Parte única

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Nota: el one shot iba a ser publicado ayer por ser el primer día del año, pero al final me quedé sin tiempo para terminarlo. Siento el retraso, en serio. Otra advertencia: el Stony se rompe 100%, aunque no hay tanto sufrimiento para Steve como me gustaría.

Las sábanas de la cama se habían impregnado con el olor de Tony después de la noche. Aquello fue lo primero que Stephen notó, antes siquiera de abrir los ojos. La luz se estaba colando por la pequeña rendija de las persianas mal bajadas, iluminando levemente la habitación mientras el rayo luminoso caía a los pies de la cama. Quizá fuera aquello lo que había terminado con sus horas de sueño. 

En cambio, Tony estaba profundamente dormido y aferrado a él. Respiraba con tranquilidad, con una expresión de calma absoluta, con las sábanas enrolladas en el cuerpo. Stephen sonrió al verlo: no se cansaría jamás de observarlo durmiendo al despertar por la mañana. Además, podía agradecer que Tony accediera a dormir cada vez que se lo pedía. Conocía la terquedad de su pareja respecto a sus horarios de sueño, y temía que algún día colapsara de cansancio. 

Por fortuna para él, Tony solía aceptar, siempre y cuando Stephen se quedase a dormir con él. Y aquella era una de esas mañanas donde el hechicero podía contemplar el rostro dormido de Tony, con todas sus heridas de las batallas y su pelo revuelto que no hacían sino aumentar su belleza. 

Stephen se desprendió con cuidado del abrazo de Tony para no despertarlo. Notaba un pequeño picor en la muñeca, que no había manera de quitarse, ni siquiera poniendo la mano debajo del grifo con agua helada. Y como médico, no entendía el origen del dichoso picor.

1 de enero de 2018. Tony había prometido a sus amigos que pasaría el día con ellos, después de haberlos dejado de lado durante toda la noche del último día del año para estar con su novio. Stephen tampoco debía descuidar sus obligaciones como hechicero, y pasó el resto de la mañana en el santuario que protegía desde la ausencia de su último maestro. 

Stephen solía estar casi siempre solo, con alguna que otra visita de Wong de vez en cuando y de los otros hechiceros que vivían en Kamar Taj, por lo que el santuario estaba bastante desprotegido. Kaecilius ya no representaba un problema del que tuviera que preocuparse, pero Stephen había escuchado que Mordo, su antiguo compañero, estaba atacando a los demás hechiceros. Y el primero había sido Jonathan Pangborn. No era algo contra lo que pudiera actuar, al menos por el momento, porque Mordo se estaba ocultando muy bien. 

Permaneció casi todo el rato leyendo los libros que todavía le quedaban por estudiar, mientras ponía en práctica los hechizos que iba aprendiendo. Y el picor seguía sin irse, hasta tal punto que cada vez se concentraba menos en lo que estaba haciendo y más en la molestia. Al final, al pasar los dedos por la muñeca, acabó por toparse con una especie de cicatrices, que lo dejaron helado al sentirlas. Bajó la vista para observar la piel y se quedó mudo de asombro.

"Anthony Edward Stark". Aquello era lo que estaba escrito ahora en el contorno de su muñeca. Y el picor por fin se había ido, dejando en su lugar la misteriosa inscripción. Stephen la observó durante un rato con el mayor asombro, sin comprender lo que estaba ocurriendo en absoluto. Primero pensó que se trataba de alguna clase de broma, pero pronto se dio cuenta de que el nombre no podía haber sido colocado ahí por medios convencionales.

¿Magia? Si era así, era un plan de lo más retorcido. Además, no era una inscripción normal y corriente, sino más bien una marca que parecía que iba a quedar grabada para siempre, como las cicatrices en sus manos. 

—Una marca en la muñeca. No mucha gente la consigue.

Stephen levantó la vista al ver entrar a Wong. El bibliotecario lo observaba atentamente, con especial atención al nombre que acababa de aparecer en la muñeca de Stephen.

Lluvia de Plata [Winter Rose pt. 2] [Ironstrange One-shot]Where stories live. Discover now