Hoy en nuestra cita.
Bueno no es tan cita.
Pero si es una cita.Estoy nerviosa, voy andando a su casa desde que me baje del autobus. Son cinco minutos que ahora mismo agradezco pues ayudan a que me de el aire.
Desde donde estoy en la acera ya puedo ver la casa de dos pisos que conozco desde que soy pequeña.
Entro por la cerca que está abierta y voy a tocar la puerta.
-¡Emilia, cariño! Pasa, pasa. ¿Cómo has estado?- me dice la tía Andrea luego de darme dos besos.
-Hola tía. Bien, estresada con los últimos exámenes y las prácticas, pero bien.
-Ay Julián está igual, llegó hace poco del gimnasio. Últimamente se ha matado entrenando- me dice mientras va a la cocina. Yo la sigo desde atrás -Toma, justo le había hecho un chocolate caliente ¿Quieres uno?
-Bueno- digo con una sonrisa.
-No me demoro nada en hacerlo.
En eso aparece Flor en la cocina, hablo un rato con ella hasta que la tía Andrea me dice que ya está listo mi chocolate.
-Llévale a Julián el suyo también por favor, que vamos saliendo tarde con Flor al dentista. Aún no se le empiezan a caer los dientes de leche, ya tiene siete años que ya es tiempo. Bueno, cualquier cosa llaman, nos vemos luego Emi.
Pasa por mi lado y me da un beso en la mejilla, Flor va atrás de ella arrastrando los pies. Se le ve que no le gusta ir al dentista. La entiendo, a mi todavía no me gusta ir al dentista, me pone nerviosa saber que hacen cosas en mi boca y no ver nada.
Me dirijo a la habitación, con las tazas humeantes junto a un pote con galletas de vainilla en una bandeja de madera cuando lo veo salir del baño del pasillo. Va con el torso desnudo, su cabello suelta gotitas sobre su espalda y hombros.
Me quedo estupefacta unos segundos, sin saber muy bien que hacer. Si devolverme por donde vine y hacer como que no vi nada o si ir tras de él.
Me decanto por la segunda, sigo sus pasos por el pasillo que lleva a su habitación.
Cuando el está por cerrar la puerta en mi cara suelto un gritito ahogado. Casi se me cae la bandeja del susto, y a él, casi se le cae la toalla.Me pongo roja como tomate, sobre todo porque lleva solo una toalla en su cintura dejando ver sus oblicuos y abdomen marcado. No sabía que estuviera tan bueno.
-Eh enana, con más cuidado- me suelta burlón.
Me limito a achinar los ojos cuando paso a su lado con la bandeja entre mis manos.
La dejo en el escritorio y me saco la chaqueta con la que vine. Para cuando me doy vuelta hacia él, ya se ha despojado de la toalla que caía de su cintura y se ha puesto un pantalón de chandal gris holgado, hace lucir sus marcados oblicuos.
Veo como busca algo para ponerse en su armario, se decanta por una sudadera nike negra. Se pone unos calcetines y se revuelve el pelo un poco con la toalla para secarselo.
No se como debe ser mi cara, pero la verdad es que mucho no me importa, estoy pegada en el, no le puedo quitar la mirada de encima. Cuando termina se acerca a mi con una mirada tímida, al parecer esta tan nervioso como yo.
No se en que momento he dejado de respirar, pero cuando su mano se cierra sobre mi codo mis pulmones se vuelven a llenar de aire. Me acerca hacia su cuerpo y me abraza, me dejo hundir en sus brazos por el tiempo que dura el encuentro.
-Hola feo- Digo juguetona mientras todavía estoy entre sus brazos y le pico en las costillas para darle cosquillas. Me suelta apenas comienzo mi ataque.- Tu madre salió con Flor, la pobre iba al dentista, no viste su cara cuando salía, es igual de llorica que tu, es de hermanos parece...