[1. Back]

20 4 2
                                    

¿Cuántas veces debe uno caer para entender la felicidad? Una vez te encuentras solo en el medio de la habitación a oscuras, solo y sin necesidad de ocultar nada, es cuando te das cuenta de la diferencia entre guardar silencio y callar.

Las gotas de lluvia resbalaban en la capucha del azabache cayendo una a una sobre su jean. Quizá pensó debí haber comprado un paraguas. 

Si, estaba cociente de que no debía haber salido en contra del pronostico. Pero con sinceridad ¿Quién puede confiar en lo que te dice una persona sobre la naturaleza? O al menos, eso pensaba el pelinegro. 

Había estado prácticamente una hora bajo la lluvia esperando el autobús que parecía no llegar. En cuanto llegó, la mayoría arriba de este lo miraba como si fuera un fantasma o lo más cercano a ello. Y no lo iba a negar, ni mucho menos les iba a reprochar. Jungkook no se veía bien, no estaba bien.

Paso directamente a los últimos asientos que se encontraban completamente libres y allí estaba, mirando por la ventana con ambos auriculares puestos, transportándolo a un mundo sin miradas cargadas de prejuicios. La música inundo sus oídos y se dejo ir por primera vez en  el día por la voz de su cantante favorito.

Ese cantante que mantenía su identidad en anónimo, el mismo que sólo él y unos cuantos más oían y el mismo que lo hacía olvidar todo. Su voz, simplemente eso, lo hacía vagar en sus pensamientos más positivos y profundos. 

Para el menor era simplemente fantástico como cada palabra mencionada tenia sentimiento y significado. No se puede decir que es un cantante reconocido por muchos ya que su música solo ha llegado a pocos que encontraron por casualidad sus vídeos en youtube. 

Cada vídeo poseía una imagen distinta de paisajes o personas cuyos rostros no son vistos por estar de espaldas y que, sorprendentemente, cuadran  a la perfección con la canción. Eso le hacía sentir completo, eso le hacía comprender el tema aun antes de escucharlo. 

-¿Me puedo sentar aquí?- Un joven de cabello naranja suave se había acercado a los asientos al final pero el azabache simplemente no lo notó por estar ido en la música, él no estaba ahí y el contrario lo pudo notar embozando una sonrisa.- oye niño- le toco el brazo ahora si atrayendo la atención de este.

- ¿Qué?- preguntó con voz neutral quitándose un auricular para prestare atención. 

-Te he preguntado si podía sentarme aquí- apuntó al asiento libre a su izquierda, a lo que el pelinegro simplemente asintió.

El encapuchado volvió el auricular a su oído girando su cabeza para mantener su mirada hacia el exterior donde la lluvia seguía y las nubles cubrían el cielo. Pero el reflejo del chico detrás suyo llamó su atención. Jungkook nunca se consideró una persona sociable, por lo que la idea de presentarse ante el pelinaraja fue rápidamente descartada.

Se contentó con observarlo colocarse sus cascos y ver como encendía su celular para seleccionar una canción. Debía admitir que el rostro de ese chico le llamaba la atención, simplemente, no tenía ninguna imperfección. Y por más que se esforzara en encontrarla, no la encontraba.

Mantuvo su mirada en el reflejo delante. La expresión en el rostro del contrario le hacía comprender que parecía disfrutar la música que oía tanto como el mismo lo hacia con la propia. Estaba absorto, completamente perdido en los rasgos del joven. Tanto que cuanto el mismo se giro para mirarlo ahora a él por el reflejo y embozando una sonrisa cuadrada, no pudo evitar sobresaltarse al haber sido descubierto y desviar la mirada hacia sus manos. Hubiera jurado que sentía su rostro arder, quizá se estaba por enfermar a causa de haber estado en la lluvia.

Su parada quedaba relativamente cerca por lo que tampoco se esforzaría en entablar una conversación que no duraría mucho. No tenía planeado socializar sin ningún motivo, y mucho menos tenía planeado que el contrario, al llegar su parada, bajara junto a él. 

La lluvia no había parado, por lo que ambos jóvenes se quitaron los auriculares para aguardarlos del agua. Jungkook apenas bajo corrió hasta debajo de una tienda mientras el otro había creído en el pronóstico y portaba un paraguas que mantenía por encima suyo.

- Bien, ahora debo esperar a que la lluvia pase o correr bajo la lluvia arriesgándome a enfermarme.- se dijo a sí mismo sin esperar respuesta, por lo que al escucharla se sobresalto.

- O puedes venir conmigo- el azabache lo miraba sorprendido mientras el contrario frente suyo le ofrecía una sonrisa cuadrada y amable.- vas a la tienda de música ¿verdad?

-¿Cómo lo sabes?- cuestionó abrumado por ser vuelto a descubrir.

-Intuición, también voy ahí. Vayamos juntos, ambos ganamos.

- ¿De qué manera ganamos ambos?

- Tu podrás llegar a tu destino y yo podré ser acompañado de un chico lindo.- el pelinegro se sorprendió abriendo los ojos de par en par y volvió a sentir su rostro arder, más tarde tendría gripe.- ¿Hacemos trato?

- Yo...- tragó- está bien. Sólo por esta vez

-Bien, vamos.- volvió a sorprenderse cuando su brazo fue jalado hacia el contrario para comenzar a caminar cubiertos por el paraguas en dirección a la tienda.

Tenía que ir al hospital luego ya que ni con la peor de las fiebres había sentido tanto calor.

     .                                        .
                     .
                                  .               .                       .                                           .

Kepsong

RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora