No se como llegué a mi cama ayer, supongo que fue gracias a papá. Pobre, cargandome a mi hasta mi cuarto y ayudando a mamá hasta para sacarse los zapatos porque ya no puede hacerlo sola, gracias a Theo.
Es por eso que cuando bajo a deayunar luego de darme una ducha y arreglarme para hoy, le hago el desayuno a papá, quien aún no se ha levantado.
Hago unos panqueques, rápidos y deliciosos, con un café para él. Mamá últimamente, sorprendentemente ha dejado de comer tantos dulces, dice que es normal engordar un poco durante el embarazo, pero que ella ya ha pasado los límites. Por eso hago unos demás, por si acaso llegara a querer. Les dejo una nota junto al desayuno deseandoles un buen día y diciendoles que los quiero.
Me tomo mi cereal con leche en la barra de la cocina, viendo que hay de nuevo en instagram. Cuando me digno a ver la hora en mi celular, compruebo que tengo el tiempo justo para lavarme los dientes si quiero ir andando tranquilamente a la escuela.
Siempre me va a dejar mamá antes de irse a trabajar al hospital pues es enfermera, pero como está con el prenatal, no me queda de otra que ir andando, pues papá entra una hora mas tarde que mamá y yo a la oficina. Es gerente de una empresa de publicidad, por lo que tiene un horario mucho mas cómodo que la mayoría de los trabajadores de ahí pero se compensa con el estrés y el peso que tiene sobre sus hombros al tener que mover los hilos de la empresa el mismo.
La verdad es que no me disgusta el caminar a la escuela, me relaja irme tranquila escuchando música, me sirve para pensar, despejarme y terminar de despertar del todo. Sobre todo por que en esta fecha ya esta comenzando a hacer más frío de lo normal, por eso cuando llego al colegio ya no siento ni la nariz ni las manos, a pesar de que las traía en los bolsillos de mi chaqueta.
Apenas llego voy directo a mi casillero. Saco mi libro de geometría y dejo la bufanda que hasta ahora traía puesta. Cuando cierro la puertecilla de metal, doy un salto al ver a Sofi a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Ay la madre!-exclamo poniendome una mano en el pecho, como si eso pudiera calmar mi pulso-Joder Sofi, no me des estos sustos.
-Holaaa- me dice muy animada e ignorando completamente lo que le dije- ¿Adivina quién va a darme clases para el examen del viernes?
Y he ahí la explicación de la sornisa de lunática que tenía al parecer pegada en la cara.
-Me apunto a eso-dice Julián apareciendo detrás de mi, haciendome dar otro saltito ¿qué tienen todos con causarme mini-paros cardiacos hoy?
Ruedo los ojos pasando de los dos y me dirijo al salón seguida de mis amigos.
-Estoy segura que me tienen de amiga solo para eso-digo ya sentada al lado de Julían. Sofi se sienta delante nuestro, deja su mochila rosa chillón en el asiento de al lado para guardarle el puesto a Daniel, ha estado saliendo con él desde hace unas semanas y parece un chico guay.
-¿Cómo vas a pensar eso de nosotros? También por que nos cocinas siempre-comenta Julián con una sonrisa de bobo en la cara.
Sofi se ríe para luego ruborizarse cuando llega Dani y le roba un piquito. La hemos perdido, pienso para mis adentros.
Julián se inclina y me un beso en la mejilla-Buenos días, has pasado de mi en el pasillo- dice haciendo puchero.
-Ustedes se aprovechan de mi nobleza- digo mirandolo los ojos. La verdad no me molesta hacerles de tutora al par de locos que tengo por amigos, lo malo es que tengo que retarlos constantemente por que se distraen comentando cualquier tontería.
En eso aparece el profesor Vargas, un señor bajito anciano y de cabello cano. Ya debe de estar por jubirlar, se le nota cuando se lo ve caminando por los pasillos medio encorvado a causa de los años. A la hora de dar clases parece que se le quitaran veinte años de encima, se anima de inmediato y comienza a explicar. Se le ve que le apasiona enseñar, que lo hace con gusto y por vocación, puede explicar un mismo ejercicio hasta 4 veces si alguien no entiende. Me gustaría algún día ser como él, en lo que a trabajo respecta.