Me debes...

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Magnus le debía un favor a Clarissa pero nunca se imagino estando pagando de esa forma. Un pacto de sangre inquebrantable, pero tampoco podía dañar a uno de sus amigos, menos a Raphael que era como un hijo.

—No puedo hacer esto, galleta—susurro mirando hacia la chica pelirroja con los ojos ligeramente temblorosos.

Magnus tenía ganas de llorar, Alec solo se acerco a susurrar palabras relajantes al oído de su pareja. Estaba preocupado por la estabilidad emocional del brujo.

Aunque Alec no intervino, era un asunto entre Magnus y Clary. Jace solo suspiro cansado mirando a Alec con clara pena, parecía a punto de lanzarse encima de Clarissa en cualquier momento.

—Clary, no creo que...—Jace intento hacer reaccionar a la chica, ya que lo que estaba haciendo no era correcto.

Izzy miró directamente a los ojos a la pelirroja. Estaba enojada, claro que necesitaban a Simon pero eso era llegar demasiado lejos. Había demasiados efectos sobre el control mental, podría llegar a desrruir toda la estabilidad emocional y física de alguien. Era algo que rompía al más fuerte y todos estaban enojados por ello.
Magnus nego mirando con súplica a la chica, Alec miro mal a Clarissa e intento no ser grosero. Porque realmente era algo entre Magnus y la chica.

—Hoy por la noche lo invitaré y quiero que uses tu magia para que me ayude—declaró firme.

—Clary, debes entender las consecuencias que esto...—Izzy intento ser suave y buena.

—Lo comprendo, no me importa que tenga que hacerlo. Simon podrá perdonarme.

—¡No lo estás entendiendo!—Izzy grito llevándose la mirada de todos los que andaban por la zona de monitores—¡Él no va ha volver a ser el mismo, no va confiar en ti, no dormirá y romperá los lazos del clan solo porque te quieres vengar de Raphael por obtener a tu mejor amigo!—todos quedaron en silencio hasta Jace que parecía evitar la mirada de la pelirroja—¡toda tu maldita exigencia va arruinar al bebé!—Izzy camino hasta ella para meterle un golpe en la cara, rompiendo su nariz.

—Magnus sollozo en el hombro de Alec—Lo haré ahora mismo, no quiero verlo a los ojos mientras lo hago—declaró él brujo alejándose del lugar siendo seguido por Alec.

—Yo lo siento—Jace susurró tan bajo alejando a su hermanita de Clary—pero no estoy apoyando esto, vamos Izzy, vamos a entrenar.

La chica de pelo azabache fue llevada por el rubio a la sala de entrenamiento. Romper a golpes un saco de box, tal vez ayudara a que Isabelle no vaya contándole al clan sobre el asunto. Sí bien Simon era su amigo, Clarissa era un cazador de sombras. Y la dejarían asumir las consecuencias de los tontos actos que ella quería tomar por capricho.
Esa noche el corazón de seis personas se estaba rompiendo, Magnus lloro durante todo el proceso para controlar la mente de Simon, Alec sostuvo al brujo hasta que las lágrimas no pudieron rodar más por sus mejillas.

Izzy destrozó un costal a puñetazos, golpeo hasta que sus nudillos dolieron y la piel comenzó a romperse. Cuando la sangre cayó al piso. Jace entrenó hasta que cada músculo silencio la consciencia lo mejor que pudo, pero mirar como Clarissa planeaba sacrificar a su único amigo lo llevo a buscar a Alec y llorar en sus brazos. El vínculo parabatai dolía más que el quemarse con fuego.

Raphael expulsó a Simon del clan, su bebé los había traicionado. El eco de las palabras del líder perforaron la mente del novato que tenía los ojos perdidos y la mente activa. Ya no era bienvenido a su hogar, pero llevo a Camille con él hasta el instituto. Se quedo quieto, mirando a la nada cuando Clary apareció. Ella saludo, pero estaba tan entumecido por el dolor de su lazo siendo destrozado.

—¿Estás bien Simon?—preguntó inocente, como sí no hubiera destrozado la vida de su amigo—se que no quieres hablar ahora, pero se que no necesitas a Santiago.

Magnus apareció cuando escucho que el vampiro llegó, solo corrió a sostener al chico entre sus brazos. Lo envolvió protector como un padre lo haría y susurró palabras dulces en español. El efecto no pasaría hasta dentro de una hora más.

—Cállate—la voz amenazante del brujo de Brooklyn detuvo toda la charla unilateral de la pelirroja—él no puede gritarte palabras de enojo ahora mismo, el efecto no ha terminado.

—Que grosero, Magnus—chilló indignada—él nunca me gritaría, sabe que Santiago no era él correcto.

—Él no, pero yo sí—Magnus se dio la vuelta con brillantes ojos amarillo verdosos, con pupilas de gato la magia brotando de sus dedos en chispas enojadas—eres... eres la peor basura del mundo. Que el clan de New York traiga su guerra sobre los malditos cazadores de sombras.

Alec se deslizó hábilmente del lado de Magnus mientras esté gritaba y proferia insultos en antiguos idiomas. Alec agarro por los brazos a Simon y con una mirada que solo Max había recibido sonrió tan cálido, que por un momento la mente nublada del bebé vampiro pareció despejarse.

—Te llevaremos a casa—dijo determinado subiendo las manos hasta la cara del niño, aún era eso, un niño—prometo que todo estará bien, lo juro Simon—apretó las mejillas.

Y cuando las lágrimas sangrientas comenzaron a caer por los ojos marrones, dejando caminos en las mejillas y perdiéndose en las manos, Alec las limpio. Tal vez Simon no estaba en sus cinco sentidos, pero lloraría su pérdida.

—Mags, un portal—pidió con voz firme por fin abrazando al chico—vamos Simon, a casa.

Magnus obedeció, sin dejar de gritar. Porque estaba enojado, realmente.

—¡Ya no te debo nada!—quemó el rollo donde firmaron—¡Y no quiero verte por mí departamento buscando a Simon o yo haré que lamentes tus tontas decisiones!

Magnus camino con postura recta hacia el portal. Izzy que miraba con los ojos llenos de lágrimas prometió llamar para saber como estaba el bebé vampiro, Jace dijo que pasaría de visita. Y Magnus no parecía gritarle a nadie más. Clary fue la única que se llevo todo su enojo encima. Ahora, el lazo débil de pareja de Simon podría romperse en cualquier momento y eso terminaría por matar al chico, sí no fue el dolor de la pérdida, fue la sensación de rechazo de Raphael.

Entonces este puede ser el final o darle solución en el siguiente, la verdad no lo sé.

No te metas con SimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora