Capitulo 13

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° Casa Retsu, Viernes 07:00am

La mujer de cabellos negros y largos caminaba en pantuflas junto a una bata que cubría su pijama negro. Se dirigió a la habitación de una de sus sobrinas, a la habitación de Isane.

La chica de cabello corto y de color lila, estaba aún dormida en un profundo sueño mientras abrazaba a su pequeña hermana Kiyone, la pequeña tenía un poco los ojos hinchados que delataban el hecho de haber llorado durante horas.

La noche anterior había sido muy dura, sorpresiva y difícil. Por primera vez en años Yachiru Unohana había salido a la luz, confesando a sus sobrinos toda la verdades ocultas en los años de su vida, todos sus pecados y las manchas de sangre imborrables de sus manos.

Sus sobrinos, los cuales amaba como sus propios hijos parecían entender después de la larga charla hasta la madrugada, pero eso no significa que perdonarían los años de engaños, los terribles crímenes provocados por sus manos. La que parecia entenderla, comprenderla e incluso con más posibilidades de perdonarla era Isane, quién ya sospechaba el pasado de su modelo a seguir.

Luego de observar a esas dos hermanitas por algunos minutos, se adentro a la habitación sentándose a a la orilla del colchón. El hundir al momento de sentarse dio alarma a los ojos de Isane que aún se mantenían cerrados, sintió la acaricia en su cabeza y los abrió con dificultad.

Unohana: Es hora de despertar, Isane —le hablo suavemente mientras curvaba sus labios en una sonrisa— Prepararé el desayuno

Se levantó pero su muñeca fue atrapada, giró para ver el impedimento y se encontró con un par de ojos pardos que mostraban un anhelo, un signo de anhelanza. Giro su brazo para poder tomar mano con manos, volviendo a sentarse en la cama y fundiéndose en un abrazo bastante húmedo debido a unas lágrimas traviesas. Los sollozos despertaron a la chica de cabellos marrones y ojos azules, uniéndose al abrazo.

Kiyone: Señora Unohana... Perdón —le decía entre el abrazo.

Unohana: Perdoname tu a mí, Kiyone —le beso la frente con cariño. Se escucho un pequeño crujido que indicaba  el abrir de la puerta, mostrando los ojos somnolientos de Hanataro — Perdón Por mentirles... Creí que sería más fácil vivir así.

Hanataro: Está bien, Señora Unohana...—hablo el peliazul, quien ya se había unido al abrazo familiar— Lo hizo pensando en su bienestar y en el de nosotros... Supuso que el saber esas verdades sería complicado para nuestras vidas.

Unohana: Gracias por comprender... — agradeció sinceramente la mujer de cabello largo. beso la cabeza de sus tres tesoros— Vamos, es hora de cambiarnos

Ellos asintieron. La verdad es mucho mejor cuando la ponen por delante, cuando la dicen aún que saben que podría ser perjudicial para algunos.

Dicen que cada familia debe tener sus secretos ocultos, incluso para los mismos familiares, pero solamente el hecho de mentirse entre sí es un signo bastante grave que puede llegar a crear heridas incurables al lazo que los une.

° Guarida Kempachi, Viernes 07:20am

Una casa apareada. Un lugarcito de tamaño mediano, pero de gran prestigio por ser extremadamente peligroso ya que era dominado por "Zaraki Kempachi"

El hombre despiadado, asesino, criminal y muchos otros adjetivos de mala calaña para el dueño de ese nombre e apellido. Pero nadie puede notar lo bondadoso que puede llegar a ser, el corazón que almacena en ese pecho formidable gracias a los años de constantes peleas.

Zaraki: Yachiru, vamos... —le decía el hombre de cabello extravagante mientras la esperaba con un desayuno dulce. Muchos pasteles y pan dulce— Si no desayunas lo suficiente tendrás hambre después, así que ven a comer

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