🔱 Shinto 🔱

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PRÓLOGO


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En una noche lluviosa se escucha el familiar sonido del agua golpeando el techo de una gran casa, hermosa y lujosa, con altura de dos pisos.

Por todo su interior se podía oír el sollozo adolorido de una mujer. Toda la casa tenía las luces apagadas a excepción de una de las habitaciónes en la cuál estaba ella.

En una cama recostada al respaldar con una sabana cubriendo medio cuerpo.

Cubría su rostro lloroso con amabas manos y era acompañada por una anciana quién, sentada al lado de su cama sobre una silla, dirigía sus palabras a ella.

La Anciana : Si ibas a llorar de esta manera no hubieras hablado con Mayumi, Aral, calmate por favor.

La mujer poco a poco dejó su llanto y observó a su acompañante con angustia en sus ojos.

Aral : Estarán bién verdad ? Me siento mal por pedirle ese favor a mayumi y todo porqué yo no tuve el valor de cruzar junto a ellos.

Volvió su vista a una esquina de la habitación donde estaba una cuna con dos bebes durmiendo. Gemelos, ella de cabello rubio y él de cabello azul bastante oscuro.

La Anciana : Lo hiciste por ellos.

Aral : Rose, sólo quiero una cosa para ellos. Quiero que ellos no le teman a lo que yo sí y que vean a su padre.

Rose : Te puedo prometer que tus hijos no le temeran a mi mundo pero no puedo prometer nada respecto a su padre...a algo que desconozco sea posible.

Aral : No, yo sé que sí lo verán. Creeré en ello.

La anciana vió la verdad de aquellas palabras.

Claro que podía suceder.

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Tiempo después, en un cerro a campo abierto, se hallaba una casa de tres pisos, al más puro estilo granja. Dentro de la casa se escuchaban niños riendo, corriéndo, jugando pero cuatro de ellos estaban afuera, corriendo en el campo. Una niña de cabello azul y otra rubia, un niño pelirojo y otro de peliazul. Éste último iba adelante llevando una ramita en mano y señalando el camino. La niña más pequeña se tropezó con una roca del tamaño de su pie haciendo que callera de cara al suelo. El resto se detuvo para ayudarla y consolarla ya que empezó a llorar.

"¡Miuki no llores!" gritaron al unísono los otros tres.

Miuki: Duele!

Sus mejillas ya estaban rojas por contener las lágrimas inútilmente y sentada sostenía su rodilla izquierda entre las manos viendo el raspón que sangraba poco.

El niño pelirojo le ayudo a levantarse extendiendo su mano como apoyo y al ver el gesto, miuki, dejó de llorar para levantarse.

"Cielos miuki ten cuidado" Decía la niña rubia mientras limpiaba sus lágrimas y ella aún se aferraba a la mano que se le había ofrecido.

 Shinto : Camino de los Dioses. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora