El polluelo es mío

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Estaba en un estado demasiado territorial en esos momentos, entre ser un Alpha de alto rango entre los malditos vampiros que le sacaban de quicio cada que podían y su odioso amigo Magnus Bane (que sabía que le gustaba dar y recibir) se sentía a explotar. Y tal vez no todo era tan malo, no tanto.
Ver al Omega más lindo de todos (no solo de los que había conocido) era totalmente relajante, era como una droga que le hacía sentir el cuerpo arder y la boca seca como cuando tenía sed.
Ragnor Fell había llegado al Dumort para revolucionarlo, estaba de visita y nunca antes en su vida se había sentido tan atacado por la presencia de otro Alpha en su territorio.

—¿Entonces Magnus fue atacado por un mono?—Simon sonreía con gran entusiasmo ante las anécdotas del brujo color verde.

—Fue demasiado gracioso, en verdad que mi viejo amigo se veía aterrado—Ragnor estaba teniendo una plática tranquila con el vampiro Omega sin tantas formalidades como siempre.

Magnus le hablo por décima vez desde que se perdió observando a SU Omega, porque eso era el polluelo (aunque este no se haya dado cuenta al ser joven e inexperto).

—Raphael, por favor, ten cuidado con Simon hoy—le explico a su amigo, (parecía  estar en el limbo)—Él le dirá algo a la persona equivocada—hizo énfasis en la parte donde el chico se ponía en riesgo—y se golpeará a sí mismo.

—Raphael lo miro extrañado, hace rato que había dejado de hacerle  caso—Claro, me encantaría ver a Simon recibir un puñetazo—respondió sarcástico en especial enojado.

El gran brujo de Brooklyn rodó los ojos condescendiente ante lo que su amigo estaba diciendo, a leguas se le notaba totalmente celoso por no tener la atención del único Omega en el hotel, la mayoría de los vampiros resultaban ser unos Betas inofensivos y nada interesantes (para el Alpha).

—Inténtalo de nuevo Raphael—pidió amable sin tener que hacer uso de su magia para hacerle saber a su viejo amigo que se estaba pasando con sus celos.

—Evitaré que Simon reciba un puñetazo.

Susurro cruzado de brazos como un chico caprichoso que no estaba obteniendo lo que quería, es que no podía vivir de esa forma, aunque era normal su mal humor. Entonces su mirada se posó de nuevo en el novato y su amigo, los veía reír con una intimidad que empezaba a molestarle de una manera tan escandalosa que hasta sus propios vampiros se daban cuenta como iba subiendo su irritación, como un volcán a punto de estallar, es que no podía quedarse quieto cuando su pareja (aunque ésta no supiera que lo eran) estaba con otro hombre; un Alpha; hablando como si su vida dependiera de saber todos los secretos que Ragnor tenía para ofrecer a un polluelo que estaba descubriendo al mundo que ahora pertenecía.

—¿No quieres un poco de agua fría?—Magnus se burló mirando sus uñas con una mueca de burla deslizándose por sus labios.

Un gruñido casi animal se le resbaló como respuesta, los colmillos le estaban causando un escozor insoportable, en todas sus décadas de vida nunca había perdido el control y no empezaría en ese momento.

—No te enojes galletita—los apodos regresaron cuando se dió cuenta de la situacion—es normal sentir celos y más si tu Omega no está marcado.

—¿Quién dijo que estaba celoso?

—Eres un idiota Raphita—suspiro acercándose hasta el menor—te conozco desde que fuiste convertido y nadie había llamado tu atención como Sheldon.

—Eres un idiota—murmuro de mal humor al verse atrapado por el gran brujo de Brooklyn.

—Además, he notado tu olor en él—observo al Omega sonreír con toda la felicidad del mundo y a Ragnor contar como un chimpancé (mono, lo que sea) casi arruina su look perfecto—Samuel es adorable, buena persona y además se ve inocente hasta sumiso.

Retrocedió cuando él vampiro le mostró los colmillos y siseó con una manera peculiar de mostrar que estaba ha la defensiva. Alzó las manos en señal de paz, camino lento y con toda la calma que podría usar en esos momentos.

—Calma Raphita, solo es un comentario inocente acerca de tu polluelo.

—Se llama Simón y deja tus comentarios fuera de esto. No estoy pidiendo tu opinión.

Estaba enojado, había conocido al chico de cabello marrón por cosas de Camille, pero es que ver a Magnus Bane tan cerca del polluelo le causaba ira, y luego Ragnor Fell platicando de lo lindo con él chico, era un sensación de vacío emocional al verlo reír. Estaba siendo desplazado, o eso era lo que sentía al darse cuenta que él chico era así de amigable con todos los que conocía y no le caían mal (como alguna vez lo hizo el hijo del Ángel que odia a los patos).

—¿Entonces aceptas que te gusta?—sonrió travieso, empezaba ha disfrutarlo.

—¡No!—se había olvidado de que él chico podía oírlo (Magnus miró a Simón ponerse triste)—seria algo irracional enamorarme de un chico que tiene los ojos más hermosos que he visto, su manía por abrazar gente y preguntar por todo lo que ve—suspira mirando con lástima a su amigo—estoy perdido Magnus, el polluelo es mío y no se da cuenta.

Se rió de manera suave, él vampiro pensó que se estaba burlando de él, cuando en realidad sólo estaba demasiado divertido ante la poca experiencia de su amigo.

—Vamos hablando claro, él es un Omega—señalo al de cabello marrón sin pena alguna—tú eres su Alpha, deja de estar con tus tonterías y declárate—empujo al de rizos con toda la delicadeza de la cual era capaz.

Y pasó lo que le había dicho a Raphael al respecto de cuidar al polluelo. Aunque en parte era su culpable de lo que estaba sucediendo, su trabajo estaba hecho de una forma casi perfecta.

Ya no escribiré historias hasta que termine las que tengo pausada. Diablos! Que hago?

No te metas con SimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora