Capítulo 30

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Eliam

Me asombraba a mí mismo la sensibilidad que me ocasionaba verla triste, o la alegría inmensa cuando mostraba su espléndida sonrisa o cuando sus ojos brillaban con esa única e inigualable magia que escondía.

La tenía entre mis brazos pero la sentía lejos, ausente, perdida. La noche se acercaba cada vez más rápido, los celestes cambiaron a azules y las estrellas comenzaron a dominar los cielos, donde nos encontrábamos no había mucha luz así que la comencé a guiar hacia los edificios.

En todo el camino estuvo en silencio, y estuvo tan ausente que ni se dio cuenta cuando estuvimos del otro lado del gran salón, ese es el camino largo hacia su edificio y además no hay muchas personas por ese sector a esas horas de la noche.

Caminamos un poco más y mientras ella miraba con atención el entorno la levante del suelo para luego hacerle girar y cambiar esa carita llena de penas.

– ¡Eliam para!– llego a decir varias veces pero no le hice caso, solo cuando comenzó a golpearme la baje.

–Eres una pulga violenta – dije sobándome el brazo, esa mujer tenía mucha fuerza escondida.

–No es cierto, tan solo me defendí – respondió ella acomodándose el cabello que lo traía en la cara– no recuerdas que odio que me carguen–

–De que otra forma te quitaba esa carita de ovejita degollada que traías–

–Pero cualquiera utiliza otra forma de llamar la atención – se quejó ella y me reí por su postura.

Se veía tan adorable enojada que la quería tener así por unos cuantos minutos más.

– ¿Y ahora de que te ríes? –menciono cruzándose de brazos.

–Yo no me estoy riendo– dije y ella entrecerró los ojos.

–Enserio, ya basta – sentencio pero seguí sin hacerle el mínimo caso.

– ¿O qué? pepito grillo – la rete.

–Pues, tan solo digo te vas a arrepentir – sentencio.

–Uy que miedo – dije fingiendo un ligero escalofrío.

–Ya basta, Eliam– volvió a decir y de cómo se acercó supuse que me golpearía, por suerte la esquive a tiempo.

–Hey... ¿me querías golpear? – pregunte con asombro.

–Tú te lo estás buscando–respondió

–Entonces para golpearme debes alcanzarme– mencione alejándome un poco más de ella.

–No me retes Eliam – advirtió pero no me importo.

–Vamos pepito grillo salta, tu puedes, no soy tan difícil de atrapar– la alenté, pero ella no cambiaba sus ojitos que de poder me hubieran acuchillado.

–Conste que te lo advertí– termino de decir para luego correr en mi dirección pero antes de que pudiera invadir mi espacio me apresure a correr también.

Con lo que corría poco me podía dar la vuelta y verla, pero de esos intervalos cortos de tiempo, me di cuenta que logre lo que quería, y era verla con una sonrisa.

Con mi ventaja logre llegar a una fuente cercana, y estando ahí la hice correr alrededor por unos cuantos minutos de los cuales se quejaba como más podía.

Hubo un tiempo en el cual ella decidió rendirse y fue entonces cuando se sentó en un extremo de la fuente donde luces blancas y amarillas se reflejaban en los rayos de agua que lanzaba de los extremos de la fuente a su centro.

Mi Sueño en su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora