Capítulo 2: Saludo

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Me monto en el coche para llegar al lugar de la ceremonia para celebrar este gran día, pero a mi madre se le olvidó el bolso, por lo tanto tengo que esperar un rato en el coche. Me aburro, tarda mucho, me pongo a mirar el móvil. ¡Ostias!, ¡QUEDAN 20 MINUTOS! Azhara me había mandado veinte mensajes, esta desesperada.

Normal, soy su pareja para recoger el título... no voy a dejar que se enfade conmigo, y menos hoy, que entonces ya sería un cachondeo. No la pienso dejar plantada. Me dispongo a buscar el bolso de mi madre, miraba por el salón, la cocina, el baño, todo, pero estaba donde todo había comenzado, en el coche. Para que no os hagáis ilusiones, tengo un BMW X1, de color blanco impoluto. Puede que no sea de marcas pero en tema de coches soy muy exigente (pero que quede claro que no soy egocéntrico).

Me pongo el cinturón, y mi madre arranca, poco a poco llegando a nuestro destino, a toda velocidad. En una recta, si entramos en una curva, o si estábamos parados en el semáforo, se me venían a la mente mil y una imágenes de toda mi etapa estudiando, pero estaba pensando más en Azhara, estaba súper nervioso, hoy, literalmente, dependía de ella.

Llego a la Universidad, y me dispongo a saludar a mis compañeros de clase, con los cuales he pasado estos 4 años estudiando, riéndonos de algunos de los profesores y sobre todo hablando del salario del que íbamos a disponer, que no era poco.

Pero al final del pasillo, me encontré con ella, me quedé completamente impactado. Ella estaba hermosísima. Llevaba puesto un traje largo burdeos, con un escote precioso en vértigo insinuando sus pequeños pechos mientras enseña sus hombros como a ella le gusta, la parte que mas me gusta es la abertura en la falda terminada en punta, así conseguía lucir sus pequeñas pero gloriosas piernas. Acompañaba con ella, un collar de Swarovski que relucía casi tanto como sus dientes delineados a causa de sus seis años de ortodoncia y sesiones de limpieza dental y se la podía distinguir desde la otra punta de la Universidad. Y por último, unos tacones negros, de Versace si no me equivoco ya que podía distinguir el logotipo en la punta de los tacones de color dorado cromado, que le hacían estar a la misma altura que yo, me hipnotizó por completo. ¿Quién sabe si llevaba o no algo bajo esas prendas? Dios, y su maquillaje era espléndido. Ojos delineados y rímel en sus pestañas pequeñas pero ahora grandes por el volumen que le habían dado la máscara de pestañas. Tenía sombra de ojos marrones y una pizca de dorado. Su pelo castaño oscuro caía grácil y natural sobre sus hombros y en su espalda, con ondulaciones perfectas y con apariencia natural mas que elaborada.

Se me paró el tiempo, ya no estaba en la graduación mas había vuelto al instituto. Descuidado yo, como siempre, vengo al instituto una mañana normal de octubre. ¿Aspiración?, dormir. Estoy con Laia, en el autobús, hablando de tonterías, riéndonos de un tal Juan José del Pino Martínez, quejándonos de lo fácil que es latín y griego, o simplemente escuchando música. Me pongo a bailar ese día, en medio del autobús, y le llamo a Laia por el nombre de Azhara, y me dice que al final voy a estar obsesionado con ella... Me reí para escapar de la conversación, ya que me resultaba incómoda y proseguí bailando, total, que me estampé contra el asiento, menos mal que nadie me vio... ó eso creo.

Llegamos a la parada del instituto y como solemos llegar temprano pues nos tenemos que quedar sentados esperando a que lleguen los autobuses de las demás personas. Primero llega la Amanda Bus, en esta vienen Stephen y Aitana, con una cara de sueño importante. llegan a nosotros y les saludamos;

–!Hace un frío de cojones Floretto¡ -le doy una colleja. Y puede que gracias a esa colleja le he calentado el cuello.

–Normal, si vienes en pantalón corto siempre... -me mira Stephen riéndose.

Al: Porque hoy hacemos gimnasia pedazo lumbreras

St: ¿Hoy había gimnasia?

Al: -lo miro con cara de sorpresa- Eres tonto Steph.

St: no cabe duda, no la cabe

Ai: No te metas con el niño, Alexander, !no es tonto!

La: A ver..., un poco despistado si que es Aitana...

Ai: ¡Pero que no se meta con el niño!

La: Tr-tranquila, no pasa nada...

Me empiezo a reír, porque siempre estamos así, Laia, con su templanza, Aitana, con su nerviosismo, Stephen, con su pasividad, y yo con mi estupidez.

Pasó un tiempo y llegó la Moreno (casualmente el autobús no era de color marrón, pero dejémoslo ahí) es el autobús en el que vienen Dakota y Azhara... hoy viene con un pullover negro que me encanta, camisa blanca, pantalón vaquero, gracias a él se le marca el trasero y sus Reebook del 35. ¡MÁS MONAS!, parece un elefantito con las patitas chiquititas. Dakota venía de rojo, como Stephen, los cuales hacen una pareja muy goals, mi mejor amigo, con su mejor amiga, y además, hacen todo igual. A Azhara también le encantaría verlos emparejados, de que sean pareja (parecemos dos familias del Antiguo Régimen).

A esas alturas, yo todavía solo le decía hola, y la insultaba (bromeando claro está), pero yo sabía que para mí no era suficiente, yo ya sentía algo más que un simple compañero de clase, quería que ella me considerara también un amigo. Me dispuse a darle un abrazo, el saludo, pero ella reaccionó de forma extraña, como que no se sentía cómoda, pero al final, el que me había sentido incómodo, era yo. Hice como que no pasaba nada, no sé si ella se dió cuenta pero menos mal que parecía que no.

Yo, actué como siempre, le robaba su estuche, su botella, sus cosas en general, ¿por qué? No lo sé, creo que lo hacía porque me hace sentir junto a ella. Entonces me ve Aitana, que se sienta a mi lado en clase, y me dice:

Ai: ¡Ay que mono! -con cara de sorpresa-  ¿no te estará empezando a gustar Azhara?

Al: -le mira con cara de sorprendido-¿Qué dices? Lo hago para ponerla nerviosa, ¿no le ves la cara que tiene ahora mismo?

Ai y Al: - miran la cara de Azhara-

Al:  ¡Lo ves!, tiene la cara roja, eso es que está nerviosa, ese es mi objetivo.

Ai: ¿No será que le gustas...?

Al: ¡AY POR FAVOR! ¡MÁS QUISIERA!

Az: ¿¡YO!? ¡POR CUANTO! ¡DIOS SANTO! ¡ENVIDIOSO!

Al: ¡CÁLLESE! Métase en sus asuntos.

Az: Callese usted que todo el día me tiene en su boca.

Al: ¡MAS QUISIERAS!

Az: -hace ruidos infrahumanos-

En realidad, me gustaba pelearme con ella, me entretenía, me hacía feliz. Éramos jóvenes, ¿qué íbamos a hacer? Yo, en el fondo me sentía cómodo con ella, al fin y al cabo, ella es la única que me ha dado un ápice de confianza. Y eso, me hacía sentir feliz.

Pasan las horas de clase, una tras otra, siempre con el mismo feeling, hasta que ella se iba a otra clase. Era la primera vez que me sentía vacío, me sentía extraño, decaído... ¿La necesitaba?. En ese momento, pensaba que solo eran ganas de comer lo que sentía, y seguí de largo.

Llega la hora de irnos a nuestras casas, cansados, sin ganas, nos despedimos, sin ganas debido al cansancio. Empiezo ha hablar con Laia sobre el tema, al fin y al cabo, ella más tarde se convertiría en la que lo sabe todo. No me aclaró ninguna duda, pero algo es algo. Nos bajamos del autobús en nuestra parada correspondiente, nos despedimos, y procedo a ponerme los auriculares y a escuchar mi música. Aunque parezca que me quede en blanco, atónito, escuchando la música, no, no lo estoy, mientras escucho música pienso y reflexiono.

Y, de repente me llega un mensaje de "Envidiosa", seguía ahí, ya no me sentía tan solo...

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