¿El fin?

19 8 9
                                    


—Oye niña— escuchó una voz a lo lejos, sintiendo como era sacudida. No quería abrir los ojos, estaba en paz, toda ella estaba en paz—No se ha hecho dañoescuchó que el desconocido decía.

Debby abrió los ojos de repente, los recuerdos vinieron inmediatamente, giró la cabeza como loca en todas direcciones.

—Tranquila, tranquila— sintió que el desconocido quería reconfortarla, su voz era suave pero firme y algo ruidosa paradójicamente.

— ¿Qué pasó?— se escuchó decir con una voz ronca que parecía no haber usado en años, dirigiendo su vista  hacia el desconocido.

Pudo verlo bien, tenía unos brillantes ojos avellana que cambiaban de verde a Ámbar y a chocolate según los iluminara el sol. Era un tipo enorme, como un armario empotrado a lo alto y a lo ancho. Pero con la sonrisa que le estaba dedicando en ese momento, solo parecía un niño risueño. No era un hombre extremadamente guapo pero esa rudeza rústica, unida a la sonrisa cálida lo hacía cómicamente irresistible a sus ojos.

—Te encontré acostada entre esos dos montículos de por allá—señaló hacia su lado izquierdo— parecía como si alguien te hubiera colocado delicadamente; revisé tus signos vitales o algún golpe contundente pero no encontré nada, así que te traje y espere a que despertaras—declaró con su semblante preocupado— ¿Te sientes bien?

Debby observó como todo a su alrededor era un desastre y asintió con su cabeza.

—Fue un sismo— se apresuró a decir el extraño— aunque yo no me lo termino de creer—dijo algo meditabundo.

**Yo tampoco**

Al verlo bien se le hizo familiar.

— Tu eres el tipo de la apuesta en el bar— Debby lo señalo con su dedo índice ya incorporada — ¿no dijiste que hacías tatuajes? ¿Resulta que ahora eres paramédico?

— Soy y hago de todo, me encontrarás en donde menos lo esperes porque mi especialidad es arreglar todo nena— la cara de él se iluminó— esperaba que no lo recordaras— le comentó algo apenado.

— Me llamo Matheo Cortes, pero llámame Theo.

Theo tenía el mágico don de subirle el ánimo a cualquiera

—Yo soy la chica que cumplió la apuesta— sonrió— soy Debby Eleanor Rigby pero puedes llámame Debby o By— instintivamente recordó las palabras de Kaze, lo que la hizo tragar grueso.

— Te traeré algo de comer para que cojas fuerzas, pero si ves que no puedes... yo siempre tengo hambre—le guiño un ojo para irse, pero en lo que había avanzado cinco pasos se giró hacia ella.

—No lo sabes, pero terminarás enamorada de mí—vaticinó

Vio como a Theo nada era capaz de perturbarle, no pensando demasiado las cosas y aun así era una persona muy segura de sí misma.

— ¿Quieres tenerlas todas a tus pies?— preguntó Debby en un tono juguetón

—Lo que quiero es que una me tenga a los suyos—sonrió y le volvió a guiñar uno de sus hermosos ojos antes de desaparecer de su vista.


 Después de todo, mientras hubiera una persona dispuesta a dar su vida por las personas que quería, habría esperanza para la humanidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Después de todo, mientras hubiera una persona dispuesta a dar su vida por las personas que quería, habría esperanza para la humanidad.
Después del caos tendrían que levantarse, darse la mano para salir adelante; muchas personas habían perdido a sus seres queridos y posesiones, la tierra volvía a adoptar su forma y el sol estaba en lo alto anunciándoles con ese hecho que aun había esperanza, que no todo estaba perdido, que tenían los más importante para salir adelante... ellos mismos.

Recordó su última conversación con ella

—El juicio es pospuesto, el ser humano ha demostrado su valía. —su rostro ya no mostraba ansiedad, solo paz, esa paz y satisfacción que da saber cuando se ha hecho lo correcto— El amor es la fuerza más poderosa que mueve al mundo, esa fuerza está dentro de ti —señaló con un dedo su pecho— nunca la subestimes ni te subestimes, una sola persona puede cambiar el mundo— Acaricio el rostro de ella antes de marcharse.

— ¿No te veré más?— preguntó ella con una nota de angustia en su voz.


—Claro que sí, lo hacías siempre en tus sueños ylo harás hasta el final. Es hora de despertar By—acarició su mejilla— coge fuerza, que la necesitaras para lo que viene...


En vísperas de una condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora