¿Estás ansioso por saber cómo termina la historia, verdad? ¿Mueres por qué termine y puedas ir corriendo a publicar la noticia? Malditos periodistas, al final, son todos iguales. Pero ya, ya, no te entretengo más y término de una vez esta puta historia.
En ese sótano del demonio había una enorme cantidad de máquinas extrañas funcionando todas a la vez. Y había tres enormes tubos con agua dentro. Bueno, ojalá solo hubieran tenido agua. De hecho, si hubieran tenido solo agua, yo me habría ido en ese momento y nosotros dos no estaríamos hablando. ¿Qué suerte para ti que no fuera solo agua lo que contenían esos tubos, verdad?
Me acuerdo y me dan unas ganas enormes de volver a tener el cuello de ese maldito Charles entre mis manos, de volver a enterrarle el cuchillo una y millones de veces más. Bastardo infeliz.
En el tubo derecho había encerrado un perro de raza pastor alemán, despojado absolutamente de todo pelaje posible. El del centro estaba vacío, aunque si no hubiera actuado rápidamente, quizás que abominación habría aparecido allí. Y en el izquierdo... Oh amigo, en el izquierdo estaba la pequeña Melissa. ¡Su hija! Vamos, no hay que ser un estúpido sabiondo para saber que el estúpido estaba experimentando con su propia hija.
En ese momento, recordé que llamaban a ese sujeto el "Loco Charles", por su trabajo de científico y su fama de ser un maldito trastornado que siempre estaba haciendo experimentos raros. Era cosa de sumar uno más uno. Qué no, qué no es igual a pez. Es más, uno de esos experimentos fallidos fue lo que despojó a aquel sujeto de ojos y boca. Mira, puede que yo esté loco, pero ese sujeto lo está en nivel super saiyajin dios.
La pequeña Melissa estaba desnuda y, ya que estaba bajo el agua, supuse que estaba inconsciente. Lo más extraño es que ese tipo Charles no estaba por ningún lado. Así que, en un acto más estúpido que heroíco, corrí para tratar de sacar a la pequeña de allí, subir con Sofía, llamar a la policía y que ellos se encargaran. ¿Fácil, no? Ojalá la vida fuera igual de fácil...
Di dos pasos y sentí una presencia en mi espalda, un aliento entrecortado capaz de hacer que el más valiente se meara en sus pantalones. Detesto los escalofríos, y adivina qué fue lo que sentí cuando lo escuché detrás de mí. Si no hubiera estado petrificado, probablemente habría llamado a mi mamá.
Ahora, querido amigo, permíteme jugar con las voces como lo haría un youtuber mientras se graba jugando para contarte la conversación.
—¿Qué haces aquí, niño? —me dijo él cuando me di vuelta y lo miré a su horrible rostro. Las palabras se me atragantaron y no pude hablar más, solo podía balbucear. Patético, ¿verdad? De todos modos, el siguió hablando—. ¿Acaso eres otro de esos tipos de la Organización de Científicos Profesionales que viene a robarse mi trabajo?
—N-no... —fue lo único que pude decir.
—¡No mientas! —gritó y solo entonces me pregunté cómo mierda estaba hablando sin boca.
Entonces me percaté de un pequeño artefacto con forma de micrófono ajustado a su bata desde el que provenía el sonido. Admitámoslo, el tipo estaba loco pero era un genio.
—¡Tú y todos los de esa organización de mierda me han robado todos mis trabajos, se han aprovechado de mis descubrimientos y me han dejado en la ruina! —El tipo estaba furioso, y yo, sin poder hablar, solo retrocedía y me aferraba al mango del cuchillo—. Pero ya no podrán... Descubrí como mezclar animales con personas y crear así híbridos fuertes... Me tomaré venganza de todos ustedes... Sí, lo haré... ¡Y partiré por ti!
Antes de que pudiera reaccionar, el maldito bastardo me había tirado al suelo y me estaba ahorcando con sus enormes manos. ¡Me estaba ahogando! Creo que habría pagado para ver de qué color me estaba poniendo mientras ese desgraciado me ahorcaba. Pero entonces, cuando pensé que ya todo se había acabado y que mi hermosa vida se habría terminado, un golpe en la nuca de Charles hizo que me soltara y cayera al lado mío.
Ay, qué felicidad me dio ver a Sofía de pie con un jarrón roto. Creo que en ese momento, terminé por amarla como nunca antes había amado a nadie. ¡Hey, me salvó la vida! No es para menos.
Había que aprovechar el momento de sacar a Melissa y salir de allí corriendo más rápido que el correcaminos. Pero ya sabes, después del spoiler que te hice, que la historia no termina como película Disney.
Sofía estaba aterrada y apenas hablaba, así que me tuve que levantar como pude. Pero Charles era más rápido y más fuerte, y me empujó para asestarle una cachetada a su hija.
—¡Tonta, estás arruinando todo como siempre! —le gritaba mientras la abofeteaba.
Ver como la golpeaba y que ella no se defendía, solo recibía las agresiones y los insultos de su padre, hizo que naciera en mí un odio y una ira tremenda. Me paré y grité, y fue cuando me lancé contra el maldito y le clavé el cuchillo por detrás. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... ¡Seis veces le enterré el cuchillo al desgraciado hasta que cayó al suelo! No te lo niego, sentí una adrenalina recorriendo mis dedos y unas ganas enormes de seguir destrozándolo con el cuchillo. Se murió, obvio. Más rápido de lo que me habría esperado. Pero se lo merecía el maldito bastardo.
Y fue ahí, cuando me levanté creyéndome un héroe, que vi la mirada destrozada de Sofía. Fue como una patada en las bolas. No estaba agradecida de que la hubiera salvado, no estaba feliz de poder escapar de ese infierno. No, no había ninguna emoción en ella. Estaba rota.
—Mátame...
Cuando ella me lo pidió, no pude evitar reírme con nerviosismo. ¿A qué jugaba toda esa familia de locos? Vale, que es mi culpa por haberme metido donde no me llaman. Pero dime tú, amigo mío, ¿qué habrías hecho si la mujer que te gusta te pide que la mates? Y no solo eso, diablos, que justo en ese momento dos alas llenas de plumas negras aparecieran en su espalda y una cola terminada en punta de flecha se enrollara detrás de ella.
—Mi papá hizo un trato con el diablo, él está maldecido y nosotros también... por favor... mátame...
Repito, ver las lágrimas de la mujer que te gusta es un golpe bajo para cualquiera. No sabía cómo reaccionar, menos podía creer las absurdas palabras de Sofía. ¿Un pacto con el diablo? ¿Cuántas personas andan por la vida haciendo tratos con algo que no existe? Bueno, eso pensaba amigo mío. Pero después de ver lo que yo vi, creo que cualquiera creería en Satán y toda esa mierda. Y fue entonces cuando ella me dijo:
— A veces debemos eliminar cosas de este mundo porque no deberían existir... Aunque eso signifique perder a alguien que quieres.
Me acerqué con cuchillo en mano y la abracé. Sí, la abracé. Dejé que la pobre Sofía llorara en mi hombro, la consolé y la apreté contra mí. Y, como bien supondrás, enterré el cuchillo a la altura de su corazón. Ella, igual que su padre y su hermana, no debían existir en este mundo. Y fui yo quien se encargó de desterrarlos para siempre de aquí.
Cuando sentí su sangre escurriendo entre mis dedos, y cuando vi como la vida de esa desafortunada alma se escapaba entre mis brazos, no te lo niego, me quebré en mil pedazos. Hice un último esfuerzo, para tenderla en el suelo y cerrar sus ojos. Puedo ser un loco, pero siempre tuve respeto por los muertos. Y después... después de preparar todo, después de despedirme de Sofía y contemplar su hermoso rostro una última vez, le prendí fuego a la casa y hui. Hui como una vil rata.
Y aquí estoy, confesando mi crimen. Contándote a ti una historia difícil de creer. Espero que no me juzgues. La policía pronto llegará hasta aquí cuando descubran mis huellas, así que te recomiendo que tomes tus cosas y te marches. Publica esta historia y consíguelo. Consigue esa fama que tanto has buscado toda tu vida. Darás el golpe periodístico del siglo.»
Dichas esas palabras, Antonio Martínez pulsó el botón de stop en su grabadora y se miró fijamente frente al espejo ante el cual había estado conversando. Apartó la máquina, dejándola sobre una mesa junto a una nota, y dejó también una taza de café a medio tomar, reemplazándola por una Magnum 44.
Una sonrisa diabólica y triunfal se reflejó en el rostro de Antonio, mientras llevaba el cañón de la pistola a su sien derecha. Ni un rastro de cordura se reflejaba ya en sus desorbitados ojos. El joven periodista recordó a Sofía por última vez, deseando haber podido salvarla. A la vez, deseó no haber sentido esa curiosidad nata de su profesión.
Sin poder aguantar más, jaló del gatillo.
![](https://img.wattpad.com/cover/123504315-288-k84697.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Periodista
Misteri / Thriller"Sí, yo la maté. ¿Estas grabando? ¿Anotando? No quiero que se omita ninguna palabra. Te escogí por ser el mejor en tu profesión, el mejor para relatar mi última confesión." Así inicia el joven Antonio Martínez su declaración frente a la grabadora d...