El comienzo

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Estaba de camino a casa luego de un día normal de escuela. Estuve con mis mejores amigos, Sofía y Julián, en los recreos y en la algunas de las clases, me aburrí en la mayoría de ellas, ya que casi en ninguna estoy con ellos, puesto que tienen un electivo distinto al mío; yo soy una amante de los números, las ecuaciones y las fórmulas. Y ellos aman historia, saber al derecho y al revés nombres y fechas de interés de personas importantes.

Eso si, el que me gusten las matemáticas y física no significa que repudie los libros, como la gran mayoría podría llegar a pensar. Me encanta leer y  también hacer ejercicio. Y hoy como todo martes, al igual que los jueves, me quedo a practicar voleibol, ya que estoy en la selección del colegio, y como ya estamos casi a medio año, significa que se avecinan las vacaciones de invierno y competencias con otros colegios más de la ciudad.

Voy doblando la esquina antes de llegar a la calle de mi casa,a este punto voy demasiado  lento, al nivel de que voy arrastrando los pies al caminar.

Me gusta esta sensación, la que siempre siento después de entrenar, como me queman las piernas cuando subo y bajo las escaleras, o cuando hago alguna esfuerzo con los brazos. Al final todo el esfuerzo rinde sus frutos, los cuales se ven reflejados en las medallas que hay colgadas en mi habitación y en los trofeos que mamá pone por la sala de estar y que muestra una y otra vez a las visitas que vienen a casa.

Ya he llegado a casa, y mientras abro la reja negra, me voy imaginando la larga ducha que tomaré para luego ponerme mi pijama favorito y poder ver los últimos capítulos de mi serie favorita.

-¿Hola? ¿Mamá? ¡Ya llegué!- grito al entrar a la sala

-¡Emilia cariño, estoy en mi habitación!- me grita mi madre desde el piso de arriba.

Me dirijo a donde está, y al subir las escaleras, como no, siento ese hormigueo en las piernas que tanto me gusta. Cuando llego a su habitación, no toco la puerta ya que ésta está abierta hasta el fondo.
La veo sentada en su tocador, arreglandose los ojos con delineador. No se para qué lo hace, sus ojos azules siempre resaltan, aún más al estar enmarcados por sus feroces cejas y  castaño cabello lacio.

-Emilia duchate que en media hora nos vamos a lo de Andrea, nos han invitado a cenar. Tu padre ya viene de camino de la oficina así que apresurate...-me suelta todo de corrido sin siquiera detenerse para respirar.

-"Hola hija, ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en el entrenamiento?"- la interrumpo imitando su tono de voz de mala manera, logrando que mi madre suelte un suspiro mientras se gira finalmente para verme de frente.
-Lo lamento, estoy estresada, no me pidas mucho hija, que tu hermanito me tiene la cabeza en otro lado,además no he parado de comer, tengo que ponerme hacer ejercicio; yoga, pilates, algo. Ya no puedo seguir así.

Mi madre está embarazada de casi ocho meses ya, pronto seré Emilia, la hermana mayor, la responsable,la protectora, y más cosas que me han dicho mis padres... yo no lo veo algo tan trascendental, osea sí, ya no seré la única preocupación de mis padres, y tendré que cuidar de Theo (así se llamará mi hermanito a pedido de mi madre) pero no tendré que guiarlo ni aconsejarlo hasta que ya tenga sus años. Por ahora solo tendré que verlo cuando llore o me lo pidan mi padres

-Andrea llamó hace unas horas-continúa mi madre- ha dicho que vayamos a cenar esta noche. Le he dicho que sí de inmediato, hace tiempo que no los vemos Emi.

-Veo a Julián todos los días mamá.

-Ya, pero yo no veo a mi amiga hace mucho, así que ve a ducharte ya.

-Vaaale-digo resignada mientras me dirijo a mi habitación

Los padres de Julián son cercanos a los míos, su madre y mi padre eran mejores amigos en la universidad, y desde ahí no han perdido contacto. Mis padres se enamoraron, se casaron y me tuvieron a mí. Mi padre presentó a mamá con la tía Andrea y desde ese entonces son muy unidas, casi hermanas.
Ya estoy en la ducha de mi baño, como dijo mamá, tengo que apresurarme, así que adiós al plan de ducha relajante y netflix.

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