En mi puerta se presentaron tres personas, por el olor supe inmediatamente que se trataba de una hermosa Omega de unos 40 años, de un alfa bastante mayor que ella muy elegante, tranquilo y seguro y un pequeño Omega que claramente era el hijo de ambos.
Ellos entraron como un viento de otoño, saludaron muy educadamente, se sentaron en el sillón del living uno junto al otro con ella al medio, yo me senté adelante en una silla. Esperaba que empezará a hablar el alfa pero no, ella fue quién tomó las riendas y explicó rápidamente que estaban muy interesados en la habitación, que era médica, lo cual me sorprendió ya que era la primera vez que conocía a una Omega educada y universitaria, que su marido era comerciante, que venían de una ciudad lejos de la Capital, que tenían otros tres niños más pequeños que cuidar en casa; y que según su investigación yo era un omega decente. Previamente habló con mis vecinos para sonsacarles información. Además del trato de rentar una habitación también querían que me ocupará de atender las necesidades de su talentoso y lindo hijo omega, a cambio me pagarían un extra. Toda esa energía me apabullo bastante, me encogí de hombros y casi me largué a reír cuándo en un momento dado dijo:
- “Aquí, como lo vez nuestro hijo Circe toca hermosamente el piano, el cual, si estás de acuerdo, lo mandaremos en un camión. También canta como un zorzal, con sólo 18 años tiene una beca en el Conservatorio de Música, y deseamos que tenga éxito. Deseamos con anhelo que estudie, para eso necesitamos que alguien lo cuide, mientras no estemos nosotros. No queremos que sólo se case y tenga cachorros, debe explotar su talento para ser independiente”.
Dicho esto, dejó de mirarme y se dirigió a su esposo, que hasta ese momento no había proferido palabra, con tono seductor y coqueto dirigió sus palabras al hombre alfa que estaba sentado cruzado de brazos.

- “¿No es cierto vida?”

El hombre sin dudar ni contrariarla, con una sonrisa amable inmediatamente afirmo lo comunicado por su esposa.

- “Sí mi ángel, lo que tu dispongas será importante para Circe”.

Mi sorpresa fue mayúscula al oírlo responder, había escuchado de Omegas que tenían domados a sus alfas, pero nunca lo había presenciado en vivo y en directo. Me pareció un poco cómico que ese resuelto Alfa se comportará como un gatito frente a esa bella Omega.
Al concluir su discurso maternal, dirigió su mano a la cabeza del joven para despeinar los cabellos de su hijo, y luego finalmente besar la frente como muestra de cariño. En ese momento me percate de Circe por primera vez,  y no había palabras perfectas y adecuadas para describir su belleza, más allá de compararlo como el sol en primavera, era como un jazmín blanco, cuyos ojos celestes me hacían recordar a un cielo despejado, y los cabellos color azabache contrastaban con tanta luminosidad, sin embargo no opacaban el rostro tan perfecto, sino que le aportaba una fina oscuridad que lo hacía verse más como un dios griego que como un mortal. Su cuerpo pequeño, con justas y finas proporciones, me hicieron recordar a las esculturas desnudas y perfectas que una vez vi en el museo.
Cuando nuestros ojos se encontraron, no tuve tiempo para saber el cómo debía de reaccionar ante su bella, cálida, fabulosa y perfecta sonrisa que él me dirigió. Esos labios gruesos, que hacían una curvatura peligrosa y  que más de uno seguro desearía perderse en ellos, lograron conmover a mi corazón que hasta ese momento estaba paralizado. Sí realmente, no estaba preparado para una simple sonrisa, menos iba a estar preparado para el suave y melodioso tono de su voz que dijo:
- “Espero que puedas cuidar de mí”.

Él realmente era perfecto, ya que toda la suma de todas sus cualidades,  más el cómo acentuaba sus palabras hizo que me quedara anestesiado. Sin poder argumentar alguna negativa, acepte todas las condiciones y en sólo una semana llegó él y su piano a cambiar mi pobre existencia.

Ahora mi casa, ya no sólo me pertenecía a mi, sino también a Circe y su naturaleza tranquila desfilo por todas las habitaciones que compartíamos en común. En la cocina él nunca dejo de agradecer mi comida, entre todos mis deberes estaba el de preparar su baño apenas llegara del conservatorio, limpiar su habitación, lavar su ropa, y muchas otras cosas; poco a poco, me convertí en la persona que hacía todo por él.
Mi dedicación era retribuida, no sólo monetariamente, sino por lo que Circe me daba inconscientemente, sus charlas banales durante el desayuno hacían que mis mañanas fueran alegres, sus prácticas de canto llenaron con música todos los rincones de esa casa solitaria, y el piano que ahora ocupaba un gran espacio en la sala se volvió lo que más amaba de esa habitación, ya que sus conciertos en ese instrumento replicaban hasta llegar a lo más hondo de mí alma, quise querer imaginar que todos estaban dedicados con mi nombre. él era un ángel que combatía el silencio y la soledad con cantos que realizaba en tan diversos y únicos escenarios que iban de la ducha, la calle, hasta llegar a la habitación en dónde estudiaba. Durante tantos años que viví en esa casa, nunca pensé que podría alguna vez verla a través de otros ojos, me sentí lleno de vida, hasta podría decir que ahora estaba experimentando una felicidad. Pensé, con miedo, que pronto se cansaría de mi compañía, ya que no soy bueno conversando, tantos años de encierro me habían vuelto un ser parco, poco dado a ser sociable. Mi tiempo libre siempre lo gaste metiendo profundamente mi nariz en los libros, pasatiempo que Marcos me permitía, aunque sólo los libros que él me proveía. 
Para mi felicidad, ese bello ser, no se cansaba de mis historias, le conté cuentos de terror, de ciencia ficción, de amor etc. y hasta recomendé mis libros favoritos. En retribución el me oía atentamente, gestualizando con poses adorables, expresiones que iban de la alegría, del asombro hasta el de ensoñar con los ojos abiertos. Me permití reír, asustarme, soñar, siempre y cuando él estuviera a mi lado por qué sólo Circe lograba que yo me exteriorizara como realmente era.
Entre tomos de libros pesados y sus partituras de música nos empezamos a sentir libres de hablarnos y también a confiar todos nuestros temores y miedos uno al otro.
Su confianza y elogios lograron convencerme de que yo valía la pena, que podía cambiar mi rumbo de vida… que podía llegar a mejorar todo. Gracias a ese apoyó y aliento retomé mis estudios en dónde los había dejado antes de casarme.
Con los meses empecé a olvidar tomar las pastillas, me sentía feliz sin necesidad de nada más que la compañía amable de Circe.

Omega + Omega - AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora