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Ese día llegué un poco mas temprano de lo normal al colegio, por lo que me dirijo a mi salón correspondiente. Para desplomarme en mi asiento con los audífonos puestos.

Siento un leve cosquilleo desde mi mano hasta mi codo. Decido abrir los ojos de a poco, y me encuentro con ese par de ojos verdes que tanto me tranquilizan.

-Hola-digo con la voz dormilada, mientras me quito los auriculares y los dejo en mi mesa.

-Hola enana, no quería despertarte lo lamento -me dice con una pequña sonrisa en los labios.

-¿Hace cuánto estás aquí? - pregunto en voz alta a mi misma. Veo mi reloj y compruebo que he dormido veinte minutos, y vaya que han sido los mejores veinte minutos.

-Pues no lo sé -y apenas lo dice el timbre suena indicando el inicio de la jornada escolar.

-No, joder, cinco minutos más-me quejo mientras me apoyo en el hombro de Julián

Él pareciera no querer soltarme cuando hago el amago de enderezarme en mi silla, pues la señorita Rose ya ha llegado. Finalmente me da un beso en la coronilla y me deja, al fin prestar atención a la clase de inglés, siempre me ha costado y por eso me gusta prestar mas atención que a otras clases.

El día de hoy estoy especialmente cansada, estoy muy despistada durante todo el entrenamiento, sin quererlo he pensado en las mil y una razones que pudo haber tenido Julián para decirme que ayer debía cuidar a Flor.
El entrenador ya está medio cabreado conmigo, se le ve a leguas, no alcanzo a correr lo suficiente para recibir pases o no le pego lo suficientemente fuerte para que el balón pase por encima de la red que hay en medio del gimnasio.
Llevo mi mano a mi frente frustrada al fallar nuevamente un pase, el entrenador toca el silbato y me llama a su lado

-Emilia ¿Qué te sucede? ¿Está todo bien?- pregunta mitad cabreado mitad preocupado. Es un hombre joven, de unos treinta y tantos, de cabello castaño claro y de metro ochenta. Al inicio me intimidaba un poco su actitud de "o corres o te mato" pero descubrí que es una faceta que solo utiliza en las competencias y entrenamientos.

-Eh, nada profe, nada. Solo he dormido mal anoche, estoy estresada por los últimos exámenes- cuando termino de hablar me noto mas liviana, como si de verdad me pasara eso y me haya quitado un peso de encima.

-Mmm vale, pues puedes irte ya, pero el martes te quiero al mil porciento entrenando.

-Gracias profe, adiós- le digo dirigiendome a las bancas donde está mi bolso para irme a casa.

Ya en la entrada del colegio me golpeo mentalmente, como he podido olvidar a Julián. Decido marcarle para saber donde está y para decirle que ya me voy a casa. Me contesta al segundo tono

-Hola enana, ¿ya estás lista?- pregunta y le oigo como sonríe burlonamente.

-Hola feo, ya he salido de la práctica, ¿nos vemos en casa?

-Nop, te acompaño- escucho más fuerte esta vez. Entonces me doy la vuelta y ahí le veo.
Parado en la entrada del estacionamiento, con una sonrisa que hace que se le formen hoyuelos en sus mejillas y se le achinen los ojos. Me encamino hacia el

-¿Qué haces aquí? Se supone que no saldría dentro de media hora...y para de mirarme así- le digo ya a su lado, con los brazos cruzados sobre mi pecho, hace un frio que pela y yo solo estoy con mi polera del equipo y unas calzas cortas.

-¿Así cómo? -pregunta mientras da un paso en mi dirección a la vez que levanta una ceja juguetonamente antes de envolverme en sus brazos.

-Juli, me apretas demás -digo tan bajo que me sorprende que me oiga.

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