Parte 3. Aquella tarde

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Cuando estábamos haciendo el plan nunca contamos con que habría que esconderse, porque precisamente saldríamos a tiempo y simplemente no habría necesidad. Pero como todos nuestros planes, aunque no hiciera falta, hicimos un plan de seguridad. Ya saben, por si nos tomaba mucho tiempo y nos quedábamos sin salir, o atrapadas en esa situación. Lo imaginamos sencillo, porque solo teníamos que ir por detrás, y salir por la casa del vecino. Pero ahora lo vimos difícil, ya que no se trataba de no dejar que Matt nos viera, sino qué no sabíamos muy bien de quién teníamos que escondernos, y cómo la situación era extraña, debíamos saber quién era.

Hacerlo desde un jardín hacia una casa era complicado y más porque apenas eran las 6:00. Aunque no había mucha luz, la poca que había no nos servía para escondernos sin ser descubiertas.

Por otro lado, Matthieu llegaría en cualquier momento del parque y debíamos salir de allí.

Primero pensamos que serían sus padres, ya que no vivía solo, pero estos no llegaban a esta hora de trabajar, así qué, eso se descartó. Luego, pensamos que sería su hermano o algún otro familiar. Pero lo primero es, que él no tiene hermanos (lamentablemente) y segundo, vive solo con sus padres y estos no reciben visitas más que en navidad.

Así que, lo último que se nos ocurrió fue que era un ladronzuelo.

Y llamamos a la policía.

Por lo tanto...

De nada, Matthieu.

Quien tuvo la idea fue Julie, pero quien hizo la llamada fui yo. Cuando colgué, avisando que había un robo en "mi casa", salimos por el jardín de atrás y cruzamos al de la vecina. Había unos hombres sentados en él, riendo y conversando mientras bebían cerveza. Cuando nos acercamos adentrándonos en el patio, nos miraron a las tres en silencio y con cara de: Pero... ¿Qué mierda?, y antes de que dijeran algo o se movieran, nosotras pusimos las manos en alto, en modo de rendición para mostrarles que veníamos en paz y señalando el frente, dejándoles saber que ya nos íbamos. No tardamos mucho en irnos, y más porque se miraban entre ellos, sin saber muy bien qué hacer. Así que, caminamos rápido y salimos por una pequeña puerta, que daba al jardín delantero. Rápidamente, corrimos para rodear toda la acera y ver qué pasaba en casa de Matthieu, cuando nos topamos con ella.

Era Nat.

—Chicas —jadeó, apoyando sus manos en sus rodillas. Nosotras la miramos preocupada, traía la escalera cargada en la espalda, y lucía cansada, así que Zoé fue corriendo a ayudarle. —Oh, gracias.

—¿Qué te pasó? —le pregunté, viendo un poco de sudor en su frente. El abrigo que tenía puesto, ahora lo tenía amarrado en la cintura y sus cordones estaban desatados. No le vi sangre, rasguños, ni polvo (solo un poco en las manos), así que no le pregunté lo que Julie:

—¿Te caíste?

—No, no me pasó nada. —sonrió, soltando un resoplido —Sólo que, casi me ve... ¡Y quiero que me vea! Pero hoy, hoy no...

—Sé a qué te refieres —asentí rápidamente y ella se enderezó sonriendo. Luego, miró hacia atrás y frunció el ceño.

—¿Qué hacemos aquí?

Volvimos a la realidad, y mientras corríamos para llegar al final de la esquina, le fuimos contando lo que hicimos y qué una persona trataba de entrar. Bueno, que entró. Pero no forzó la puerta... ¿O tal vez sí? No lo sabemos; ya que Julie quien era la que estaba vigilando la casa, fue con nosotras, así que no podíamos saber como entró. El punto es que lo hizo y ella nos aseguró que no era ninguno de los amigos del grupo de Matt, porque estaban muy entretenidos hablando y riendo.

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