"Its Quiet Updown"

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~SongFic~

-Hamliza-
«There are moments that the words dont reach, there is suffered too terrible to name you hold your child as tight as you can, and push away the unimaginable»






Eliza por décima vez en el dia, recordando él reciente fallecimiento de su primer hijo, Phillip, se culpaba a si misma y a su marido incontables veces, si ella hubiera sabido del duelo, si Alexander lo hubiera detenido, su amado hijo estaria sonriendole y abrazándola en estos momentos, pero ya era tarde, habia ocurrido lo Inimaginable.


Su primer hijo, su primer orgullo, se habia ido. Para siempre, y todo por un estúpido duelo. Un estúpido duelo del que su marido sabía y no habia hecho nada al respecto para hacer ver a su hijo la gravedad del asunto, que podría perder su vida, y ahi estaba; una semana despues de enterrar a su hijo en una casa a las afueras de la ciudad volviendo a llorar como de costumbre en su habitación.

Quería ser fuerte, por sus hijos más que todo, otros 3 hijos a los que debía de brindar consuelo y amor por la muerte de su hermano, pero la tragedia por la cual pasaba era algo que ella aun no podía creer, algo completamente inimaginable. Nada debe ser mas duro para un padre o una madre que el ver morir a sus hijos, cuando debia de ser al revés.

No comía, no dormía, algunas veces ni salía de su habitación. Solo salía algunas veces para poder hacer las compras de alimentos pero nada más. Su esposo la acompañaba, caminando a su lado, hablandole para intentar hacerla sentir mejor pero ella no le dirigía la palabra, el odio que sentía por Alexander se habia desvanecido con los dias y habia sido reemplazado por una inmensa depresión, no podía ni verlo a la cara. Al menos se sentía tranquila con lo callado que eran las afueras de la ciudad.

Como era de esperarse, ella enfermó, se descuidó y pescó un pequeño resfriado. Su esposo la cuidaba, le sonreia y le llevaba la comida a sus aposentos, pero ella ni sonreía y apenas tocaba los alimentos que le eran traidos. Fue cuando su esposo decidió hablar, dejó la mesita en la que traia lo necesario para alimentar a su mujer a un lado y tomó su mano. Ella no correspondió el contacto y solo desvió su mirada.

—Mira donde estamos, mira desde dónde comenzamos. Sé bien que no te merezco, Eliza pero escúchame, eso será suficiente.—Comenzó Alexander aclarando su garganta para hablar y para evitar llorar frente a ella. Debía ser fuerte o aunque sea aparentarlo.—Si pudiera perdonar su vida, si pudiera cambiar su vida por la mia, el estaría aquí ahora mismo y tú sonreirías, eso sería suficiente.

Ella al escuchar tales palabras sintió como su corazón se contraía, habia pensado en lo que sería tambien perder a su esposo. Aquel pensamiento casi le dió escalofríos e intentó ocultar su rostro que demostraba pánico ante aquello, no, eso sin duda no ocurriría. Al menos no aun. Pensó en el que su hijo estuviese ahi, con esa sonrisa tan hermosa que tenia y ansioso por seguir sus clases de piano junto a ella, pero ya no volveria a aquellos días.

—No pretendo saber los desafíos que pasaremos, pero tambien sé que no puedo presionarte, tambien necesitas tiempo. Pero no tengo miedo, sé con quien me casé, solo déjame estar a tu lado. Eso sería suficiente.—A este punto ya no podía contener las lágrimas por más fuerte que fuese, no importa cuan duro se viese por fuera, el sufría por dentro cada segundo desde que su amado hijo se fue, pero tampoco pudo reprochar las acusaciones de su esposa respecto a la muerte de Phillip, porque el tambien se sentía culpable de todo.

Besó el dorso de la mano de Eliza tratando de ahogar sus sollozos hasta que finalmente logró controlarse, apartó las lágrimas que habian brotado y salió de la habitación sin esperar una respuesta, era claro que ahora no la tendría. Eliza internamente le agradeció eso.

Pasaron los días, Alexander seguía acompañando a su esposa a hacer las compras y en el camino le hacia todo tipo de preguntas para tratar de sacarle algun tema de conversación, pero ella solo respondía con asentimientos, con alguno que otro "ajá" o simplemente no respondía. Las personas que pasaban al lado de la pareja o los miraban de lejos, murmuraban entre si con lástima, sabian lo que el matrimonio estaba pasando y eran piadosos y amables con ellos. Lo cual a Eliza en cierto modo le molestaba, odiaba que sintieran lástima por ella, como pasó con El Panfleto Raynolds.

Sus hijos tomaban la siesta de la tarde, lo cual para ella era poder respirar y desahogarse tranquila; se dirigió al jardín de su hogar para llorar sin interrupciones, pero se encontró con la sorpresa de que su esposo se encontraba allí. Miraba a la nada, tenia una expresión vacía y desconcertada, fue cuando ella se puso a pensar: “Ésta distancia solo aumenta el dolor del que intentamos escapar, separados solo sufriremos el mismo pesar que recáe en nuestros hombros pero sin el apoyo del otro”

Con aquello en mente se dirigió al jardín, posicionandose junto a Alexander, el cual apenas se habia dado cuenta de la presencia de su esposa. La miró, pero ella solamente siguió mirando al frente con la misma expresión seria que habia demostrado desde que se habian mudado, él volvió la vista al frente cabizbajo; se esperaba cualquier cosa. Un grito, un insulto, un golpe. Pero no se esperó el que ella tomara su mano tan delicadamente como si teniese que pudiera quebrarse.

—Es tranquilo, a las afueras de la ciudad.—Fue lo único que emitió junto con una pequeña sonrisas volteando a mirarle por primera vez desde que habian llegado.

El perdón, ¿Podrías imaginarlo?.

Él inevitablemente cayó de rodillas con las lágrimas nublando su vista hasta finalmente resbalar por sus mejillas, esta vez el ya no podia por mas que quisiese retener el llanto, besó el dorso y los nudillos de la mano de su esposa en agradecimiento entre los sollozos e hipidos que salian de sus labios. Ella se arrodillo tomando en brazos a su marido, tambien hecha un mar de lágrimas, ambos se abrazaron dispuestos a de ahora en adelante brindarse todo el amor y apoyo necesario para atravesar todos los demás desafíos que la vida les preparase.

Pero unidos, como siempre debió haber sido.

Hamilton One-Shots «RANDOMS»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora