Capítulo 3: Informado

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-Si entraste en Seilah y ahora estás en Sohel, la única forma de salir es pasando por los territorios restantes...

- ¿Que! ¿Hay más de esas cosas?.- Respondí desanimado.

- Si, y si quieres salir, no tienes otra opción que cruzar, aunque desde ahora te lo advierto: no será fácil en lo más mínimo.- Respondió mientras me miraba fijamente.

Solté un pequeño suspiro - ¿Como llego a los demás territorios?.- Pregunté sin demasiadas ganas.

- La única forma en la que puedes avanzar a los siguientes territorios es pidiéndole a Althea que te guíe hacia la salida de este lugar, ven, arrodíllate justo ahí.- Dijo mientras señalaba un lugar a su lado. 

Procedí a hacer lo que el cuerpo me había ordenado. 

- Bien, ahora cierra los ojos y repite conmigo.

- Esto es ridículo.- Respondí frustrado.

- Mira, ESTOY INTENTANDO AYUDARTE A SALIR, AUNQUE SI QUISIERA PODRÍA DEJARTE A TU SUERTE, ASÍ QUE SI NO VAS A COLABORAR PUEDES CERRAR EL PICO.- Respondió elevando la voz, completamente enojada. 

~ Esta mujer está loca, mejor hago caso ~. Pensé.

Hice lo que dijo; cerré los ojos y recité las palabras que la mujer dijo: 

"Althea, Goddess of Health and Love, guide me on the right path, the path to Soraya" 

Era una especie de ritual o algo así, en Inglés. No tuve demasiado problema en repetir la oración, ya que se me daba muy bien el idioma. Lo repetí y lo último que escuché fueron las palabras "Adiós, y suerte" provenientes de la boca de la mujer. 

Cerré los ojos y, en cuestión de segundos me encontraba en un lugar completamente gélido, y se veía completamente vacío. Este era el primer lugar en el que se podía ver algo común, como cabañas, vehículos de esquí, montañas, nieve, entre otras cosas. Según la mujer, este lugar se llamaba... ¿Soroya? ¿Soraya?.

De repente una avalancha de nieve empezó a caer desde la cima de una cordillera. Empecé a correr desesperado, a la vez que personas salían de sus cabañas, también apuradas y asustadas, todos empezamos a correr y me fui por una especie de bosque, en ese lugar la nieve me llegaba hasta el pecho, y estando desabrigado, eso era el mismísimo infierno. 

Traté de llegar hasta el fin de ese bosque sin helarme y, aunque casi no lo logré, el bosque no era muy grande. A lo lejos pude visualizar una carpa y una fogata... Mi salvación...


Perdido Entre Almas y Pensamientos. (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora