two

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Los primeros días mensajeaba con mis amigos de la antigua ciudad en recesos porque yo no tenía nadie con quién pasar éste. No fue hasta que un chico se acercó a mí; fue muy amable, intentó entablar una conversación y bromeaba conmigo. Fue la primera vez que sentí el interés de alguien. 

Creo que fue ahí el momento en que cierto grupo de chicos comenzaba a tomarme odio, solo porque había conseguido a un amigo. Lo notaba, notaba sus miradas y risas de burla dirigidas hacia mi, pero si ya tenía a un amigo, no debía de darles importancia, ¿no?

Era jueves y estábamos en clase de artes; teníamos que dibujar con pinturas acrílicas lo que nosotros sintiéramos en ese momento. Sentía las miradas picar sobre mi cuello.

Mi amigo giró su cabeza y me dijo:

—Creo que están hablando de nosotros. —giré mi cabeza igual que él para comprobarlo, Si. Efectivamente ahí estaban de nuevo.

—No, creo que están hablando solo de mi. —traté de sonreír para tranquilizarlo, pero solo logré hacer una mueca.

Al terminar la clase esperamos a que todos salieran para evitar problemas al salir, ya saben, se hace una multitud mientras que todos intentan salir primero.

Cuando casi cruzamos la puerta del aula para salir e ir a almorzar la voz del profesor me llamó; a su lado estaba el chico que más me odiaba, podría decirse que es el “lider” de su grupo de amigos. Me enseñó un cuaderno con un dibujo ya casi terminado, el caso era que estaba rayado, como si alguien lo hubiera hecho a propósito.

No pensé que ni con los maestros yo no tuviera ni voz ni voto. Ese idiota le había soltado unos disparates al profesor sobre que yo había ido a mitad de la clase a su dicho lugar a arruinar su trabajo casi terminado. Las pruebas eran sus perros falderos. El docente ni siquiera me dejó explicarle lo que había pasado en realidad y fui mandado directo a dirección.

—La Vie.

LOSER ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora